Caminando de noche

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Cuando se piensa en lo cruel que es la vida nos cegamos ante los tropiezos de nuestros caminos cayendo ante las cosas maravillosas que ella nos da, o tal vez somos demasiado idiotas como para creer que lo malo que nos pasa no es más que una burla que esta hace a nuestra pobre existencia. Pensando que las historias de amor solo existen en los cuentos de hadas nos limitamos a ver las fantasías de aquellos que por arte de magia (o quizás ayuda demoníaca) pueden lograr lo que nosotros no. Nadie jamás imagino, que después de tantos años ellos pudiesen derrotar al consejo con sus propias manos. Arthur observó caer el cuerpo de Macedonia lentamente pensado en que el hacia unos minutos también había estado muerto, sus ojos parecían opacos después de despertar en un total ajetreo, quizá estaba cansado, quizá estaba distraído, o solo era que no se esperaba despertar después de lo sucedido. "Arthur" escuchó decir con eco dentro de su cabeza, esa voz que entre sueños podía escuchar, que le fastidiaba cuando reía y que amaba cuando pronunciaba su nombre mientras hacían el amor, esa misma vos se estaba dirigiendo a él, y su corazón comenzó a latir rápido. Alfred dirigió la vista a aquel chico de capa azul, sintió el corazón acelerarse dentro de su pecho, pero solo viéndolo ahí de repente todo lo malo se fue, sintió su cuerpo llenarse de algo cálido, de una sensación confortante. Dio un paso acercándose, había deseado tanto que Arthur regresase algún día, esperaba muriendo en vida por él, no tenía miedo de amarle por miles de años, el tiempo no era nada obstáculo para hacerlo incluso más allá de lo que pudiese vivir perduraría su amor, Alfred seria valiente y afrontaría todo por no dejar la memoria de su amado atrás, y ahora no dejaría que se lo volvieran a quitar.

-Todo este tiempo...- dijo con voz baja haciendo volver la mirada verde sobre el- ...todo este tiempo estuve seguro de que volverías- Arthur arrugó las cejas levantando un poco su cara como para evitar que las lagrimas que en un segundo parecieron en su rostro salieran de sus ojos, dio un paso para acercarse a su lobo, solo unos pasos más para tocarlo. -No tengas miedo- susurró el licántropo extendiendo una mano esbozando una cálida y enorme sonrisa mientras su voz se cortaba, el vampiro extendió atemorizado la mano llegando a un cuarto de distancia y volviéndola un poco a sí se decidió por apresurar su contacto.

-Alfred- dijo en sollozos enterrando el rostro en el hombro del chico lobo -...Alfred- un abrazo bastó para sentirse unidos otra vez, para estar seguros de que todo era verdad y que una etapa más había cerrado para comenzar con su feliz historia de amor.

-Lo teníamos bajo control, no tenias porque despertar- bromeó Scott recargado en un muro no muy lejos de ahí, cerrando los ojos y fumando un cigarrillo quería evitar levantar la mirada y ver al chico que se encontraba parado frente a él con una enorme sonrisa esperando ansioso ver esos ojos que para sí ayer había visto derramar lagrimas por él.

-Scott, de verdad estoy aquí, esto no es un sueño... yo..... también te extrañe- dijo con esa vos tan pacifica y sincera, la misma que dejaba en claro que decía la verdad. El pelirrojo dio una inhalación profunda de su tabaco y dejando salir lentamente el humo ladeo su cabeza y vio de reojo al chico mostrando una enorme sonrisa.

-bienvenido de nuevo Rex- dijo volviendo el cuerpo a su amigo y despegándose lentamente de la pared caminó atrapando con los brazos al chico de cabello casi blanco, quien le sostuvo recorriendo con sus manos la espada del pelirrojo sujetándose fuertemente de el. La luna se dejó ver magnifica en el cielo, y pétalos de los enormes arboles de Tabebuia se desplazaban bailando con el viento y adornando el maravillo reencuentro de dos parejas que ansiaban tanto volverse a ver.

-Entonces.... Alguien tiene hambre?- preguntó el rey vampiro ordenando a Howard que preparasen un enorme banque para celebrar el regreso de su hijo y del primogénito Jones.