Cap 3

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Linka estaba encerrada en un ominoso traje de ardilla, en el patio trasero. Su panorama era bloqueado por grandes muros de metal. Súbitamente entraron en escena un gran grupo de chicas. Idénticas a sus hermanos. La insultaban y golpeaban.

—Bastardo, por tu culpa perdí mi partido de béisbol.

—Mi banda fue descalificada injustamente!

—Tu mala suerte cegó de talento a esos jueces incompetentes! Le dieron el premio de dama de belleza a alguien con menos talento que yo!

Bla, bla. Ahora la culpable de sus problemas era ella. La insultaban y golpeaban. Intentaba defenderse, pero no servía de nada. En sus rostros se reflejaban a sus hermanos, los cuales la cuidaban —sobreprotegían— y no serían capaces de tocarle ni un solo pelo. Ellas eran como ellos, pero solo en físico. Linka no tardó en llorar y en pedir piedad.

—Basta! Yo no hicé nada! La suerte ni si quiera existe! 

Recibió un fuerte golpe con un bate en la mejilla.

—Entonces, por qué perdí? No! Entonces, por qué él murió? Porque lo contagiaste de tu mala suerte hasta que lo cobró muy caro!

—Lincoln, eres una desgracia!

—Un maleficio en esta casa, una verdadera carga y condena!

Recibía un fuerte golpe en el estómago, el aire abandonó su cuerpo, recibía arrañázos, cachetadas, entre otros. Linka 

*Lincoln*

solo podía llorar y soportar los golpes y maltratos lo mejor que podía. Por fin cesaron los ataques. Linka

*Lincoln*

lloró hasta quedar dormida.

Despertó para una vez más llorar. Por qué a ella? Sus hermanas siempre fueron muy competitivas e incluso egoístas, pero no creían que fueran a hacerle eso. Lo que más le dolía era, sino, que la culparan por la muerte de su padre. Lo extrañaba tanto. Si el estuviera para ella, si él no hubiera muerto, el problema no trascendería a ese punto. Es más, su amado padre —descance en paz— en dado caso sabría que ella no tiene ni la menor culpa de su desgracia. Linka llorraba en la cama, la mucosidad no tardó en llenar toda su cara. Veía recuerdos pasar, simultánea y abruptamente, pero con el debido detalle como para como sea recordar vivamente todo a la perfección. 

Se preparaba para un bonito fin de semana. Salir con sus amigos sonaba bien. No obstante, Lynn la detuvo abruptamente. Alegaba que hoy era la final de temporada para su equipo y rival. Ella no quisó.

"¿No quieres reconsiderarlo?"

Una amenaza verbal —acompañada de su bate en mano— fue lo que necesitaba para ser convencida. No tuvo de otra. En el partido se quejaba de tener que estar allí. "La familia siempre se apoya", le recordó su madre a regañadientes. Papá era el único que no estaba allí. Se hallaba trabajando. Durante el partido había mucha tensión entre los fanáticos expectadoras, ella era la única con mirada de aburrimiento e indiferencia.

"Y la bola cae y cae", anunciaba el presentador... ¡Y...! Lynn no pudo frenarla! Victoria para ***.

Una vez perdido, Lynn la quería alejar. Según ella, era de mala suerte. 

"¡No te me acerques, rata de mala suerte!".

Lynn estuvo esparciendo la habilla. Linka estaba molesta, pero no tardó en pensar. Quizá si ellas se lo creen ya no haya que ir a sus aburridas actividades. Adicional a que independientemente de que la familia se apoye, ciertamente ella no sentía mucha conexión con sus hermanas y viceversa. Bien, entonces, ¿cuál era el problema? ¿Acaso a ellas les importarían tanto su mera presencia? Nah, que la dejen en paz. Necesita su tiempo libre. No importa lo que diga la madre.

*Grave error*

Todos creyeron, así que su plan de contingencia era aislarla: ahora Linka fue desterrada de la casa.

"Lo sento, cariño, pero es peligroso que estés con nosotros", advertía su madre.

"Literalmente sería una estupidez que te dejemos entrar", dijo tajantemente Lori.

"Ni si quiera lo pienses", siguió Lola.

'"Oh, que mal. Lo siento, hija, pero, ya oiste: tu mala suerte solo nos perjudicará".

Su padre escondía en su parte de la ventana una pequeña sonrisa de complicidad.

La noche anterior, cuando fue obligada a dormir fuera, al menos tenía ya hecha una pequeña chabitación en la bodega. De cierta forma no durmió tan mal, ¿verdad?

Días después se presentó al partido de Lynn, pues quería convnecerlos de ser inocente. Fue con un traje de ardilla para camuflajearse. Pero pensaron que el traje solo bloqueaba su mala suerte. Papá era una vez más el único que no estaba con ellas. Cuando el hombre volvió a casa se rió serenamente.

"Es bueno. Ya tenemos un aislante". 

Lo miró  a ella. 

"Que bien tenerte de regreso aunque con restricciones".

Un par de días después, su padré se le acercó —en el pasillo—, le quitó la cabeza del traje y le ayudó a quitárselo todo.

"Creo que ya tienes suficiente". No vuelvas a hacer nada estúpido, ¿sí?

Si el patriarca lo dice, así será. De cierta forma tenía más autoridad para sus hijos que su esposa. Aún con quejas, se cumplió. Todo volvió como antes.

Pero...

Linka volvió a casa esa tarde solo para conocer la amarga noticia: su padre había fallecido. Un colega del trabajo lo notificó para todos en casa. Lo atropellaron. Presumiblemente un negligente borracho que no sabe qué hacer con su vida. Todos estaban conmocionados. De un momento a otro Linka sentía como todas las miradas se fijaban en ella... Lynn empezó con un fuerte golpe a la mejilla izquierda. Rápidamente fue trasladada al patio, ahora con traje puesto. Todo era su culpa, eso no hubiera acontecido si se hubiera mantenido con el traje puesto. Desde entonces decidieron que como castigo ahora les serviría, con su mala suerte ahora convertida en buena.

Tras un minuto así, una cálida mano en el hombro la regresó a la realidad. Y las luces ya encendidas. Loki la estaba sujetando y todos sus hermanos la rodeaban. Abrumados.

Loni: Linka, por qué lloras? —Loni le hablaba con su típico tono fraternal.

Lori, Leni, Luna (...) finalmente se fueron.

Secó sus lágrimas y sorprendida les contó lo que su mente proyectó. Él menos sorprendido era Levi, parecía la mirada de un científico que esperaba cierto resultado, pero no uno tan espantoso... Aunque ya no era necesario ser un genio para entender.

Levi: Claramente ese es tu homólogo...

Linka: Pero, ¿por qué ustedes, sus contrapartes, le hacían eso a la mía?

Levi: No te sorprendas. No todo es igual. Si en nuestro mundo somos cercanos, quizá en este no.

—¿Qué hacemos?

Esa pregunta... Tan obvia, pero tan necesaria, necesaria para poder ir, para poder actuar.

*Sálvalo*

Después de la TorturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora