Cinco

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YOONGI

El viernes por la noche, no fue mi intensión hacer que Jimin perdiera el autobús. De verdad no noté qué hora era, pero me alegro porque por fin pude hacer que montara en mi motocicleta, aunque fuera por necesidad.

Cuando llegué a mi casa, estuve sentado en el garaje casi quince minutos. Disfrutando del calor del cuerpo de Jimin que todavía se filtraba bajo la camiseta donde me abrazó por la cintura todo el camino, y también me quedé ahí porque me dolía la polla. Los pantalones ajustados no me dejarían bajar sin que tuviera que retorcerme las pelotas y no podía arriesgarme a lastimar a mi pequeño amigo. Estaba feliz y yo también de estar tan cerca de Jimin por primera vez en dos años.

Al final, tuve que salir del garaje disimulando porque mi papá estaba en la puerta que da al pasillo que conecta con la casa, viéndome como si me estuviera esperando.

—¿Estás bien? —preguntó.

Asentí sintiéndome avergonzado por mi anterior erección, aunque él no lo supiera.

—Te ves feliz.

Estaba feliz, sí.

Sonreí y pasé junto a mi padre que todavía llevaba el traje de tres piezas que usaba para ir a trabajar todos los días. Eran casi las once, así que supuse que acababa de llegar porque todavía estaba vestido para la oficina y no en la cama descansando.

—Ummm —tarareé sin darle una respuesta real.

—Bueno, espero que hagas las presentaciones en la fiesta de beneficencia de la próxima semana.

Gemí. No me gustan esas fiestas, pero mi papá me obligaba a asistir porque eran un evento familiar y se hacían por una buena causa. También se me obligaba a usar un traje en esas ocasiones y zapatos incómodos que me sacan ampollas por lo duros que son.

—No hay a quien presentar —dije mientras hacia mi camino hacia el interior de la casa.

—¿Por qué no? Hablas de ese chico Park incluso durante la comida y me gustaría conocer al chico que hace que mi hijo sude estudiando para un examen.

—No soy un burro, papá.

Mi padre se rio y yo sonreí apenas.

Ambos sabíamos eso, pero también sabíamos lo vago que suelo ser y lo poco que me estreso por lo deberes escolares.

—Tráelo.

Había mencionado a Jimin tantas veces en la mesa cuando mis padres y yo nos reunimos a comer, que ya era un nombre familiar en esta casa.

Mi mamá supo que yo era gay incluso antes que yo lo descubriera y mi papá dijo que tenía que ser el chico más lindo e inteligente que existiera el que le presentara alguna vez como mi novio.

Jimin es ambas cosas, aunque aún no le doy el gusto a mi papá de saberlo.

—Esas cosas no son lo suyo.

—Puede ser bueno que conozca la causa. A tu mamá le encantaría ver de primera mano lo que ha logrado, sobre todo si es alguien a quien aprecias.

—Jimin tiene un problema con la gente de dinero, o más bien con la actitud de cierta gente con dinero. Se sentiría incómodo.

—No has sido un engreído con él ¿verdad? —me regañó mientras me seguía a través de la enorme casa. —No te enseñamos así, Yoongi.

Mis padres me enseñaron bien. El dinero no lo es todo y no hace a una persona mejor que otra. Lo aprendí viendo a mi madre y su humildad innata y a mi padre apoyándola.

El estatus del amor #1 |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora