17 AÑOS DESPUES
Veintisiete de septiembre 2019.
Flow Frog.
-Buenos días, señora Tray -dijeron todos mis compañeros al unisono. Yo, por mi parte, me quedé callado en mi asiento.
-Buenos días, chicos y chicas -la señora Tray tenía un semblante serio-. Cómo ya saben, hoy habrán visitas. Espero y se comporten.
Todos gritaron un fuerte "Si" y comenzaron a comer. Cómo ya dijo la señora Tray, hoy habrán visitas, nuestras visitas son las personas que adoptarán. Cómo yo tenía diecisiete años no me quedaba mucho tiempo aquí, por lo que casi nadie me quería. Tenían esa idea estúpida de que el menor de diez era el más adoptable.
Me llamo Flow, un nombre muy peculiar, no todos tienen el mismo nombre. Llegué aquí con un mes de nacido. Cómo todos decían en el Orfanato, yo era el favorito, ¿porque? Porque la Señora Tray me trataba más que a los demás. Eso no cambia el hecho de que nunca me quiera contar que había pasado con mi madre, o mi padre. Todos los días le pregunto lo mismo y siempre termina en un «no se de qué hablas, flowi» ¡Me chibaba el apodo! Odiaba cuando ella me decía así.
Aquí en Grainger, dejan cambiarte el color del cabello, por lo que en estos momentos lo tengo de un color rojo tierroso, más como un color a ladrillo. El color rojo hace resaltar mis ojos verdes y también las pequeñas pecas que tengo en los pómulos. Había gimnasio, también me ejercitaba, tenía un cuerpo de atleta, sin presumir, solo digo la verdad. Mi personalidad vanidosa y egocéntrica, no dejaba que nadie se acercara a mi, todos huían en cuanto yo me acercaban porque creían que alguien con mi personalidad no era fiable.
Todos comían, una de las muchas reglas del Orfanato: comer a la hora debida, si no, no tendrás comida durante tres días. Ninguno quería quedarse sin comida por lo que comían aunque no tuvieran hambre. Cómo compartía cuarto con tres chicos; Alexandre, Marcos, Aagen sabía lo mucho que sufrían. Por las noches, lloraban desconsoladamente por todo lo que sufrían, lo que tenían que aguantar y solo soltaban cosas como: "ya quiero irme" "no lo aguanto más". Muchos aquí sufrían de trastornos alimenticios, muchos son asociales y otros quieren siempre tener a alguien serca al sentirse solos. La mayoría aquí eran niños, por lo que las niñas adoptaban una personalidad ruda como la de un muchacho.
Yo, por mi parte, siempre me mantengo alejado del resto. Me gusta estar con gente, si, solo que a veces está muy bien darnos nuestro propio espacio. Las razones se resumen en una sola cosa: Tray. La Señora Tray nunca me ha dejado relacionarme con personas, ya que cree que me pegarán sus malos hábitos y malas conductas. Por otro lado, estaba yo, en un pequeño complot contra la Señora Tray. Si, me ha cuidado todos estos años en los que mis padres no han estado, me enseñó todos los modales y la educación social.
Se escuchó un estruendoso ruido proveniente de las puertas y la cara asustada de Myla, una niña de diez años, tez muy blanca, ojos azules y el pelo naranja aparecieron por la puerta del comedor. Un gran silencio se hizo en la sala, su cara solo significaba una cosa...
-¡Vilya está teniendo un ataque de nuevo! -bastó solamente esa oración para que una orda de niños chismosos corrieran por todo el pasillo hasta la habitación de mi conocida Vilya.
Me levanté con calma de mi asiento y resoplé cuando una chica choco conmigo. Vilya siempre tenía esos ataques de ansiedad, muchas veces grita estruendosamente y otras simplemente no sale de su habitación a comer o a alguna actividad de Grainger.
Metí mis manos a los bolsillos de mi jean gris y camine por el pasillo hasta llegar donde estaba el bulto de gente en la puerta de la habitación de Myla y Vilya. Me abrí paso entre los niños chismosos y llegué a ver cómo la niña pelirroja de tez trigueña y ojos negros estaba convulsionando en la cama y una de las mujeres que las cuidaban al ser menores de edad estaba tomándole la mano para que se calmara. Me mantenía indiferente, pero mi expresión cambio al sentir un fuerte empujón por detrás de mi, haciendo que me hechara hacia delante.
ESTÁS LEYENDO
Orfanato Grainger © [EDICIÓN]
RandomNo puede ser tan malo. Ser una embarazada de tres semanas no es tan malo. Pero, cuando lo eres soltera, son otros veinte pesos. La linda imaginación de una familia feliz con su hijo o hija, marido y una madre, siempre te conmueven. Pero, en muchas o...