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Salió de su casa, camino a lo que parecía una cafetería, puesto que se juntaría con un amigo de su infancia. Sonrió al verlo a lo lejos, sentado en una mesa que estaba afuera de aquella conocida cafetería.

¡Marc! ¿Cómo estás, corazón? Sonrió con emoción al susodicho, mientras éste la abrazaba y le corría la silla para que se sentase.— Tan caballeroso como siempre.

Hace muchos años no te veía, estás preciosa, (N) —Halagó el chico.— ¡Mírate!

Río con devoción al recibir aquel cumplido de su amigo.

Marc Jacobs era un muchacho de tez pálida, con pecas, de cabellos rizados de color casi rubio y de ojos verdes.

Era guapo, tenía que admitirlo, más nunca lo vio como algo más.

Su corazón le pertenecía al locutor de la radio.

Pidieron dos cafés y continuaron la charla como si nada. Poniéndose al día con sus asuntos.

Marc le comentó a su amiga de que pronto volvería al país en donde se encontraba actualmente, apenado de no poderse quedar más días con ella.

Ninguno de los dos se había percatado que lejos de ahí, los observaba aquel asesino, con recelo al ver cómo la chica se reía con alguien más que no era él.

Alastor, quien escuchaba a lo lejos las risas, se imaginó mil y un formas de cómo deshacerse de aquel imbécil. Oh, iba a disfrutar escuchar sus gritos como nunca...

Enterró finalmente el cuchillo en su pecho, mientras reía como un completo loco, escuchando el sonido del arma entrar y salir, para luego ser salpicado con aquel líquido carmesí

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Enterró finalmente el cuchillo en su pecho, mientras reía como un completo loco, escuchando el sonido del arma entrar y salir, para luego ser salpicado con aquel líquido carmesí.

Oh, tendré que lavar ésto... Qué pena~

Dijo para sí mismo, percatándose de que su traje se había manchado.

Hasta que se dió cuenta del arte que había creado debajo de él.

Su sonrisa se ensanchó, al ver el cadáver cubierto de sangre de lo que parecía ser Marc Jacobs.

Su rostro había sido desfigurado debido al arma corto punzante que portaba el asesino.

Estuvo un buen rato divirtiéndose apuñalando su cuerpo, torturándolo.

Hasta qué, bueno, terminó su incesante agonía enterrando aquel arma filosa en su corazón.

Al menos así, su querida (N) estaría más segura de gente como él.

Gente que no tiene modales ni respeto hacia él o ella, no merecen vivir.

Se dispuso a ocultar la arma que utilizó y borrar toda clase de evidencia de aquel acontecimiento.

Un día de estos iría a la casa de aquella muchacha para darle algún obsequio, ya que últimamente no ha tenido mucho tiempo para verla.

Su trabajo de locutor, junto con su forma de entretenimiento como asesino le quitaban bastante tiempo y energía.

𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄 (Alastor y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora