1. Hódar Hurricanes

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Las Hódar Hurricanes nunca habían sido algo a lo que Violeta había prestado demasiada atención a lo largo de su vida. El equipo siempre había sido el pequeño proyecto favorito de Juan Carlos, su padre, y Violeta nunca tuvo mucho interés en los deportes. Su padre siempre había adorado a las Hurricanes, las prefería por encima del resto de equipos que poseían, incluido su homólogo masculino, los Hódar Hurons. Y claro, Violeta había asistido a alguna que otra fiesta, cuando su padre expresamente así se lo había pedido, pero no había sido nada demasiado complicado ni algo que le hubiera requerido demasiado tiempo.

Sus pensamientos sobre las Hurricanes nunca pasaron de una distracción puntual que podía llegar a disfrutar debido a la idea de un número de mujeres altas y fuertes cada domingo en el Hódar Arena con el elegante logo plateado de la 'H' en sus camisetas. Sólo cuando se veía inevitablemente obligada a hacerlo les dedicaba un pensamiento más profundo que aquel.

"Es bueno para nuestra imagen en este momento, señorita Hódar", le decía un miembro de su equipo de relaciones públicas. "A la luz del reciente escándalo de su padre..."

"Creo que sería imprudente promocionar cualquier cosa asociada con él en este momento", interrumpió Violeta con un desafiante arqueo de ceja.

"Puede que eso sea cierto", decía otro hombre a la izquierda de Violeta. "Pero gran parte de la comunidad ama a las Hurricanes. Han ganado dos campeonatos consecutivos y son favoritas para ganar un tercero. Son populares. Los Hurons en cambio... bueno, supongo que son parte del paquete".

Violeta lo consideró por un momento y echó un vistazo a la hoja de cálculo de ingresos en el archivo que tenía frente a ella. "Me gustaría considerar compradores potenciales", decidió, cerrando la carpeta y poniéndose en pie. "Ten algo para mi preparado para el jueves".

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Las reuniones iban relativamente bien. El patrimonio neto del equipo era bastante alto y Violeta ya estaba considerando dónde destinaría las ganancias de aquella venta. Las Hurricanes y los Hurons estaban casi vendidos en su mente.

Hasta que el principal comprador, Tinet Rubira, entró en su oficina con una amplia sonrisa y gesto altivo. Su actitud irradiaba superioridad, al igual que la forma en que añadió casualmente, después de hablar con Violeta durante unos eternos cuarenta minutos: "Y estoy seguro de que una mujer como usted tiene mejores cosas que hacer que preocuparse por un equipo de baloncesto".

Ante aquel comentario y aquella sonrisa Violeta decidió no vender nada, simplemente por no darle el gusto a aquel caradura.

"Gracias por su tiempo, Tinet, pero tendré que pensarlo".

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"No tienes ni idea sobre baloncesto", dijo Álex, riendo mientras se dejaba caer en uno de los enormes sillones de cuero.

Violeta caminó hacia él y le entregó una copa de whisky con una mirada de reproche antes de dejarse caer en su silla con su propia copa en la mano. "Soy consciente de ello, gracias".

"Solo te estoy señalando los defectos de este plan, Violeta", añadió Álex, inclinándose hacia delante y dedicándole una sonrisa divertida. "Los negocios deportivos siempre fueron más cosa de tu padre, ¿verdad?"

"Sí, bueno, mi padre está haciendo Dios sabe qué en el Caribe ahora mismo, así que..."

"Así que aquí estamos", terminó el moreno, levantando su copa a modo de saludo antes de dar un sorbo.

Violeta rio. "Sí, aquí estamos", repitió las palabras del chico.

"¿Y qué vas a hacer?" Preguntó Álex, recostándose en el sillón y cruzando las piernas. El líquido ámbar de su copa chapoteaba contra los lados y Violeta lo observaba por un momento antes de responder.

Dream Team // KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora