En la morada celestial conocida como terraza discutían el padre, el hijo y el chancho del don de la palabra. Los tres deseaban ser dioses.... Ninguno quería el segundo y menos el tercer lugar. ¡Que el padre es muy viejo!, ¡que el hijo es muy joven!, ¡que el chancho es un chancho! Así tripartían argumentos y contra argumentos con verborrea de entrecasa e ineludibles señas del tres de copas y del tanto no ha venido. ¡El politeísmo es para bárbaros! Dijo el farmacéutico de turno mientras hacia una chuza en un bowling de las Toninas y esperaba la resolución de los tres poderes. -el próximo concilio es el mes entrante y tengo tiempo de armar un discurso de acuerdo a las circunstancias- elaboraba mentalmente el representante de dioses en la tierra mientras hacia un sprint para el asombro de los cardenales presentes. Nunca hubo acuerdo, poco importo. El chancho metamorfoseó en paloma y se las tomó, el padre humillado en su orgullo amenazó a la humanidad con mandarles un par de plagas y pandemias una de cada color. El hijo, quizás el más humano de los tres, se va de copas a la cantina del gaucho Panchulo donde de vez en cuando convierte el vino blanco en tinto y multiplica cigarros antes los aplausos generales.
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Cnts Brvs
General FictionLa idea del Cardenal surge de "La vuelta al día en ochenta mundos", donde las mascotas de Cortazar tienen nombres de categoría. Los textos son hijos de una venganza Dolinesca, que lee a wilcock en los laberintos de Domecq, solo apara encontrar el ca...