Desde los principios de los tiempos, donde fuerzas primordiales, etéreas e inmortales del caos y el orden llevaban peleando eones y los humanos primitivos solo alimentaban más aquella guerra extendiéndola a los demás mortales, una nueva raza de seres apareció, y con su mera existencia y gran sabiduría administraron el mundo y lo cambiaron para siempre.
Eran los dragones, nacidos de un plano diferente al material, de un mundo distinto al de todos los mortales: El plano espiritual.
Separaron al caos y el orden, la luz de las tinieblas, repartiéndolas en las diferentes partes del mundo. El orden tomó los dominios del cielo mientras el caos, del inframundo.
Los mortales al ser nacidos de la combinación de ambas fuentes era imposible de separar la luz y la oscuridad en sus corazones, por lo que los dragones no podían decidir qué hacer con ellos, si considerar su existencia un error o algo único y especial.
Los mortales, ganándose la curiosidad y el cariño de los dragones al ser seres tan peculiares, los dejaron como estaban, con la potestad de que gobernaran los dominios de la tierra, viviendo en el límite de ambas caras.
Eran los hijos de ambas fuerzas. Y la naturaleza de sus padres siempre prevalecería. Ahora eran el mundo de arriba, el mundo del medio y el mundo de abajo.
Con el tiempo los humanos empezaron a aprender, a dirigir su propio destino, a autogobernarse. Pero las guerras persistieron heredados de su matriz con la cual habían sido creados.
En eso, los dragones que se encargaron de portar el nuevo manto y concepto del orden y el caos tomaron cartas en el asunto. Hablaron y pactaron intervenir.
El caos dio el permiso al orden de poder tomar en ese momento la batuta en la tierra y, camuflados como mortales, guiaron a los humanos a la paz. Y eso pasó. Los humanos sintiéndose guiados abrazaron al orden y pararon los conflictos.
Todo parecía volver a la normalidad. Pero la facción de los dragones celestiales del orden empezó a intervenir más con la humanidad sin que los mortales tuvieran necesidad de ayuda o sin siquiera estar en problemas. Su supremacía se hacía notar, llegando a ojos y oídos de los dragones del caos.
Este no era el trato, dijo el dragón gobernante del caos
Están mejor sin tú influencia, contestó el dragón gobernante del orden
El alma de ese antiguo conflicto estaba volviendo a surgir sin querer. Estaba superando a los mismos dragones hechos de fuerzas en teoría "incorruptibles".
El caos revelándose como temibles monstruos peleó una vez más contra el orden. Pero este último apoyado por la humanidad logró sellarlo en el inframundo, bajo estatuas y sellos que anulaban sus fuerzas.
No lo entiendes, decía antes de ser encerrado, desaparecerme a mi no desaparecerá la oscuridad y el caos en sus corazones, es algo que no pueden negar, no pueden ignorar.
Solo el orden les dará paz.
Y con esas últimas palabras dictadas por el primer rey dragón, el caos desapareció de la faz de la tierra. No sin antes escucharse una profecía. Algo parecido a una amenaza por parte de los dragones del caos, unas palabras que quedaron escritas por los antiguos profetas y sacerdotes humanos, prevaleciendo hasta la actualidad:
Algún día, si el orden no repara su error, en el séptimo milenio desde aquella falta nacerá de entre los mortales el antiguo hijo del caos. Reencarnará una vez más el verdugo más temible de la creación, un arma filuda y mortal que cosechará al que se le apetezca, luciendo una cabellera albina como la fría nieve y ardiente como las llamas de una hoguera regresará y hará dar a luz el comienzo de una nueva era donde el caos podrá estar a la altura del orden y el mundo volverá a ser como los dioses del caos creen que debería.
El plan comenzará cuando este hijo encuentre su antigua guadaña celestial, a su reliquia especial y una alianza forjada en dos sangres.
Ante esto, los dragones celestiales revelando una última vez su verdadera forma se retiraron de la faz del mundo volando sobre las nubes en forma de dragones, pero el recuerdo de su magnificencia en las frágiles y cortas vidas humanas prevaleció en una parte, y veneraban a ese primer rey dragón como un salvador, un dios.
Los dragones celestiales aunque ya no intervenían directamente sobre la tierra mantuvieron su dominio sobre esta mientras apenas supervisaban como evolucionaba la humanidad con sus idas y venidas. El rey dragón tuvo descendientes, cada uno gobernando el mundo de los dragones sobre las nubes y respetando el parámetro de no intervenir en el mundo humano...hasta ahora.
El príncipe Lee Sin, con gran curiosidad sobre la humanidad desde que era un joven dragón, durante siglos planeó descender para acercarse más a la humanidad y gobernar como un buen rey en el futuro cercano sobre los reinos del cielo y de la tierra, sin saber que este acto sería clavo en el ataúd y el desencadenante de la profecía predestinada por el caos.
Ahora ya es demasiado tarde...
...
Un mundo tan serio para una historia de amor sobre un par de chicos idiotas.

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Escamas de dos reinos
De TodoCuando una paz prolongada de una guerra de eones parecía que había llegado a su fin para siempre, nace Kayn, una deidad según se le había predestinado destruir el mundo, siendo temido no solo por la misma humanidad, sino hasta por los mismos dragone...