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HAPPIER
❝And think of me foundly
when your hands are on her❞

El sol se ocultaba, el cielo en tonos rosados de alguna forma se sentía acogedor. Pronto anochecería, pero Jeongin aún se encontraba sentado en la entrada de la escuela.

Parecía que esperaba a alguien, pero no era así.

Estaba solo, sólo se sentó ahí y dejó que el tiempo pasara hasta que le volvieran las ganas de pararse para ir a su casa.

Estaba seguro de que estaba ahí sin ningún propósito, pero la presencia de cierto chico lo hizo dudar en si el destino era verdadero.

—¿Qué haces aquí? —preguntó al sentir al chico sentarse a su lado, sin apartar en ningún momento la vista del frente.

El chico tardó varios segundos en responder, pero su respuesta sólo lo dejó confundido.

—No lo sé, sólo tuve la sensación de que debía venir, y aquí estoy.

Esta vez sí lo miró, observando sus facciones. Le sorprendía como Chan, a pesar de todo, era capaz de tranquilizarlo incluso si en su interior había una discusión de emociones, donde él de alguna forma no tenía voto ni opinión. No dijo nada, pues no sabía que decir o mencionar, dejando todo en un silencio incómodo de esos que Jeongin ya se había acostumbrado.

—¿Por qué no eres feliz, Jeongin?

—Porque mi corazón no te separa de mí —dijo como si estuviera preparado para esta pregunta toda su vida—. Porque por más que ya haya aceptado el que sí eres feliz sin mí, aún tengo pensamientos de cosas que me gustaría decirte. "Piensa en mí cuando él esté en tus brazos" o simples maldiciones de cómo me arruinaste la vida, aunque yo soy el único culpable.

Él estaba seguro de que era el único culpable de su sufrimiento, pues él era quien no lo dejaba ir totalmente. Estuvo esperando paciente el día en que su corazón por fin decidiera soltarlo, que nunca pensó en que debía aprender a controlar sus sentimientos.

Chan se había ido, esta vez con una sonrisa en su rostro de esas que ya conocía: "Todo va a estar bien".

Así mismo como se fue, otra persona llegó.

Se sentó a su lado, no dijo nada, solo tomó su mano en forma de reconfortamiento.

Seungmin era capaz de hacerle entender muchas cosas, incluso si no decía nada, era suficiente su compañía.

Cerca de donde estaban, aún se encontraba la dichosa hoja pegada al árbol, seguía siendo la única en el lugar. Pero esta vez un gran viento pasó por ahí, haciendo que finalmente la hoja se separara de la rama, bailando a la par del viento.

Tal vez solo necesitaba un pequeño —gran— empujón para seguir adelante. 

 

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