Prólogo

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Volvamos 1000 años atrás, a un momento en el que la guerra de las marcas estaba en su apogeo

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Volvamos 1000 años atrás, a un momento en el que la guerra de las marcas estaba en su apogeo. Los Althedeos, seres profundamente clasistas, solo aceptaban a aquellos de su misma marca, dejando de lado e incluso maltratando a quienes no pertenecían a su grupo. Pero Althed no estaba sola en este conflicto.

Los dioses, cansados del clasismo de sus seguidores, decidieron intervenir. Frunel, la diosa de las plantas, la agricultura y las estaciones, provocó lluvias incesantes que duraron dos meses, arruinando las cosechas y dejando a los más desfavorecidos sin alimento. Después de estas fuertes lluvias, llegó un evento aún más devastador: una nevada que mató a los más débiles. Jankhelk, el dios de la muerte, las enfermedades y la mala suerte, desató una peste mortal que disminuyó la población. Los reyes, temerosos por el destino de su planeta, comenzaron a rezar y a pedir clemencia. En respuesta a sus súplicas, Huney, el dios de los mensajes, se presentó ante ellos portando un mensaje del dios supremo, Fugmenter. El mensaje de Fugmenter contenía las siguientes palabras:

"Vosotros, los althedeos, habéis agotado la paciencia de todos los dioses. La lluvia implacable, la nevada y la peste son castigos por vuestros actos. Pero vuestros rezos han sido escuchados, y para obtener el perdón, debéis cumplir con una orden de cada uno de los dioses. Estad atentos."

Se cuenta en los libros de historia que el mensaje y el dios Huney desaparecieron tan rápido como habían llegado. Los althedeos y los reyes comenzaron a rezar a las 7 grandes estrellas del cielo para que aquellas órdenes no fueran tan crueles como ellos habían sido con ellos mismos. Los primeros días pasaron con incertidumbre, había miedo en las calles y un aura oscura había aparecido por el miedo. Un día cualquiera, con el sol en pleno cielo, la petición de la diosa del conocimiento, sabiduría y la guerra ganada, Azkeney, llegó.

Esta petición llegó en forma de un árbol que creció de la noche a la mañana en el patio trasero del castillo de la familia real. Pero este árbol era especial, porque no tenía hojas en sus ramas, sino que habían sido sustituidos por libros. Los criados de la familia real inspeccionaron cada libro del árbol hasta que encontraron la petición. Esta petición era que debían quemar la biblioteca más grande de Althed, sin sacar libro ni informe alguno. Rápidamente, la biblioteca fue quemada. Esta biblioteca se encontraba en Cijary, una de las ciudades en la actualidad más importantes.

Semanas después, la segunda orden llegó de manos de la diosa de la honestidad, riqueza y la buena suerte, Primerit. La orden llegó amarrada en la pata de una paloma tan blanca como la nieve de invierno en las partes más altas del planeta. Esta paloma llegó directamente al despacho del rey. Los reyes debían dejar 10 monedas de 20 yongles en cada libro del árbol de Azkeney. Al día siguiente, esas monedas habían desaparecido de cada libro, se dice que se vio a Primerit llevarlas por la noche. A los pocos días, en una simple boda, la tercera orden llegó. Esta orden era del dios del amor, matrimonio y la belleza, Xanek.

Se dice que la novia de la boda, en vez de decir el tan esperado "sí quiero" soltó la orden de Xanek. La orden de este dios sería que debían desfigurar al hombre más bello de Xania, Jansen Plurex. Cuando esta orden llegó a los oídos de los reyes, estos quedaron perplejos, pues hasta esta orden ninguna había sido tan macabra. Fue difícil encontrar a Jansen, pues este había sido escondido por su familia. Cuando llegó el día de desfigurarlo, solo una persona pudo hacerlo: una mujer, una princesa de sangre real, Lia Printcail.

La siguiente fue de la diosa Frunyel, quien ordenó quemar toda recolecta de alimentos de primavera, así dejando sin comida a los más desfavorecidos. La antepenúltima fue de Janhelk, quien ordenó matar a todos los bebés nacidos el 12 de abril de aquel año. Se dice que una madre escapó de las manos de Janhelk junto a sus dos bebés gemelos hacia Kanesta, pero nunca nadie lo pudo verificar. La penúltima orden fue de Solateris, dios de los planetas, felicidad y melodías. Quien ordenó que se hiciera una carrera hacia un planeta lejano, los participantes debían ser personas de cada ciudad, pueblo y aldea. Los perdedores serian incinerado con el poder del planeta más cercano hasta la muerte. Después de aquella carrera solo faltaba una sola orden, la del dios Supremo, Fugmenter. Esta fue la más inesperada, fue extraña como la primera vez que apareció. Se dice que fue entregada por el mismo fuego, un fuego surgido desde la plaza del medio de todo Kan (ahora llamada Blair), la orden decía lo siguiente:

"Reyes de Althed: 

Mi orden es la siguiente: deberéis casar a vuestra hija mayor con el hombre que ella más odia, Cantial Bullferf, quien es su guardia personal. Si esta boda no se llegara a realizar, todo Kan será sumergido bajo el océano de Althed."

Meses más tarde, cuando era el día de la boda de Lia Printcail y Cantial Bullferf, la princesa decidió escapar, es por eso que la actual Blair está algo sumergida. Pero no llegó a escapar. Lia, al ver que Kan era sumergida como había advertido Fugmenter, volvió a la capilla, donde debía casarse. Mientras la joven princesa caminaba hacia el altar, juró venganza... Venganza por el conocimiento de Althed, venganza por la riqueza de su familia, venganza por la belleza de los althedeos, venganza por las pobres almas que murieron de hambre, venganza por las madres que perdieron a sus bebés, venganza por las personas perdedoras de esa carrera y venganza por la desgraciada vida que le impuso Fugmenter. Lia Printcail sabía que si no se vengaba en vida, lo haría en otra, no pararía hasta asesinar a todos esos dioses que llevaron a la tristeza a su planeta.

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Ahora centrémonos en nuestra protagonista, quien nació el 12 de abril, siendo la reencarnación de Lia Printcail, antigua reina de Althed que juró vengarse de los dioses de su planeta. El nombre de esta bebé es Lynet Boldut, una niña de tez bronceada, cabello negro como el carbón y los ojos grises como las perlas. Lynet sería una niña que encandilaba a toda su aldea, Fanzel.

En la actualidad, Lynet se sumerge en el árbol de la vida, el portal para ir al monte de los dioses. Lynet miró a aquella elfa ciega que la había ayudado hasta donde pudo y la había llevado hasta ahí.

— Pídeles perdón de mi parte, por favor... — susurró Lynet a aquella elfa.

— Que la piedra Lakenkay te acompañe en esta venganza, Lynet. — Susurró despidiéndose de Lynet, quien poco a poco fue cerrando los ojos junto a las ramas del árbol de la vida. 

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Althed: La chica de la reencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora