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"Así que.. ¿estás coqueteándole al novio de Florencia?", preguntó Sérgio, golpeándole con su codo en la costilla y levantándo una ceja al ver a Enzo sentado en una de las mesas mirando hacia afuera.

"Cállate, chismoso. No le estoy coqueteando, no sé de donde sacas eso", Julián le miró mal, apoyado en la puerta que llevaba a la cocina.

"Oye, pulga, soy tu mayor, respétame", Sérgio le empujó suavemente.

"Me vuelves a decir pulga y juro que te estampo una de las tortas en la cara, imbécil", el castaño le sacó la lengua, y antes de que Sérgio pudiese darle un zape
que le sacaría hasta los ojos, le empujo de vuelta a la cocina y caminó triunfante hacia la barra, yendo a atender el nuevo cliente que había llegado.

"¡Hola, buenas tardes!¿Desea ordenar?" Preguntó Julián con una amable sonrisita en la caja, mirando al guapo chico -no tanto como Enzo- que había llegado.

"Hola", oh vaya, parece que Julián se ha
corrido de lo gruesa que era la voz del chi-hombre.

Detalló un poco su cara por unos segundos, ojos pequeños, cara redonda y labios gruesos, su cabello era negro y corto, peinado algo hacia arriba.

El chico era guapo, pero no tanto como el que estaba en la mesa por encima del hombro del pelinegro, el cual le miraba capciosamente.

"Quiero una infusión de té de magui y canela y...", Julián apretó unas cuantas teclas antes de mirar nuevamente al cliente, captándolo mirándole con una sonrisa algo coqueta, "Y tu nombre, si
puedes, también tu número."

Julián enrojeció hasta las orejas al tan
simplemente procesar aquel comentario, ¿tan gay se veía para que le coquetearan en público? Soltó una risa, contagiando al chico de ojos pequeños.

"Me llamo Julián, pero no te daré mi número", bajó la cabeza, perdiéndose la mirada desilusionada del chico, "Son 3300 pesos"

"Soy Martín"

Julián le miró con una sonrisa y el ceño
fruncido, mientras recibía el dinero, entregaba la boleta y comenzaba a preparar la infusión, "Bueno, Martín, lo quieres para servir o llevar?

"Hoy para llevar, mañana para servir", Julián miró el rostro coqueto de Martín, y soltó un pequeño bufido nervioso, ignorando al chico y esperando no enrojecer.

Sintió la mirada de los pequeños ojos de Martín sobre él, y mirando de reojo, pudo notar que Enzo igualmente lo miraba, y que este ahora se encontraba sentado en la barra, a dos asientos de Martín con una de esas miradas intimidantes pero sumamente
calientes que Julián no podía soportar.

Sentía una tensión sofocante dentro de su perimetro.

Tener a dos hombres extremadamente guapos que le miraban como un pobre pedazo de carne -Julián no era tonto, sabía decodificar miradas- era casi un martirio y ni si quiera habían pasado 5 minutos, se sentía ahogado, observado, y lo peor es que muy en el fondo le gustaba sentirse así y ser el centro de atención.

Pero más le gustaría que solo Enzo lo mirase.

Tapando el envase luego de terminar la infusión caliente, agregó una pequeña carita sonriente a la copa de cartón y se acercó a Martín con una sonrisa.

"Aquí tienes, Martín", le entregó la infusión al chico, sintiendo las pesadas manos de este abrazar las suyas por un segundo y sintiendose extraño con Enzo observándole, "ten un bonito día", le deseó,
porque el chico le había resultado agradable, aunque le hubiese coqueteado en toda su corta plática.

"Nunca tan lindo como tu", Martín le guiño un ojo, antes de darse la media vuelta y dejar a Julián  con un revoltijo en la cabeza por lo directo que resultó ser.

Se despabiló luego de unos segundos, cuando sintió otra presencia demasiado cerca suyo y un toque en su cabello que le hizo exaltarse.

"¿Qué dem-?", se mordió el labio al ver a Enzo tan cerca de él, tironeando urn mechón de su cabello con poca fuerza.

Literalmente podía ver aquellos ojos tan
despampanantes que tenía Enzo, tan oscuros y profundos, llenos de miles de cosas por expresar.

Vió aquellas gorditas mejillas que no tenían
imperfección ni lunar alguno, y esos labios rosas que desde el primer momento quiso probar siendo mordisqueados.

"E-Enzo... ¿qué haces?", preguntó nervioso,
comenzando a sudar enseguida por sus manos y apretándolas con fuerza en el mandil. Sintió un pequeño tirón más fuerte que los demás en su cabello, y como Enzo le sonreía de costado.

"Tenías una basurita en el cabello" le respondió, sin alejarse todavía y tampoco borrando esa sonrisa socarrona que comenzó a acelerar el pulso de Julián.

Lo único que atinó a hacer su cabeza de poroto, fue morderse el labio y mirar hacia un costado avergonzado.

𝐟𝐨𝐫 𝐦𝐞? - 𝐞𝐧𝐳𝐮𝐥𝐢𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora