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Las puertas del elevador se abren permitiendole a Derek el paso.
Habia llegado al segundo piso de un alto y moderno edificio en medio de la ciudad de Londres donde se ubicaba la oficina del señor Paul Roden, un prestigioso abogado que supo ser la mano derecha de su familia durante mucho tiempo.
—Buenos días, vengo a ver al señor Roden— hablo a su secretaria. —Soy Derek Whiteley.
la muchacha se puso de pie. —Por supuesto, lo está esperando en su oficina.
Derek agradece y camina por el lugar, sin dar más de diez pasos ya se encuentra frente a su puerta, la cual tocó con sus nudillos con algo de cautela.
—Adelante.
Al oírlo, abrió su puerta lentamente y al verlo, el abogado abandonó su lectura abruptamente y se deshace de sus anteojos para ponerse de pie.
—Derek— Roden parece alegre y hasta sorprendido. —Bienvenido.
él asiente. —Gracias— procede a estrechar su mano.
Mientras Derek toma asiento, Roden procura poner un poco de orden en su escritorio apilando carpetas y papeles que su secretaria guardará más tarde.
—¿Cuando llegaste a Londres?— Roden toma asiento frente a él.
—Aterricé en Londres hace exactamente...— Derek observa su reloj de muñeca. —Cinco horas.
—Entonces supongo que no rechazaras una taza de café.
Derek rió. —Al contrario, se lo agradeceré.
Roden se comunica con su secretaria y le pide dos tazas de café.
En la espera, el abogado coloca sobre el escritorio una carpeta azul mientras le comenta a Derek el clima cambiante que ha tenido Londres las últimas semanas y que lo llevaron a ganarse más de un resfriado.
Ya con las dos tazas de café humeante frente a ambos, la secretaria se toma el tiempo de preguntar si necesitan alguna otra cosa y ante la negativa de su jefe, procede a abandonar la oficina para que continúen su reunión.—Tú madre era una buena persona y una gran amiga— reconoce Roden con cierta nostalgia. —Aún se me hace extraño estar aquí ahora, hablando sobre el testamento que dictó.
Derek asintió, claramente lo entendía muy bien. —Me sucede lo mismo— bufó. —Maldigo ese accidente cada día.
Roden recogio sus anteojos. —Claire era una persona muy especial, estoy seguro que debe estar muy orgullosa de tí muchacho.
—Eso espero— murmuró para luego mostrar una sonrisa. —Aúnque jamás me perdono por no haber sido doctor— rió al recordar contagiando al abogado.La seriedad volvió a reinar la oficina, Roden se colocó sus anteojos y procedió a abrir la carpeta frente a sus ojos no sin antes beber un poco de su café.
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prohibido.
RandomRowan es una joven y bella muchacha que, para su desgracia, vive una vida infeliz al lado de su esposo, William, y tras las paredes -y secretos- de una enorme mansión. Hasta que una llegada repentina lo cambia todo. Tras la muerte de su madre, Derek...