Familia

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Quién lo diría, el destino suele ser muy injusto no algunas sino varias veces.

Dos gemelos estaban sentados en la recepción de aquel hospital, ambos con la vista perdida en algún punto de el suelo, Aspros el hermano mayor y Defteros el hermano menor, ambos gemelos, ambos con el corazón destrozado. Apenas eran estudiantes de preparatoria y si no fuera por las tragedias que habían sucedido hacia una horas quizás hubieran sido los chicos más felices de el mundo. ¿Por qué la situación? Por unos hechos bastante siempre y dolorosos.

Todo había comenzado esa mañana, ambos se habían preparado para ayudar a su madre en un día de hacer los deberes de la casa puesto que ese día no había clases, su madre, una hermosa mujer de piel morena, cabello azul y ojos verdes, estaba embarazada también de gemelos de nuevo, una alegría para esa pequeña familia de cuatro, pero mientras estaban tendiendo la ropa su madre había empezado a tener contracciones, Aspros había ido a buscar el teléfono para llamar una ambulancia mientras que su hermano Defteros la llevaba al sofá y la ayudaba a estar calmada, pero algo no estaba bien. Su madre gritaba y lloraba de dolor. ¿Así había sido su embarazo cuando lo iba a tener a ellos dos?
Aspros había regresado para informar que la ambulancia iba en camino y también su padre.
Para su suerte la ambulancia no habia tardado en llegar, habían llegado al hospital en menos de media hora y su padre había llamado diciendo que estaba en camino.
Al momento de entrar en labor de parto algo había salido mal y su madre apenas al dar a luz al segundo gemelo respiro por última vez, sin poder ver a sus nuevos pequeños ni tocarlos. Para rematar su dolor, su padre al ir a exceso de velocidad para poder llegar al hospital había chocado y perdido la vida.
Dos vidas se fueron ese día y dos nuevas habían nacido.

El doctor se dirigió a ellos y les había informado que sus hermanos estaban siendo bañados, que en un momento los traerían pero que no se los podían llevar a menos que un adulto venga por ellos.
Al irse, ambos no dijeron nada durante un rato, Defteros se levantó de el asiento y se alejo de su hermano mientras sacaba su teléfono, marco los números correspondientes y espero la llamada, Aspros no tuvo que preguntar quién era, cuando Defteros termino de hablar se sentó de nuevo al lado de su hermano y se apoyo en sus rodillas con sus codos y se tapo la cara derramando las lágrimas que no pudo retener más. Aspros por su parte sentía demasiadas emociones en ese momento que no sabía cómo reaccionar solo se quedó ahí, observando a la nada.

Tiempo después dos hombres gemelos, un albino y un azabache ingresaron al hospital, Defteros al verlos no pudo evitarlo y corrió a abrazar a uno de ellos, llorando en su camisa.

–Tío Caín... Tío Abel... Nuestros padres...– No pudo terminar la frase, su voz se quebró por fin y sollozó abrazado a uno de sus Tíos.

Ambos se miraron con tristeza y suspiraron, acercándose a Aspros y abrazándolo, los cuatro los necesitaban en ese momento, Aspros también dejo caer su barrera de frialdad y lloro en el hombro de Abel, ya no soportando el dolor.

–Familiares de sega Géminis...– Anuncio el doctor.

Caín y Abel se separaron de sus sobrinos y los dejaron abrazados y desahogando sé entre ellos.

–Si, somos sus hermanos.– Respondió Caín siendo seguido por su hermano.

–Los bebés están en buen estado, ya están limpios solo necesitamos hacerles unos análisis más, que firmen unas cosas y podrán llevárselos.– Dijo con seriedad y rapidez el albino.

Ambos hablaron un poco más sobre los detalles de el parto y el estado de los bebés mientras otros jóvenes lloraban abrazados en unas sillas, por las pérdidas de dos de las personas que más amaban...










