Capitulo 1: Recuerdos de una navidad pasada

6.6K 251 19
                                    

Una noche tranquila de navidad, todo resulto complaciente para la familia que esta reunida en casa de los abuelos. Una vieja tradición navideña en donde vivo, la familia feliz, sonrisas y alegría por todas partes recordando viejos momentos que no volverán inmortalizando la emoción con risas que se reparten entre los adultos. De repente viene la cena, y todos felicitándose por el excelente pure de papa de mi tía Felicita, el delicioso espagueti de mi tía Chuina así como el pavo, como olvidar esos pavos que hacían entre 3 tías y la abuela juntas.

Marcando las 12 PM, toda la familia reunida, dando gracias a todo lo que vino y vendrá en un futuro, dándose abrazos y besos entre todos, pero faltaba algo, un pequeño detalle que por mas pequeña que fuera esa piedrita, se sentía en el zapato al caminar. Yo me encontraba encerrado en el cuarto de mi abuela y junto a mi, estaba ella consolándome.

-El vendrá al final, sabes que la fiesta apenas esta comenzando para todos, dudo que no quiera disfrutar de esto.- Mi abuela solo quería levantarme los ánimos, pues mi padre, la persona que mas estaba apegado había faltado a la cena navideña de mi familia materna.

-Papa no quiso venir.- lo decía con lagrimas en los ojos. -Yo lo vi peleando con mama antes de llegar, le dijo a papa cosas muy feas, cosas que hicieron llorar a papa.- Yo nunca había visto a mi padre llorar, el siempre llevaba una sonrisa, pero aquella vez fue algo que me destrozo, aquella vez los escuche del otro lado de la puerta como discutían. -Mama le estaba reclamando algo, algo que supuestamente mama no merecía, entre palabras escuche mi nombre y me hizo llorar eso. 

Mi abuela, con todo el amor del mundo me abrazo acostado en la cama y dijo que a veces los padres entre la desesperación y el dolor, dicen cosas que realmente no quieren, cosas que al final se arrepienten, por que al final del dolor, domina el amor y que realmente mis padres me quieren por igual. Mi abuela me dijo que si quería salir del cuarto para tomarnos la foto familiar, pero le conteste en ese momento que no, pues mis ánimos no estaban en lo alto para estar con ellos, en mi mentalidad de niño, solo decía que es solo una foto mas, poco a poco le comencé a perder interés a esos momentos de familia pues siempre decía que al otro año volveríamos hacer lo mismo como siempre.

No sabia lo equivocado que estaba.

Así como las palabras salen, van desapareciendo, los momentos se vuelven recuerdos y los recuerdos en emociones. Cuando uno va creciendo se da cuenta que no todo es para siempre, que la inmortalidad solo perdura en aquello que vivimos y recordamos con amor pues la personas se vuelven viejas, los niños dejan de ser tiernos y los mayores se adelantan para cuidarnos desde lejos. La muerte de mis abuelos marco un antes y un después en la historia de mi familia, pues las reuniones pasaban de algo feliz y alegre a una tristeza profunda por ver aquellas dos sillas viejas vacías. Poco a poco la familia se fue separando, ese lazo de unión que nos hacia desbordar amor se había ido y esos sentimientos que se transmitían fueron desapareciendo. Primero fui yo, pues mi padres se había divorciado al poco momento y preferí quedarme con mi padre y jamás abandonarlo, mi madre rota por que su único hijo no quiso estar con ella la destrozo en silencio, haciendo que ella se separara de su familia. Luego fueron los primos, las parejas de los tíos y tías hasta que en la mesa solo estaban los hermanos de esa gran familia. Ellos sabían que todo se había terminado y aquella casa que una vez estuvo llena cada fin de semana, solo la habitaba una persona que era mi madre, pues después del divorcio, ella se mudo ahí para cuidar de la casa. En aquella casa solo permanecen muebles viejos, fotos blanco y negro, pinturas de los abuelos y varios cuartos que alguna vez habitaron niños que al día de hoy tienen una familia formada, cada noche de esa casa, solo sale el humo del café que solía hacer mi abuela antes de ir a dormir, solamente que esta vez, el café si logro perdurar mas que ella, pues era mi madre la que tomaba café en una mesa enorme solitariamente.

Los niños también merecen un perdón. (GalindoGalindera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora