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— Spreen me va a matar… — suspiro rendido luego de revisar todas las habitaciones de la casa, en busca de missa

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— Spreen me va a matar… — suspiro rendido luego de revisar todas las habitaciones de la casa, en busca de missa

Luego de esa noche, a la mañana Spreen había salido a la polleria por unos problemas


Shadoune suspiró profundamente, sintiendo que el peso del mundo recaía sobre sus hombros. Acababa de pasar por una de las tardes más agitadas y estresantes de su vida, todo por culpa de haber aceptado quedarse a cargo del pequeño Missa mientras Spreen, su pareja, atendía algunos asuntos en la pollería.

Apenas una hora después de que Spreen se fuera, Missa comenzó a llorar inconsolablemente. En un intento desesperado por calmarlo, Shadoune cometió el grave error de darle chocolate, lo que solo empeoró las cosas. El niño se volvió hiperactivo y comenzó a correr por toda la casa, jugando a las escondidas.

Shadoune, sintiéndose cada vez más agotado, subió y bajó las escaleras una y otra vez, revisando cada rincón, cada armario y cada recoveco de la vivienda en busca del escurridizo Missa. Pero el pequeño parecía haber desaparecido sin dejar rastro.

— Vamos, no puede ser tan difícil. Si yo fuera un niño, ¿dónde me escondería?— , se preguntó Shadoune, sintiendo cómo el cansancio empezaba a apoderarse de él.

Resignado, el pelirrojo subió una vez más a la habitación que compartía con el osezno. Miró debajo de la cama, revisó detrás de las cortinas y, finalmente, se dejó caer sobre el montón de ropa que había dejado sobre el colchón. Un quejido proveniente de entre las prendas llamó su atención.

Shadoune sintió como si le devolvieran el alma al cuerpo. Por fin había encontrado a Missa, casi oculto entre las camisas del azabache que cubrían la cama. El pequeño lo miraba con los ojos somnolientos, evidentemente exhausto después de tanto juego.

Aliviado, Shadoune salió de la habitación con una sonrisa tranquila. Faltaba poco para que Spreen regresara, así que aprovecharía ese tiempo para preparar algo de comer. Seguramente su pareja estaría tan cansado como él después de atender los asuntos de la pollería.

Mientras bajaba las escaleras, Shadoune no podía evitar preguntarse cómo reaccionaría Spreen al enterarse del caos que había reinado en su ausencia. Esperaba que su pareja tuviera un poco de piedad y no lo regañara demasiado. Después de todo, cuidar de un niño pequeño no era tarea fácil, y él había hecho lo mejor que pudo.

Con ese pensamiento en mente, Shadoune se dirigió a la cocina, dispuesto a preparar un delicioso plato que lograra apaciguar un poco la ira de Spreen cuando este regresara a casa.

Shadoune era un hombre alto y de constitución atlética, con un semblante sereno y una mirada cálida que solía transmitir seguridad y confianza. Sin embargo, en ese momento, se sentía como un manojo de nervios. Cuidar de Missa había sido más desafiante de lo que esperaba, y ahora se enfrentaba a la temida reacción de Spreen.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2024 ⏰

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