Prólogo: Los Años Pasados

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El sol salía en medio de la montaña anunciando otro día, el pequeño Tom luego de una larga siesta (pues no tenía mucho más que hacer), pasó a levantarse y mirar a los lados en busca de su madre, se puso de pie y comenzó a rondar en aquel pequeño rincón con goteras al cual apodaban 'casa', pasando de aquel cuarto con ese colchón húmedo con sábanas en el cual estaba recostado a lo que era la sala, allí se encontraba su empobrecida y agotada madre, de cabellos negrizcos, ojos oscuros y alta hablando con un hombre con una barba medianamente larga, un bastón, increíblemente alto (para lo que era la altura de aquel pequeño chiquito) y lo que parecía ser unos lentes, o bueno, era de esos lentes de un solo lado, '¿Cómo era que lo llamaba mamá?' pensó Tom, así hasta que la palabra se le vino a la cabeza, ¡Monóculo!... El pequeño de ojos turquesas pasó a esconderse detrás de la puerta en busca de escuchas las palabras que fueran a decir, pestañeando con suavidad mientras que ahora intentaba agudizar el oído para cotillear la conversación como cualquier niño de sus cortos 7 años de edad lo haría... Aunque no solo él, ¡Llevaba a su mejor amigo oso con él!

Madre de Tom - ¿Usted puede asegurar su futuro?

Habría dicho la madre del pequeño al viejo hombre mientras lo observaba de su lugar, el cual con una mirada claramente despreocupada y manteniendo siempre una faceta seria en su rostro al observarla, respondió:

? - Lo cuidaré como si fuera mi propio hijo, siempre estará protegido bajo mi ala, nada le sucederá si es que está bajo mi tutela, confíe en mi, haré que su hijo pueda recibir las tres comidas del día y reciba una buena educación.

El pequeño alzó la ceja, no podía comprender qué sucedía con su madre, ¿'recibir las tres comidas del día'? ¿Por qué estaban hablando de él? O bueno, eso parecía indicarse al momento en el cual estaban hablando sobre 'hijo', no tenía hermanos, ¿O si? Pasó a asomarse un poco más por aquella puerta, pero debido a que era de todo menos astuto, dio un mal paso y su cuerpo cayó al otro lado de la puerta, haciendo así que ahora sonara un pequeño impacto de su cuerpo contra el suelo húmedo y frío, esto causó que aquel hombre y su madre se dieran vuelta a observar al pelinegro, la última se le habría acercado y abrazó a este con suavidad, acariciando así su cabello con sus dedos meñique, anular, medio e índice, todo mientras grandes sollozos escapaban de sus labios en busca de consuelo, Tom aún no comprendía que sucedía, pero abrazó a su madre de igual manera y acarició con suavidad su espalda, siempre se había sentido seguro en los abrazos de esta, como si se tratara de una pluma... Allí fue cuando ella se separó y comenzó a explicarle el como tomó la determinación de entregarlo a aquel hombre, esto debido a que ella no podía proporcionarle los recursos necesarios para vivir en condiciones, por lo que prefería que su hijo fuera bien alimentado antes que verlo morir de hambre como sucedía estos últimos días en los cuales ni siquiera podía conseguir migajas de pan.

Tom estaba confundido, observaba a su madre con asombro y luego al hombre que se encontraba detrás de ella... Pasó a abrazar a la mujer con clara fuerza, comenzando así a llorar de igual manera mientras negaba con su cabeza en el cuello de esta, las lágrimas de aquel pequeño niño ahora pasaban a mojar el hombro de su contraria como si se tratara de una llovizna, constantemente negaba con su cabeza incapaz de aceptar tal destino, así hasta que su madre lo soltó y asintió al hombre, este jalando de su brazo con suavidad en busca de llevarlo fuera... Pero el pequeño intentó zafarse como pudo, extendiendo su mano hacia su madre en busca de que esta la tomara para así poder quedarse dentro de aquel hogar, gritando, pataleando, lloriqueando, todo mientras no evitaba intentar zafarse del agarre de su contrario, respirando agitado, ni siquiera podía pensar en qué estaba sucediendo, todo había pasado tan rápido; se aferraba con fuerza al muñeco en su mano pero a su vez intentaba soltarse para ir con su madre, pero el hombre pasaba a llevarlo lejos de aquella pequeña casita húmeda con goteras, alejándolo cada vez más, así hasta que Tom finalmente dejó de gritar luego de unos cinco minutos que este lo estuvo arrastrando, finalmente accediendo a caminar en un pequeño pacto de silencio jamás mencionado mientras aún sollozaba en busca de algo de consuelo, consuelo el cual jamás llegó a los brazos de aquel pequeño niño, el cual su vida como pícaro estaba por comenzar.

Lazos Dorados - Campamento Desventura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora