[Ø]

325 21 17
                                    

Puede ver verde, mucho verde: plantas y flores hasta donde alcanza la vista. La luz radiante del sol es cálida contra su piel y siente una sensación de calma en el pecho que sabe que no se repetirá.

Se tumba, sintiendo las flores contra su cuerpo, las nota haciéndole cosquillas en la nuca y sonríe.

Una mano acaricia su pelo. Entonces se da cuenta de que no está sólo, la revelación no lo alarma.

Pero entonces, la calma de los pájaros cantando y la brisa rozando las copas de los árboles se ven interrumpidas por una voz conocida.

Es agitada, pero no hostil. Parece que quiere llamar su atención.

Se intenta girar para ver a la persona a su lado pero solo logra ver pelo rubio antes de que...

-¡Charles!- Sebastian le grita en la cara.

Mira alrededor y se da cuenta de que está en la sala de descanso de la cafetería, porque es donde está, la cafetería en la que trabaja a medio tiempo.

Rápidamente se levanta y mira a Sebastian, esperando la reprimenda.

La forma en la que Sebastian se desinfla al mirarlo le recuerda un poco a un pez globo, ahora que presta atención.

-Esta vez lo dejaré pasar. Ahora ve a atender pedidos, el pobre de Alexander está hasta las cejas de trabajo.

Sebastian vuelve a la actitud casi paternal que tiene con todos sus empleados y le hace un gesto para que salga de la habitación.

Se apresura a salir y acercarse a la barra para ayudar a Alex a llevar los cafés a sus mesas.

Cuando vuelve, la voz de Alexander lo distrae.

-¿Dónde estabas?- Le pregunta, apresurado, mientras vierte café en la taza que tiene enfrente.

Su falta de respuesta mientras deja las tazas sucias en el fregadero hace que Alex levante una ceja.

-Porque si me he quedado aquí, solo, atendiendo a todos un viernes por la tarde por tus sueños diurnos, juro que renuncio.

Rápidamente se excusa con cualquier tontería que se le ocurra en el momento, que obviamente a Alexander no le termina de convencer, pero todavía tienen que atender el local, así que no lo cuestiona.

Cuando llega a casa se desploma sobre la cama (intentando hacer el menor ruido posible, porque sus hermanos y madre están durmiendo) y aunque realmente le gustaría descansar, en contra o a su favor, extiende el brazo para alcanzar su libreta y su estuche.

Enciende la lámpara y comienza a hacer los deberes los cuales no ha tenido tiempo de hacer.

En cierta manera se siente culpable al no tener tiempo para estudiar teniendo que trabajar para aportar dinero a casa.

Puede que la mayoría de ejercicios que acaba de terminar estén mal, pero no importa ya que por lo menos tendrá ejercicios para enseñar, no como muchas veces ha hecho, de ni siquiera acordarse de hacerlo pro el cansancio.

Bittersweet Sixteen // Lestappen // [One-Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora