Un famoso clic

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Amaba el clima frío, se consideraba un adicto a todo aquello que estuviera relacionado con el frío, pero casualmente su corazón no se sentía de esa manera. Había una especie de calor dentro de él, algo que sólo surgía cuando tenía a JongHoon cerca, muy cerca. Justo como en ese momento.

— Solo te pregunte si querías salir el fin de semana, no era necesario que me golpearas — el más bajo realmente se veía afectado por el golpe, pero es que vamos, ni con reflejos evolucionados se habría esperado eso.

Había llegado de sorpresa a visitar al menor y como este parecía tan concentrado en sus deberes le pareció buena idea acercarse y preguntarle de la forma más casual posible si le apetecía salir el fin de semana. Lo que no pudo prever de esa invitación fue el impulso que tomó el castaño para encestarle un buen golpe en la cabeza para luego girarse a insultarlo.

Para KyuHyun la sorpresa duró una fracción de segundo y dio paso a una sensación completamente desconocida para él, no por nada se encontraba sujetándose como si estuviera a punto de desmayarse. Solo recordar la vibración de su voz tan cerca de él le provocaba escalofríos. Estaba bajo su hechizo.

— Me culpas a mi cuando el idiota fuiste tú.

Ah, pero claro. Era un pecado mantener su boca cerrada.

— Los días en los que discutimos no deberían contar como parte del reto — renegó JongHoon manteniendo la mirada fija en el castaño.

— ¿Y te parece que siendo novios las discusiones no llegarán? — se mofó con total descaro — Solo debes aceptar tus errores y pedirme perdón.

El suspiro del mayor le hizo tensarse, un nudo comenzaba a formarse en su estómago.

— Tienes razón.

— ¿La tengo? — quiso patearse por la forma tan chillona en qué salió esa pregunta.

— Si, la tienes — dio un par de pasos lejos del menor — Las parejas tienen discusiones incluso para aliviar el estrés una vez que la explosión de emociones acaba.

Lo había captado. JongHoon había captado el mensaje fuerte y claro. KyuHyun no quería salir lastimado.

— Ustedes dos, ¿no les parece qué hay mejores lugares para discutir que una tienda? — RyeoWook había hecho acto de presencia desde el momento en que el quejido del mayor espanto a unos clientes, pero ser espectador de esos dos era mucho más importante.

— Te equivocas, aquí el único que discute con todos eres tú.

"Esto me pasa por chismoso"

— No recuerdo pagarte para ser tan mal hablado — sonrió forzosamente — Es más, ni siquiera recuerdo pagarte por ahuyentar a los clientes porque al único que deseas atender es a JongHoon.

Si él menor le cortaba la lengua al menos estaría feliz de haber tirado sus últimas gotas de veneno sobre él.

— Por chismoso no creciste — soltó entre dientes el más alto.

JongHoon, que hasta el momento observaba la pequeña riña en silencio, se acercó al pequeño castaño y le dio un pequeño apretón en el hombro izquierdo.

— Agradezco mucho tenerte como fuente confiable para poder descifrar a KyuHyun.

— Ni me lo digas — se llevo una mano a la cabeza tirando un poco de sus cabellos — Terminare usando un peluquín por culpa de este engendró.

— Que la vejez golpee tan rápido a tu puerta no es mi culpa — se excusó mirando mal a los dos mayores.

— Oye, JongHoon — se giró a ver al moreno — ¿Qué le viste al cretino este?

Tanto KyuHyun como JongHoon se vieron realmente sorprendidos por aquella pregunta, que si bien no era algo que no hubieran mencionado antes, tampoco era un tema que tocaran con frecuencia. Por lo que fue sumamente difícil evitar llevar su mirada hacia el otro.

La sonrisa que comenzó a formarse en los labios del mayor lo obligaron a contener la respiración.

— Hice clic.

¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!

Claro que él sabía lo que eso significaba, había visto una película sobre eso. El aire que había mantenido en su pulmones salió estrepitosamente provocando una fuerte exhalación que atrajo la atención de los otros.

— Y tuviste que reducir eso a un estupido reto — la mirada de desaprobación de RyeoWook tenía dueño.

Eran contadas las ocasiones en las que KyuHyun admitía haberla cagado, pero esto, esto era algo completamente surrealista. Su estómago iba a explotar con tanto estrés.

— KyuHyun es diferente, sabía que para conquistarlo tendría que crear métodos diferentes — sonrió con ternura hacia el castaño. Su corazón no mentía al ver al menor.

— Yo... — estaba mudo. KyuHyun sentía sus labios sellarse cual conjuro.

Para RyeoWook las cosas no distaban de ser diferentes, él solo era un espectador en toda esa situación, pero había terminado profundamente conmovido por las palabras de JongHoon. Es que hasta sus manos habían empezado a sudar.

— Creo que estoy quitándoles mucho tiempo — se acercó al castaño más alto para sujetar sus mejillas — Evita enojarte tanto o te saldrán arrugas — con una pequeña sonrisa se giró hacia su amigo — Lamentó las molestias.

No dejando que los menores reaccionaran salió del local con la esperanza de que no escucharan el desenfrenado latir de su corazón.

— Para cuando esto termine tendré que ir con un cardiólogo para que tranquilice a la bestia.

En la tienda, RyeoWook y KyuHyun seguían en completo silencio, uno que se vio interrumpido cuando el más bajo se acercó al menor.

— Tú sueles hacer cosas muy estupidas y temerarias, pero esto... — señaló la puerta por donde había salido el mayor — Tu conciencia no te dejará tranquila después de saber que pusiste como trofeo los sentimientos que tiene hacia ti.

— No se que te hace pensar que mis sentimientos no son igual de intensos.

— Entonces dime, KyuHyun, ¿te habría gustado iniciar una relación con JongHoon y tiempo después darte cuenta de que tú habías sido un reto para él? — atacó manteniendo la mirada sobre su amigo.

— Esto es completamente diferente y lo sabes — trato de defenderse mientras sentía su pulso acelerarse.

— ¡Pero claro que lo es! — exclamó Wookie molesto — Si fuiste tú quien le ofreció el mejor de todos los juegos.

Las manos del castaño más alto estaban heladas, la punta de sus dedos parecía un témpano de hielo.

— Él sabe que no es un juego.

— ¿Lo sabe? — inquirió RyeoWook.

— Lo sabe — aseguró sujetando con fuerza la tela de su camisa.

— Entonces ve y díselo.

— ¿Qué le diga qué? — preguntó comenzando a notar el temblor en su cuerpo.

— Eso — suavizó su mirada hacia el menor — Que tú también hiciste clic.

Y entonces lo sintió, el estallido de emociones en su interior afirmando lo que él ya sabía.

"También hice clic".

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