Prólogo

5 3 0
                                    

—Estoy embarazada, Thomas.

Ahí, justo en la cafetería Drake, Sophía Coss había dicho las mismas palabras que le había comentado el doctor. Ella, al tener simplemente dieciocho años de edad, estaba tan asustada como su novio, Thomás Frog, quien solamente tenía veintidós años, muy joven para él.

Los dos querían vivir su vida como cualquiera, beber, ir a fiestas, pero, nunca estuvo en sus planes estar en esta posición. Tener un hijo era una gran responsabilidad, la cuál ellos estaban seguros no podrían tener segura. Al, Sophía tener dieciocho años todavía estaba en la universidad, y, Thomás estaba terminando su carrera, sus padres los matarían si se enterásen de esta situacion.

Thomás hundío sus cejas con confusion. Él recordaba todas las veces que lo hacían de imprevisto, en las cuales esos momentos no utilizaban el condón. Otras veces, los utilizaban, y cuando no, Sophía tomaba las pastillas del día siguiente, tampoco es que sean tan efectivas.

—¿Y eso significa...? —él no quería escucharlo, en verdad que no.

A Sophía se le humedecieron los ojos. Estaba asustada, muy asustada. Thomás confundido.

—Es nuestro, Thomás. El médico dijo que las pastillas eran un 5% efectivas, que habían posibilidades de quedar embarazada —lloriqueo Sophía, sorbió su naríz y miró la cara de estupefacción de Thomás.

Thomás se llevó las manos al cabello azabache y lo jaló como si quisiera arrancarlo.

—¡Joder, Sophía, ¿cuántas veces te dije que usaramos protección!? ¡Muchas! —estaba alterado, se levantó del asiento y llamando la atención de todos los clientes, avanzó hasta la salida, seguido de una destrozada Sophía.

—¡Thomás, tienes que hacerte cargo! ¡Es de los dos, no solo mío! —Sophía agarró la fuerte mano de Thomás y lo jaló para que se detuviera. Estaba devastada, destrozada, mientras que Thomás estaba confundido y su mente estaba hecha un lío.

Todavía no creía que serían padres, el no lo quería así. Quería tener un futuro prometedor, buena economía, su estatus social era pésimo, apenas y le alcanzaba para la carrera de tecnología. Sophía estaba segura de que ella dejaría los estudios por mantener a ese bebé. Thomás todavía, en sus veintidós, estaba muy joven, el creía que todavía tenía derecho a salir, a beber, volver a las tres de la mañana y borracho.

—No. —Se soltó del agarre y la encaró, ella igual se mantuvo firme—. No quiero a ese feto, me arruinara la vida. Es tu problema ahora.

Con eso fue donde había estacionado su coche y emprendió marcha al bar más cercano llamando a su mejor amigo en el camino.

Un trueno, una centella. Iba a llover, por lo que Sophía, con los pocos ánimos, con la mente nublada por el dolor, con falta de aire y bajo lluvia, camino hasta la casita donde vivía con sus padres.

Nunca se supo nada de Thomás.

10 MESES DESPUÉS.

Dolor, ansiedad, toda una mezcla de sentimientos que en los pasados diez meses nunca había sentido, se acoplaron a su cuerpo y mente. El simple hecho de saber que estaba allí de pie, con un bebito en brazos, dormido, la destrozaba.

Ella solamente quería que ese niño tuviera un mejor futuro, uno que no tendría con ella a su alrededor. Sabía que le causaría dolor saber toda la verdad. Estaba más que segura, que en ese lugar, su bebito, ahora hijo de una gran amiga suya, sería feliz ahí.

Con lágrimas en los ojos, camino por el camino de piedra que se extendía hasta una enorme puerta de madera oscura, las enredaderas que crecían por la pared de esta estaban de terror y le dió mucho más miedo. Llegó a la puerta y presionó el timbre del lugar, se escuchó un "Ding dong"
y esa fue su respuesta a todo, pronto todo cambiaría para ella y su niño.

Una mujer que ya conocía muy bien se asomo por la puerta de la entrada y le sonrió con amabilidad a Sophía. Tenía el cuerpo esbelto, un gran lunar en la parte superior de la boca y unos ojos claros, sus arrugas eran notables por la edad. Sophía lloro todavía más.

—Sophía, que placer tenerte de vuelta —la señora le dijo con calma.

—Tray. —Sophía levantó la mirada y la poso en Tray, veía doble por las lágrimas.

Tray entendió todo, asintió y extendió las manos en un claro ejemplo de saber. Sophía miró al bebé de un mes y le dió un dulce beso en la frente.

—Adios, Flow —extendio las manos y entrego a su bebé a la madre de ese lugar.

Un Orfanato, un grande, estricto y normado Orfanato. El famoso, Orfanato Grainger.

Orfanato Grainger © [EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora