Capítulo 1

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Capítulo 1: El Último Partido.

By:
Kim Hye-Won.

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Y aquí estaba esta tan conocida sensación... Como en cada juego importante, el aire está cargado de electricidad mientras entro en la cancha. El eco de los aplausos y gritos de los fanáticos llenan el inmenso estadio que tantas veces he pisado.
Solo que ahora es diferente... Hay algo diferente. No solo es el último partido del año y de la temporada, también es mi última oportunidad de dejar mi huella en el baloncesto universitario de Estados Unidos antes de regresar a Corea.

Llevo en éste país desde mis 10 años, y aunque ahora tenga 22, no puedo sentirlo como si fuera mi hogar. Si no fuera por mi padre, realmente no me queda nada, ni amigos, ni motivos por los cuales quedarme. Solo mi maldita pero tan adorada profesión deportiva.
La relación con mi padre siempre ha sido de lo más preciado en mi vida, pero el último tiempo lleva ocupado con su trabajo y su nueva familia. Para nada me molesta, pero prefiero estar en un sitio donde me tomen en cuenta.
Si bien siempre supuse que ella estaba enferma, desde que mamá fue diagnosticada con "trastorno bipolar con síntomas psicóticos" hace dos años y tal vez un poco más, todo viene en picada. Mis estudios, el deporte que amo, mi familia, lo que se supone que eran mis amistades, y mi vida de por sí.
Aunque... No puedo evitar pensar si "¿Realmente algo alguna vez estuvo bien? ¿O solo me intenté convencer de aquello?".

Mi respiración comienza a agitarse a la vez que parpadeo rápidamente en un intento de evitar tener mis ojos aguados... Todos estos pensamientos se oyen como gritos agudos en un altavoz puesto en su máxima potencia, pero como es costumbre, aquellos sonidos ensordecedores desaparecen en cuanto comienzo a entrar en la cancha.
Ahora puedo respirar mejor, y mi pulso se vuelve veloz debido a la adrenalina de estar parada aquí.

El juego comienza rápidamente, el balón se siente tan familiar en mis manos que encaja perfecto, la textura áspera contra mis dedos, el color anaranjado, el ruido de los pasos contra el brilloso piso de madera... Mis ojos escanean la cancha, solo busco una apertura, esa maldita apertura.
Y la encuentro, para convertirla en una oportunidad de demostrar lo que puedo hacer, lo que Kim Hye-Won puede lograr.

Con un rápido movimiento de amague, driblo entre mis defensores de manera escurridiza, esquivando sus intentos de detenerme. Luego de unos minutos, mi mente por fin está en calma, mi cuerpo ya no duele y solo se mueve con gracia y precisión mientras me acerco al aro con confianza.
En ese instante, el mundo se reduce a la cancha frente a mí, y el sonido ensordecedor de la multitud se desvanece en el fondo. Siento una conexión profunda con el juego, una sensación de paz y plenitud que solo encuentro cuando estoy en la cancha. Doy un giro rápido, me lanzo hacia el aro, a la vez que el balón se eleva en el aire con un suave zumbido antes de hundirse limpiamente a través de la red. Los fanáticos estallan en un coro de vítores y aplausos mientras me dejo sumergir en la emoción del momento.

El partido continúa con una intensidad creciente, estábamos jugando con nuestro típico rival de años. Mi equipo llevaba 3 años en derrota por aquellas muchachas de camiseta verde, y esta vez me encargaría de cortarles la racha.
Ibamos casi igualadas, cada posesión era una batalla en la lucha por la victoria. Cada vez hay menos tiempo... Necesitamos la victoria.
En cuestión de segundos, me encuentro en el centro de la acción, defendiendo con ferocidad y atacando con astucia a una contrincante que adoraba jugar sucio, pero ella no sabía lo determinada que hoy estaba con tal de llevar a mi equipo hacia la gloria en mi último juego.

Comenzamos a sacar ventaja de puntos, quedando 20 arriba. Pero no podíamos bajar la guardia, al menos no todavía.

Cuando quise pensar, suena la bocina final, el estadio estalla en celebración mientras abrazo a mis compañeras de equipo con alegría y gratitud. Es un momento de triunfo único y camaradería absoluta, un recordatorio de por qué amo este juego con todo mi corazón.

(...)

Esperé dentro de los vestidores a que casi todos se marcharan, sabía que si me veían querrían que saliera a festejar con ellos en forma de despedida también, pero realmente no lo deseaba... Mi manera de decir adiós, fue dándoles la victoria en bandeja de plata, con casi todos los puntos hechos por mí.
Mientras camino fuera de la cancha, repaso mi lista mental de "cosas por hacer"... Tengo que ir a despedirme de mi padre, y como si lo hubiese llamado con la mente, mi móvil suena en los bolsillos de mis pantalones.
Lo tomo en mis manos, y en automático contesto su llamada.

— ¿Padre? Estoy camino a su casa.— Hablé apenas lo escuché del otro lado.— Gané el partido, encesté un triple que tendría que haber vis...— Fui interrumpida.—

— Lo siento Hye-Won, ha surgido un imprevisto...— Respondió, aunque podía percibir la voz de su pareja de fondo.— Hablamos luego.

"Cortó la llamada", susurré para mí misma... Quedé en el medio de la acera, con el corazón partido. Tomé aire, y guardé mi móvil.  Ese estúpido imprevisto se llama Anne, la rubia oxigenada con voz de silbato que tiene casi mi edad, pero que es pareja de mi padre. Era una relación de su parte, únicamente por conveniencia y todos lo sabían.
Mis piernas se sentían agotadas casi en su totalidad, pero sé que este no es solo el final de un partido o una despedida, sino el comienzo de un nuevo capítulo en mi vida.

Y si me pusiera a hablar acerca de que clases de capítulos tiene mi vida, podríamos hablar de quizás una tragicomedia absurda, donde deseas entrar a la película para golpear al personaje principal. Pero, no es que sea culpable de todo a mi alrededor, solo supongo que podría haber evitado aquello que hoy en día cargo como una cruz.
Quizás regresar a Corea sea la peor decisión que pueda tomar, y tal vez todo siga de mal en peor. Pero ya lo había perdido todo, siento que ya nada podría empeorar a esta altura.

...¿Cierto?

Please, Don't Change...- Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora