Capítulo Cinco

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—Dime, SeulGiie, ¿No tienes novia?—la castaña vio a SooYoung, riendo, pero después acarició la copa que tenía su piña colada sin alcohol, por el tener que conducir su moto. Ella sonrió, mordiendo sus labios, y sólo negó—qué lástima, cualquiera se moriría por tratar de ser tu pareja, mi vida...

—Sí, lo sé, pero el tema de la universidad me mantiene demasiado ocupada y más el tener la experiencia, voy de despacho a despacho, trabajando, acumulando experiencia, no tengo mucho tiempo y eso es lo mínimo que merece una dama—la mujer mayor comenzó a reír, palmeando el hombro de su menor, haciendo reír a las demás de la mesa.

—¡Si tuvieras 20 años más serías totalmente mi tipo, hermosa!

—Sí, sí, ya deja a mi bebé en paz—la castaña parecida a su hija la abrazó, riendo, apretándola en su pecho mientras acariciaba su cabeza, shusheándola. 'Deja a mi bebé en paz' tal vez le diría, o le pondría una orden de alejamiento a JooHyun.

Ésta sonrió nerviosa, como si no le hubiera comido la boca a la hija de su mejor amiga hace unas horas, cuando llegó dos horas antes a su departamento y aparte de prácticamente comerse, SeulGi bajó por el postre. JooHyun sonrió, levantando la copa de la piña colada que la menor había hecho.

¿Cuánto llevaban con eso? Ah, sí, una semana, pero JooHyun sentía que llevaba más pecando.
Pero no se arrepentía. Por lo menos sabía que lo que estaba haciendo mal, lo era, pero JooHyun de todos modos quería más, y le gustaba el peligro.
Nadie la obligaba a fingir que necesitaba la ayuda de la castaña, y a espaldas de sus amigas y de la madre de la menor, la besaba y frotaba su bulto con su mano, sonriendo, haciéndola gruñir.

Dios, sí, era lo mejor, el sentir cómo el corazón latía en sus oídos y cuando sentía lo suficientemente dura a la menor, una adulta borracha la llamaba para pedirle otra ronda de piñas coladas con ese toque de alcohol que las estaba volviendo locas, y JooHyun sonrió, limpiando el labial corrido de la boca de la menor, para que fuera corriendo a hacer las bebidas.

—¡JooHyun, ¿Qué diablos haces tardando? Tengo que patearle el trasero a estas ancianas!

Ella salió con esas cartas y algún juego de mesa, la excusa que había puesto para comerse a la menor a escondidas porque a decir verdad, ya veía a sus amigas a nada de derrumbarse y vomitar su alfombra lujosa, la que combinaba con toda su casa.

Elegante, gustoso a la vista, maduro, lo que se esperaba de una mujer de 31 años.
Una mujer que hasta lo que sabía, gente mayor y menor deseaba de una manera fuerte, envidaba. JooHyun sabía lo que causaba, sabía lo que era y muchas veces, o siempre, trataba de lucir lo mejor posible.

Ya sea para envidiar, para causar deseo, JooHyun amaba esa atención. Sonreía al saber que los jóvenes la veían, que también mujeres mordían sus labios al verla pasar y que muchos la miraban con deseo, de cualquier deseo. Muestra esa atención sentándose en cualquier mesa que esté en el medio del restaurant, con esa sonrisa cómplice, esa media sonrisa.

La misma que hizo que SeulGi moviera su palma delante de ella, al verla perdida.

—JooHyun, ya se fueron todas, ¿Te sientes bien? Si quieres puedo llevarte a cama para que llegues bien...—oh, ahí iba lo dulce. El nuevo experimento que JooHyun estaba probando y todavía estaba indecisa si le encantaba como para mascarlo por demasiado tiempo o si tarde o temprano debía escupirlo para llevar a su boca algo nuevo.

Asintió, dejándose cargar por la menor hasta su cama en el segundo piso.
Y aunque estaba en una cama, desnuda, acompañada de alguien que sabe que la desea, se sentía segura porque era SeulGi. Ahí el dulce debate sobre si mascarlo o seguirlo siquiera teniendo, se llenó.

Algo dulce que después pasaba a amargo, como un chocolate con licor o algún vino con quesos y jamón, algo que al mismo tiempo esperas de una persona madura, o lo suficiente de ello para saber lo que hace, alguien que por lo menos desarrolló unas papilas gustativas, que coma cosas que un niño no. Aceitunas, jamón serrano, queso de cabra.

Qué hambre... antes de que la menor se fuera, JooHyun la detuvo, jalando su mano, haciendo que la vea.

—Oye... ¿Puedes hacerme un... sándwich? de repente me dio hambre—extraño pedido. SeulGi sonrió, asintiendo, corriendo a la cocina a hacer lo pedido y arriba, dos aceitunas.
Llegó de la nada, el pedido extraño de JooHyun antes de ir a la cama a las 12 de la noche, un viernes.

La castaña rascó su nuca mientras veía que JooHyun comiera bien, y que cuando se acostara, lo hiciera de lado. Hasta tuvo la precaución de poner un bote abajo de la cama por si acaso... ojalá que no lo necesitara.

SeulGi suspiró, asintiendo, riendo, parándose para salir de la casa, cerrando con la llave de repuesto que sabía que estaba en la planta, en la maceta de los hibiscos rosado, casi oculto en la cochera.

¿Estaba mal? Pegó su frente a su propia pared y bostezó, acostándose en su cama, cerrando los ojos para pensar.

Las fantasías que siempre soñó y se presentaban en sus sueños húmedos de cuando tenía 18 años eran realidad, que JooHyun se frote a ella, que la bese cuando nadie la ve y que le diga, mientras sostiene su pelo, un 'eres demasiado sexy' en lugar del infantil 'eres tierna'.

SeulGi sabía que cruzó la línea, esa moral que le hacía cerrar sus ojos y soltar algún ruido raro de la boca, pero que sólo la hacía seguir, alzando los hombros... como un chiste de humor negro.
Mala comparación pero que hizo a SeulGi, por lo menor sentirse cómoda en su moral tan rota como un pequeño vaso de cristal, porque era eso.

Tal vez a ella no le importaba... nada, porque en ese momento tenía lo que siempre quiso, lo que tanto soñó, y lo que su madre no aprueba.

Cierto, esa parte.

La castaña fingió una sonrisa mientras hacía la pose con su madre, inhalando, y también fingió que no escuchó un 'no me gustaría que salgas con mujeres mayores' cuando saludó de una forma demasiado amigable a esa instructora de yoga buen cuerpo-buen rostro-graciosa.

—Mamá, ya te dije que no digas esas cosas enfrente de la gente, es de mala educación...

—En mis tiempos era de mala educación que alguien mayor mirara a alguien menor...

—Ah, sí, señorita 'Mi novio el profesor de universidad'—su madre la shusheó, divertida, carcajeando mientras se metía a su camioneta.

—Ese suceso fue por la ciencia.

Oh, entonces lo mío también.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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