Prólogo

114 16 1
                                    

1987, Boston.

El aleteo desesperado de los pájaros, el azote enfurecido del viento contra las hojas de los árboles frondosos del exterior es la respuesta ante un clima algente allá afuera; es el antónimo a la calidez amena que se apodera del hogar de los Kim.

Se siente tibio dentro, sin embargo no es la calefacción lo que genera esa sensación, sino el plácido momento familiar. Quien transite por la vereda puede ser afortunado de guardar en su memoria la imagen de ellos intercambiando risas a través de la ventana.

Taehyung clava el tenedor en el fettuccine y lo gira para enroscarlo alrededor de éste, lo lleva a su boca y mastica aceleradamente, complacido al degustar la salsa Alfredo; sin duda su madre es la mejor cocinera del mundo, y ni hablar de lo estupendo que le ha quedado el pollo paprika, es una encantadora explosión de sabores para su exquisito paladar.

—Cariño, ¿y qué tal la escuela? ¿Sí te agrada? —Interviene Domenica en tono afable, sin quitar aquellos ojos esmeralda que rebasan hermosura de su hijo mayor y curvando los labios en una sonrisa.

Taehyung termina de masticar y en un carraspeo formula una respuesta.

—Estoy cómodo ahí, mamá. —Se sincera, haciendo contacto visual con su progenitora.

—Sabes que si en algún momento quieres cambiarte de escuela, apoyaremos tu decisión, mi amor. —Ladea el rostro con ligereza, toma la jarra con jugo de naranja dentro con ambas manos y comienza a servirle a cada uno en sus respectivos vasos—. O si es que tienes algún interés mayor en las artes, en la música o en la ciencia, podríamos enviarte a una escuela que se enfoque en ello.

Vio a Dongwook asentir con complicidad a Domenica.

—Lo sé y muchas gracias, pero me gusta la escuela en la que estoy —rechaza lo propuesto con amabilidad.

A decir verdad, Taehyung poco ha interactuado con sus compañeros, solo tiene un grupo muy reducido de 3 amigos; sin embargo, está conforme y contento con eso, no le hace falta una cantidad exorbitante de amigos.

—¡Hermanito, deberías ir a una escuela de artes, dibujas muy bonito! —Agrega Seongjin, con chispitas de emoción, tirando del brazo de su hermano mayor.

—No lo creo —dice, apenado—, solo es un pasatiempo.

Tras inhalar profundamente, revuelve la cabellera castaña del niño a manera de juego.

—¡Serás un gran artista! —Da un pequeño brinco en el asiento.

Taehyung solo lo observa, enternecido y con una casi imperceptible sonrisa.
La cena transcurre en temas más triviales, intrascendentes, pero sin dejar de ser entretenido. Al concluir, cada uno va a sus respectivas habitaciones dispuestos a descansar para mañana despertarse temprano; los Kim trabajan, mientras sus hijos tienen escuela, nada fuera de lo habitual.

[...]

Es una mañana sosegada, el cielo se tiñe más azul de lo normal; a comparación del frío que hizo ayer, la capa de calor se ha vuelto ligera, por tanto es tolerable.

Todos están en grupos, conversando y riendo a un volumen nada considerable; a excepción de Taehyung, quien se ha envuelto en los brazos de Morfeo, encorvado, de brazos cruzados sobre la carpeta y la cara escondida.

¡Plas, plas, plas!

Los alumnos aplauden de repente, en su mayoría féminas, Taehyung pega un brinco del susto y observa en todas direcciones, algo desorientado. Eleva la mirada hacia el frente con discreción y apoya la barbilla en su mano, experimentando tensión levemente.

El señor Harris ya ha acomodado el maletín y las tizas como de costumbre; al lado un rubio se mantiene de pie, firme, parece disgustado con cargar el peso de las miradas curiosas de todos sobre sí como si fuese alguna atracción creativa en una exposición.

—Preséntate. —La voz del docente sale suave, sin embargo para el blondo se escucha a una sonata tocada en un instrumento desafinado.

—Soy Jeon Jungkook, muchos ya me conocen. —Suelta una risa tímida— No estaba en mis planes presentarme, pero este es el castigo por llegar tarde. —Prosigue al notar que todos hacen silencio repentinamente al prestarle máxima atención y le resulta incómodo.

—¡Volvió el vendedor de leche! ¡Hurra! —Hace mofa un compañero, recibiendo un regaño a cambio por parte del docente.

Procurando ser discreto, Jungkook levanta el dedo medio directo al muchacho por el comentario innecesario que ha lanzado (sin ser pillado en plena acción porque el señor Harris no se comportaría muy amable que digamos), siendo eludido por éste mismo. Desea que la tierra se lo tragara al recordar que realizó un comercial para una marca de leche cuando era niño. Fortalece el agarre en una de las tiras de la mochila y se palmea el bolsillo delantero a sí mismo con inquietud, esperando la aprobación del docente.

—Siéntese en ese pupitre, joven Jeon. —Señala un pupitre ubicado al lado de Jenna.

—Gracias —dice por último.

En pasos descansados, se aproxima hasta el pupitre para proceder a tomar asiento, siguiéndole un suspiro aliviado. Las miradas ajenas no tienen la intención de desviarse de Jeon; así que él agacha la cabeza en busca de ocultarse el rostro, sintiéndose empequeñecer. El cuerpo se le había puesto rígido del nerviosismo por recibir tanta atención.

—Ahora comencemos, miren a la pizarra y sin chistar; a menos que sea para preguntar acerca de la clase. —Impacta la regla de madera contra la pizarra y, en un instante, logra obtener la atención de todos los alumnos.

Si bien varios se han sobresaltado por el súbito acto del maestro, evitan evidenciarlo, mostrando imperturbabilidad. Harris indica la página del libro correspondiente al tema de hoy, consiguiendo que todos se logren ubicar ahí.

you suck too! › taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora