Capitulo 3

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Neferet


Había pasado la media mañana de un domingo somnoliento, cuando Neferet mandó a sus hilos de la Oscuridad abrirle paso y permitirle ir a la deriva a su espesa nube de sangre y muerte hacia la acera en frente del Mayo. Ella enderezó su blanco traje Armani y peinó hacia atrás su largo cabello castaño. Neferet estaba lista para su glorioso retorno al ático que le esperaba en medio del mármol, piedra y terciopelo de la azotea. Abrió la puerta vintage de latón y vidrio, después se detuvo justo dentro de la entrada, suspirando felizmente ante el gran salón de baile que se abrió frente a ella, resplandeciente en mármol blanco, columnas esculturales, grandes accesorios del año 1920, y una escalera doble que se curvaba hasta el pasillo con la gracia de la sonrisa satisfecha de una diosa.

Sus oscuras cejas se levantaron. Su mirada esmeralda se afiló. Neferet estudió su entorno con renovado interés.

—Este es, de hecho, un edificio lo suficiente exquisito para ser el templo de una diosa. —Neferet sonrió. —Mi templo. Mi hogar.

—Señorita Neferet! ¿Es realmente usted? Hemos estado tan preocupados de que algo terrible le hubiese sucedido cuando su ático fue destrozado.

Neferet miró del gran salón de baile a la joven que le sonría desde atrás del escritorio de la recepción.

—Mi templo. Mi hogar. Mis suplicantes.

Ella sabía lo que debía hacer. ¿Por qué le había tomado tanto tiempo pensar en ello? Posiblemente porque nunca antes había absorbido tantas muertes a la vez, justo como había hecho momentos antes de llegar al Mayo. Al igual que sus fieles zarcillos, Neferet estaba pulsando con poder, y ese poder enfocaba y aclaraba sus pensamientos.

—Sí, eso es exactamente como debe ser. Cada humano en este edificio debe adorarme.

—Lo siento, señora. No entiendo a lo que se refiere.

—Oh, lo harás. Muy pronto lo harás.

 La radiante sonrisa de la recepcionista había comenzado a desvanecerse. Con movimiento sobrenatural, Neferet se deslizó hacia ella. Echó un vistazo a la etiqueta dorada con el nombre de la chica.

—Sí, Kylee, querida. En breve me vas a entender por completo. Pero primero vas a decirme cuántos huéspedes están actualmente alojados en el hotel.

—Lo siento, señora,— dijo Kylee, mirándose profundamente incómoda. —No puedo dar esa información. Tal vez si me dijera lo que necesita yo...

Neferet se inclinó hacia adelante, acariciando con su mano la costosa tapa de mármol del mostrador de la recepción, interrumpiéndola y capturando la mirada de la chica.

—No me vas a cuestionar. Tú nunca me vas a cuestionar. Harás lo que yo te mando.

—L-lo siento, señora. No era mi intención ofenderla, pero la información sobre los huéspedes del hotel es confidencial. Nuestra-nuestra política de p-privacidad es una de las cosas sobre las que somos más d-diligentes,— ella tartamudeó, sus manos temblaban nerviosamente mientras se aferraba a la cadena de oro que sostenía un crucifijo alrededor de su cuello.

Incluso si Neferet no fuera psíquica, habría sabido el alcance del miedo de la chica, la pequeña Kylee apestaba a él.

—¡Excelente! Ahora que van a estar siguiendo mis órdenes, espero que sean aun más atentos en cuanto a la privacidad, mi privacidad.

—Disculpe, señora. Quiere decir que usted ha comprado el Hotel Mayo?

La confusión de Kylee se intensificaba junto con su miedo.

Redimida (La Casa De La Noche 12)Where stories live. Discover now