La aguja venenosa.

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En los últimos días, todos notaron un cambio radical en la actitud de Alastor. Su cara siempre tenía su típica sonrisa, pero sus ojos denotaban tristeza y cansancio. Antes se la pasaba de un lado a otro, esperando el momento perfecto para fastidiar a los inquilinos, salía a tomar el té a la terraza y escribía sus ideas para sus futuras transmisiones de radio. Pero ahora se quedaba sentado en la sala, pensativo, bebiendo alcohol o se encerraba en su nueva recámara.

Charle estaba preocupada por él, quería ayudarlo, pero cuando quería preguntarle, Alastor cambiaba de tema inmediatamente y concluía con "No te preocupes" era evidente que algo le había pasado, pero no quería entrometerse en sus asuntos personales.

Husker y Angel pensaron que tal vez no debían hablar sobre el problema que tuvieron la noche pasada. Lucifer también se reservaba a decirle algo a su hija, no deseaba que se preocupe más de lo debido y al juzgar por la actitud de Alastor este tampoco quiere que nadie sepa sobre Erion y lo que posiblemente le había hecho. Así que todos concordaron en que es mejor darle su espacio y esperar a que esté listo para hablar. Aun así, se esforzaban por tratar de animarlo, pero cada intento era inútil, nadie lograba que Alastor compartiera sus sentimientos y según Husker él nunca lo hará, con el paso del tiempo volverá a hacer el mismo odioso de antes.

Lucifer podía comprender un poco la razón de esa actitud reservada, la empatía lo obligaba a querer estar cerca de él, no pretendía que Alastor se abriera y le contará lo que paso, simplemente quería acompañarlo en su dolor.

En unos días habían formado una extraña relación, no romántica, no amistosa, simplemente un vínculo que no tenía nombre y gracias a ese extraño lazo Lucifer logró que Alastor se sintiera un poco más animado. Se la pasaban juntos casi todo el tiempo, era extraño por qué ninguno de los dos hablaba y cuando lo hacían su conversación era frívola y sin importancia, o eso es lo que creían los inquilinos del Hotel. Para Alastor hablar del trabajo, comida o incluso la decoración de su espacio personal, era una buena forma de mantener su mente distraída y al parecer a Lucifer le gustaba escucharlo, aunque en algunas ocasiones ambos terminaban insultándose por razones estúpidas, aún así  se mantenían juntos.

Al principio Charlie no estaba del todo segura de dejar que su padre se encargase, pero al ver que Alastor no rechazaba su compañía decidió no intervenir.

[...]

Antes que su alarma sonara, el demonio radio ya estaba despierto, se encontraba en su habitación, recostado en su sofá, esperando a que Lucifer toque su puerta para empezar con su rutina del día.

A pesar de haber cambiado de habitación, no podía recostarse en su cama, ni siquiera lograba conciliar el sueño, aunque tampoco era común verlo dormir, si necesitaba un descanso, pero incluso con el más breve parpadeo, Erion aparecía en su mente, robándole las ganas de dormir.

Talvez pueda pedirle ayuda al único capaz de entender por lo que estaba pasando, odiaba admitirlo, pero Angel era el único con esa experiencia, claramente no le contaría todo, pero podría hacerle entender que no estaba pasando por un buen momento, no tenía muchas opciones, así que debía tragarse su orgullo si es que quiere volver a dormir, aunque primero debería disculparse por el golpe que le había dado.

- Husker realmente se enojó, es la primera vez que me desafía por intentar proteger a alguien -

Soltó una leve carcajada, era divertido pensar en todas las veces que ese cantinero amargado ha dicho que nunca volvería a enamorarse y resultó caer en los brazos de un joven con una profesión muy extravagante.

Tras unos segundos burlándose de la irónicamente situación de ese gato gruñón, empezó a sentirse incómodo por la posición en la que se encontraba, intento acomodarse, pero su espalda ya no podía estar más en ese sofa, comenzó a masajear un poco sus hombros, pero se detuvo cuando sintió un ligero ardor.

Forzado por el placer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora