Diagnóstico

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Disclaimer: Los personajes de Supernatural no me pertenecen sino a Eric Kripke.

NA: Tambien pueden encontrarme en AO3 y fanfiction.net con el mismo nombre de usuario de acá: Beatha23

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El diagnóstico había llegado a su vida hace años, para ese entonces tenía nueve años, una edad muy tierna para lograr entender que era lo que realmente le estaba sucediendo. A los once años ya tomaba más medicamentos que un hipocondriaco.

Las cacerías continuaron, solamente se les permitía detenerse cuando se acercaba el día de una cita médica. Días previos a sus solicitudes Sam era dejado en la casa del chatarrero. Días después su padre pasaba por él y se iban a recorrer el país buscando a un demonio de ojos amarillos, llevando en la cajuela una infinidad de armas y una bolsa llena de medicamentos.

Sam tenía trece y estaba cansado de esa vida de muerte y agonía, aun había cosas que se escapaban de su entendimiento. Dean era un gran apoyo en sus días malos, a Sam podía importarle poco lo que los demás creyesen de su dependencia de Dean, ya que si no hubiera sido por la constante presencia del rubio quizás ya hubiera hecho un hurto de sus propios medicamentos y le Habría puesto fin a su vida poco satisfactoria.

Con el pasar de los años Sam había notado como su vida había tenido grandes cambios con respecto a sus medicamentos. La perspectiva de Dean a sus ojos había cambiado. Ahora, Dean se había vuelto más callado, más reservado, ahora apenas y se notaba su presencia. Sam sabía que era su culpa. El le había hecho eso a Dean.

Llegado el momento ya Sam no sabía que era normal y que no lo era en su vida. Estaba tan cansado de siempre andar buscándole una explicación a todo, de vivir en un mundo donde todo lo que decían que era inexistente era real y lo que era real no lo era.

Así fue como en su afán de escapar de ese mundo tan bizarro se esforzó en sus notas hasta llegar al punto de no dormir ni comer. Claramente Dean no estuvo feliz con eso y no tardó en hacer notar su claro disconforme. Sam le ignoró, no podía volver a permitir que Dean dirigiese su vida.

Sam vio su esfuerzo dando frutos cuando la carta de aceptación a la universidad estuvo entre sus manos. Su libertad estaba impresa en un papel, estaba tan emocionada que por un momento se había olvidado que no podía irse así sin más, su ausencia solo encendería alarmas ante la posible aparición de un ser sobrenatural. Ahora su único obstáculo era hablar con su padre.

— ¿Qué mierda dice? —comentó John al enterarse de la carta.

—Lo que escuchaste, papá. He sido aceptado en Stanford así que me voy. Y antes de que preguntes no, no te estoy pidiendo permiso solamente te aviso —Sam sabía que no podía dejarse intimidar, necesitaba ser fiero, rápido, inteligente. Necesitaba por todos los medios evitar que el volcán John Winchester entrara en erupción.

Sam no se pasó por alto como por el rostro de su padre cruzó la tristeza y luego dio paso a la lástima.

—Hijo, si esto es acerca de Dean... —John fue interrumpido ante el abrupto comportamiento de Sam.

—Esto no tiene nada que ver con Dean, deja de meterlo en cada discusión que tenemos. ¿Quieres saber porqué me voy? —Sam desvió un momento la cabeza como si mirase algo en particular, luego miró con resignación y determinación a su padre—. No soporto esta vida, ser cazador me está matando. Nos movemos de un lado al otro por todo el país cazando cosas, persiguiendo a un demonio de ojos amarillos, ¿sabes lo loco que suena eso? A veces no se quien está más mal entre nosotros.

John miró con impotencia a su hijo. Lo mejor sería decirle a Sam lo orgulloso que estaba de su logro, lo feliz que estaba de que saliese de esa vida que solo le hundía en un abismo que te consumía vivo. Quizás, también debió decirle que lo estaba haciendo muy bien con respecto a sus demonios personales, pero en cambio, de su boca solo salió veneno y palabras cargadas de miedo enmascaradas de rencor.

—¡Si sales por esa puerta no vuelvas, Sam! —gritó, desesperado por no perderle, por no dejar que se enfrentese ante ese mundo tan peligroso.

La única respuesta que recibió fue el potente portazo que resonó ante la partida de Sam.

Los años pasaron y Sam no volvió a saber nada de John ni de Dean. La universidad era algo fabuloso y completamente aterrador. Estar solo era una nueva experiencia para él, pero por nada del mundo tenía planeado volver a su antigua vida.

Algunas veces veía el nombre de Dean parpadeando en la pantalla de su celular, más nunca contestaba, Sam sabía que esa era una puerta que prefería dejar cerrada. Tener a Dean en su vida solamente le haría daño, aunque a veces, esas pocas veces que no le gustaba admitir le hacía bien, le hacía sentir vivo y le daba color a sus días grises.

Era horrible la época de Halloween. Sam no podía entender como a las personas a las que les gustaba disfrazarse de monstruos, seguramente si supieran que de verdad existían y se veían más terroríficos que un poco de maquillaje o "dientes de vampiro" ni locos se pondrían esas cosas. Pero todo fuese por complacer a su novia, Jessica sin duda era lo mejor que le había sucedido en la vida.

Fue unas tres noches después de Halloween que Sam fue despertado por un ruido en la sala de su departamento, con mucho cuidado se acercó y allí encontró una figura en la oscuridad. No tuvo que luchar ni desenmascarar la identidad del invasor, Sam reconocería esa silueta donde fuese.

Era Decano. Había vuelto a su vida y eso solo podía significar que estaba a punto de volver a hundirse en ese foso oscuro del cual tuvo que arañar con uñas y dientes para poder salir.

—Hola, Sammy. He vuelto y no planeo dejar que me vuelas alejar de tu lado nuevamente —Dean sonriendo mostrando sus dientes como un hombre lobo mirando a su futura presa.

Hace años, cuando aún era solamente un niño de nueve años había aparecido una palabra que le marcaría de por vida.

Actualmente Sam se encontraba acostado en una cama, mirando al techo blanco, deseando que Dean aparezca pronto para que le saque de allí y puedan seguir haciendo lo que mejor sabían hacer, el negocio familiar.

En una oficina no mucho mejor que las habitaciones de los pacientes, se encontró al doctor Coleman dándole un vistazo al expediente de su nuevo paciente.

Nombre del paciente: Samuel William Winchester

Edad: 24 años

Diagnóstico: Esquizofrenia

*Anotaciones del caso :

El paciente fue diagnosticado a los 9 años. Recientemente tuvo un lapso de 6 años sin ningún tipo de crisis. Su estado comenzó después de la muerte de su prometida (aún no se explica cómo se inició el incendio).Presenta fuertes alucinaciones religiosas, proclamándose a sí mismo como un cazador de seres sobrenaturales.Dean ha vuelto.


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Gracias por leer.

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