Ya habían pasado 3 años de aquella perdida y todo parecía normal, Caín y Abel se encargaban de dar el dinero para la casa y los estudios, Aspros y Defteros se encargan de estudiar y los fines de semana trabajaban de medio tiempo en una tienda, pero los cuatro tenían una tarea en común, cuidar de los más pequeños de la casa, Saga y Kanon.
Al principio si habia sidi difícil acostumbrarse pero con el tiempo y paciencia se habían logrado acomodar y ser felices, vieron a Saga y a Kanon caminar y decir sus primeras palabras. Saga había dicho "Abel" mientras que Kanon había dicho "Ashplosh" aunque no muy bien, había sido sorprendente, todo parecía normal nada de el otro mundo... Hasta ahora.

Era apenas las 4:30 p.m, Caín estaba en el jardín cuidando sus flores, Abel estaba en la cocina lavando los platos, Aspros y Defteros estaban haciendo tarea en el comedor mientras Saga y Kanon jugaban con unos bloques, todo normal, Saga y Kanon ya sabían hablar mejor, todo tranquilo...

–¡¡¡AHHHHH!!!

El gritó sobresalto a todos en la casa, Aspros y Defteros fueron los primeros en ir corriendo hacia donde estaban sus hermanos, Abel también corrió pero había dejado caer un vaso, ¿Eso que importaba ahora? Y Caín llegó también al instante.
Al llegar con los gemelos pequeños vieron que no había nada pero Saga estaba escondido debajo de la mesita del centro de la sala y Kanon estaba llorando con los bloques esparcidos en el suelo.
Defteros cargo a Kanon intentándolo calmar mientras los otros tres sacaban al un Saga muy asustado y llorando a todo pulmón.

–Ya Saga, aquí estamos, ¿Qué pasó?– Pregunto Aspros mientras cargaba a su hermano.

Por su parte el pequeño se negó abrir los ojos, se tapo la cara y lloro con más fuerza, asustando más a Kanon y provocando que llorar al mismo ritmo que su gemelo. Los tíos y gemelos mayores no entendían que pasaba.

Mientras que por la mente de Saga, no dejaba de recordar aquel ser, esa cosa horrorosa, el estaba tranquilo jugando con su hermano cuando levantó su cabecita y al hacerlo todo se había vuelto negro de la nada, un hombre estaba parado frente a él a unos 6 metros de distancia, pero su cuerpo era totalmente negro igual que todo a su alrededor, al levantar más la cabeza él hombre... ¡ESTABA DEFORMADO! Su rostro estás ¡DEFORMADO! En una horrible expresión, su boca estaba torcida hasta la mitad de la cara, sus ojos eran demasiado grandes, con las pupilas muy negras y las venas muy marcadas y la poca piel que veía parecía estar desgarrada y quemada. Fue por aquella horrenda imagen que Saga gritó, sin darse cuenta que había destrozado la torre d bloques de su hermano y por eso corrió a esconderse y comenzó todo aquello.

Ambos menores por fin habían logrado dormir pero la inquietud que se presentía en el aire seguía.

–Aspros, Defteros, ¿No vieron nada inusual en los pequeños?– pregunto con angustia Abel, eran muy pocas las veces que podía verlo así.

–No, nada, solo escuchamos el gritó y así como ustedes los encontramos así.– respondió por los de Aspros.

–Abel, mañana hay que ir con Odysseus a decirle lo dicho, tengo un muy mal presentimiento de esto...– Dio su preocupación el albino.

Todos estuvieron de acuerdo, así que por esa noche durmieron temprano, Caín y Abel tardaron más ya que habían limpiado el vaso roto que Abel había soltado.

–Caín... Tu crees que...

–No hay que decir nada hasta estar seguros...

Ambos tenían una teoría de lo que podía pasar pero esperaban que no fuera así... Qué desgracia que al destino le gusta jugar.

Continuará...

Esquizofrenia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora