Capítulo 1

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DESDE CERO.

Astrid Konig.

Con un fuerte suspiro terminó de subir la escalerilla que me adentra al jeep privado de mi papá. Con tan solo sentir el encierro mis músculos se tensan, y mi piel se vuelve asquerosamente pegajosa. Odio volar, le tengo un miedo estúpido.

Pero eso no impide que me tenga que subir y volar desde Alemania a New York. Así es, me mudo a un país... bueno, a un país demasiado diferente al mío, no tengo elección. He fallado demasiado como hija, no quiero volver a fallar incluso lejos de mi hogar.

Pero el pastel aún no tiene la cereza... toda mi familia se muda conmigo (se han arrastrado conmigo) ya que comenzaré la universidad en Luxespert. Dicen que Luxespert es de elite, por eso no confío, la verdad es que la elite estamos jodidos de una o otra forma. Nos encanta jodernos nuestra propia mente, así que no le tengo fe, ni a la universidad ni a mi misma, y no lo digo porque sea mala estudiante, modestamente mi nota es sobresaliente, y si me esfuerzo.

Tengo 19, soy inteligente para la clase, pero algo descuidada con mi vida personal, he tomado decisiones muy cuestionables y mi cabeza casi siempre estaba nublada, y no por cosas agradables. Ya se pueden imaginar cómo ha sido mi vida con una familia conservadora y una hija "desastrosa"

—Toma esto y ve al ultimo asiento—mi madre Adeline me ofrece una pastilla y una botella de agua que tomo enseguida.

Aunque su cara me dice que le importa una mierda si me la tomo o no, se queda mirándome hasta que me la meto en la boca y trago. Mi madre es la que dice que soy desastrosa. He tratado por muchos años de ganarme a mi madre, pero ya es caso perdido, me culpa de lo que me paso a mi, es indignante que yo también lo haya creído.

La pastilla es para dormir todo el viaje, nadie me quiere escuchar gritar cuando el avión despegue. Y eso me incluye a mi también.

Me dejo caer en el cómodo sillón y veo como mi padre seguido de su jefe de seguridad entran al jeep. Papá me da una sonrisa de calma y yo suelto el aire relajándome. Verlo a él y a mí escandalosa hermana me calman de una manera extraña.

—Dulces sueños, Astrid—veo como el cabello rosa pálido de mi hermana se asoman en el sillón más adelante de mi—Sueña con los altos jugadores de futbol estadounidenses.

—La mayoría de los estadounidenses son bajos, Ámbar—ruedo los ojos—Y me gustan más los nerd.

No me gustan los nerd.

Ella resopla y se deja caer por completo en su asiento ignorándome por desbaratar los sueños que quería meter en mi cabeza.

Lo último que quiero es engancharme de algún rubio pálido. Y siendo sincera no está en mis planes volver a casa con algún matrimonio arreglado...

Y hablando de eso, al parecer tengo prohibido acercarme a alguien del recinto, ni siquiera se aun quien es, pero tampoco me preocupa. Dicen que casi y me arreglan un matrimonio con el, no sé qué pasó luego pero lo último que supe fue que habían firmado un contrato para que no se acerque y viceversa. El chico era guapo la verdad, pero no recuerdo su nombre.

Pero en paz descanse nuestro matrimonio.

Los ojos ya me están comenzando a pesar, así que le doy la espalda a la ventanilla y cierro los ojos esperando estar en suelo neoyorquino cuando despierte.

Por siempre y para siempre [+18] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora