Capítulo 2

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El principio del fin.


Bajo las escaleras tan rápido como puedo y llego al comedor donde mis padres ya están esperando por nosotras. Tomo unas cuantas respiraciones inclinándome sobre la mesa y mi papá me mira con una ceja levantada...

—Necesitas ejercitarte—murmura Adeline.

—Buenos días a ti también mamá—digo sin mirarla. Me siento y dirijo la mirada hacia Brandon—¿Qué clase de universidad es Luxespert? ¿Porque ahí y no Harvard? O alguna otra...

—Porque perteneces a Luxespert, no a Harvard o alguna otra. Eres mi hija y por lo tanto eres muy destacada...

—¿Destacada? ¿A qué te refieres? Soy buena en muchas cosas y lo seguiría siendo aunque no fuera tu hija. No quiero ir a esa...

Cierro la boca de golpe cuando la mano cerrada de mi madre golpea la mesa con fuerza haciendo temblar su propia copa.

—Es mejor que te mantengas callada, le estás faltando al respeto a tu padre. No habrá cambios de universidad. Si tu hermana ya te dijo con quien te puedes encontrar en ese lugar no hay más nada que decir. Ya sabes lo que tienes que hacer, mantener tu distancia.

Maldita sea.

Aún no he comenzado a asistir y ya no quiero ir, no me gusta esta fachada.

—Pues lo siento, pero me lo tendré que encontrar si o si. ¿Adivina? Estudiaré lo mismo que el estudia, en alguna clase nos tendremos que ver y la distancia no es opción.

—Pues no lo mires—se encoge de hombros con indiferencia.

—Gran idea. Eres la mejor en eso.

Que estupidez, no se porque solo yo tengo que mantenerlo alejado cuando se que él no hará lo mismo.

¿O si lo hará?

¿Aún me recordará? Porque siendo sincera yo de él solo recuerdo el nombre.

—Ya hablé con Alejandro—comenta papá como si me leyera la mente —Le advirtió a su hijo.

—Le avisó...

—Tenemos un trato.

—Le vale el trato.

—Hay millones de dólares, Astrid. Apuesto todo a ti y a tu autocontrol.

No...

Joder. Pues si, yo comencé esto de todos modos.

—No me hago responsable a nada. Tú y Alejandro resolverán cuando todo se vaya a la mierda.

Me levanto y salgo tan rápido como entre. No tengo ganas de desayunar, ya mi estómago se lleno con una noticia tan mala como esa.

Subo a mi habitación y Ámbar sigue ahí, pero ahora está sentada en los muebles dispuestos en el balcón, está observando al jardinero, o quizás más allá.

—Eres una bocona, Astrid. Si hubiera sabido no te cuento nada.

—Solo porque es asunto mío. Y veo que estuviste espiando, te diste cuenta que no mencioné al hijo de Paston, ¿no lo escuchaste verdad?

Le da la espalda al jardín y me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Me chantajearás? Mamá lo sabe...

—Apuesto que papá no.

Claro que no lo sabe, mi hermana si tiene derecho a cambiar de colegio, ninguno de mis padres tienen historia ahí, no les importaría cambiarla en segundos.

Por siempre y para siempre [+18] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora