Te llevaste tanto de mí y me sentí tan perdida cuando te marchaste, que durante un tiempo me costó recordar quien era antes de que llegaras a mi vida.
Antes de que revolucionaras todo mi ser del modo en que sólo vos podías hacerlo.
Tuve que volver a conocerme y aprender a recorrer sola todos esos lugares que acostumbraba a recorrer con vos. Las calles me resultan más solas y abrumadoras desde que no tengo tu compañía.
Incluso las estrellas parecen no brillar como lo hacían esas tantas veces que de espalda sobre el césped, nos deteníamos a contemplarlas.
Porque todo brilla menos desde que no estás, desde que decidiste tomar un rumbo diferente al que teníamos planeado tomar juntos. Desde que simplemente, dejaste de quererme.