3. Discurso de elevación

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A la mañana siguiente Violeta se levantó con un ojo visiblemente morado y un intenso dolor de cadera. Se tuvo que tomar media hora más de lo normal frente al espejo para poder tapar aquel cardenal de su cara lo mejor posible, aunque seguía siendo visible. Mónica soltó un pequeño gritito en cuanto la vio aparecer por la puerta de su despacho, pero Violeta simplemente lo ignoró y le pidió un doble café con leche lo más rápido posible.

Un persistente dolor de cabeza la persiguió durante toda la mañana y empeoraba cada vez que Álex le mandaba mensajes con el vídeo de su colisión del día anterior desde todo tipo de ángulos. Había sido noticia en toda la prensa y canales de televisión.

Alrededor de la hora de comer, Mónica entro a su oficina acercándose al escritorio. "Una tal Chiara Oliver está aquí y quiere verte," informó a la pelirroja. Aquella noticia hizo a Violeta enderezarse, mirando con nerviosismo hacia la puerta ligeramente abierta de su oficina.

"Que pase," respondió, sintiendo curiosidad de lo que podría querer Chiara.

La jugadora entró a la oficina enseguida. Llevaba unos vaqueros oscuros y una chaqueta verde con cremallera de las Hódar Hurricanes, parecía nerviosa e inquieta, y en cuanto sus ojos se posaron en los de Violeta, la pelirroja pudo ver la preocupación en ellos. "Lo siento muchísimo de verdad, perdón".

"Supongo que es un riesgo laboral, no te preocupes Oliver," contestó la magnate con una sonrisa pero arrepintiéndose enseguida de haberla puesto pues ese gesto le generó una punzada de dolor en la cara. "Estoy segura de que no lo hiciste a propósito."

"Por supuesto que no," contestó la morena. "Yo solo quería coger el balón que iba largo y creo que alguien me dio un empujón por detrás y entonces le di un codazo en la cara sin querer y después caí encima de usted y-. Lo siento mucho."

"No era necesario que viniera hasta aquí para disculparse."

"Me siento fatal", dijo Chiara dejándose caer en el reposabrazos de uno de los sillones que se encontraban frente al escritorio de Violeta.

"Pues no se sienta mal," contestó la pelirroja con la sonrisa más pequeña que pudo ofrecer.

"No he dormido en toda la noche pensando en esto. Tiene que dejarme compensarle."

Violeta notó un pequeño tono de sugerencia en aquella frase, aunque estaba segura de que para nada era la intención de la morena, pero su cuerpo no pudo evitar reaccionar levemente, sintiendo un pequeño escalofrío de arriba a abajo. "Como ya le he dicho," comenzó Violeta, "No creo que eso sea necesario."

"Solo una cena", ofreció Chiara poniendo cara de pena. "Por favor."

Violeta iba a negarse una vez más, pero la morena se inclinó hacia delante, insistente. "Piense en esta invitación como una oportunidad perfecta para conocer a su jugadora estrella," añadió Chiara con una sonrisa gigante y Violeta suspiró, comenzando a notar que ya se empezaba a sentir de acuerdo con la invitación.

"Oliver..." empezó la pelirroja casi en un susurro pero la más joven la interrumpió.

"Señorita Hódar, si no me deja invitarla a una cena de disculpa, no podré dormir esta noche ni la de mañana ni la de pasado mañana así que estaré agotada y eso probablemente afectará a mi rendimiento. Empezaremos a perder partidos y luego-"

"Está bien, está bien," dijo Violeta con la palma de la mano extendida para interrumpir la verborrea de la morena. "Si es por el bien del equipo podemos ir a cenar."

"¡Perfecto!"

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Las dos mujeres acordaron encontrarse en un restaurante que Chiara conocía pero del que Violeta nunca había oído hablar en todo su tiempo en Madrid. La pelirroja fue la primera en llegar, y no pudo evitar admirar el Range Rover con las llantas negro mate en el que la más joven llegaba, mientras la esperaba fuera del restaurante.

Dream Team // KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora