— Me postulé como candidata a la presidencia.
En cuanto escuché esas palabras salir del delineado de sus labios, casi pude sentir aquella agua fría de una cubeta salpicando mi cuerpo de inmediato. Mi semblante fue de puro asombro pero no del feliz, todo se estaba derrumbando... Todo lo que me había esforzado a construir junto a ella.
— ¿Q-qué? — Logré formular, aunque las palabras no salían de mi garganta. Sentía como todo se me venía encima.
— Xóchitl, lo siento pero es mi deber. — Confesó sin verme a los ojos, aunque supe de inmediato que sabía que yo la estaba viendo fijamente, esperando una respuesta coherente. —Es el deber de mi familia y mío.
Miré al piso mientras intentaba pensar en algo para contradecirla y convencerse de quedarse conmigo, pero las lágrimas llegaron a mis ojos en menos de lo que cantaba un gallo.
— ¿Fue lo que estabas haciendo a mis espaldas?, ¿por eso estabas actuando tan extraño estos últimos días...? — Mi voz se corrompió en las últimas palabras. Y aún así, Claudia no se dignó a mirarme ni un solo segundo y me sentí más que destruída.
— Lo siento. — Dijo con dureza, siquiera podía reconocer a la persona de la que me había enamorado profundamente desde hace ya años atrás.
— ¡Me lo habías prometido! — Exclamé mientras sentía mis piernas debilitarse.
Confíe en ella de todas las posibles maneras, le entregué mi corazón y mi primera vez en todo. Incluso cuando sentía que mi romance con ella me acabaría destruyendo por ser con una mujer. ¡Tantas veces que me sentí mal por no ser normal como las demás chicas! ¿Tanto para qué?, ¿para que me dejara por aquello que prometió nunca hacer?
— ¿Por qué, Claudia? — Pregunté de nuevo, no quería escuchar el tipo de cosas que ella diría, quería una respuesta clara y sincera.
Aunque esa respuesta diga que nunca me amó de verdad como yo lo hice.
Claudia, con la coleta de su cabello en alto y sus ropas formales me miró sin un signo de tristeza como delataban mis ojos llenos de lágrimas escurriendo por mis mejillas. Su sonrisa apareció repentinamente y yo abrí mis ojos como platos, sintiéndome engañada todo este tiempo.
— ¿En serio creíste que yo te amaba? — Alzó una ceja y con la sonrisa más triunfante nunca antes vista en su rostro preguntó. — ¿Piensas que voy a ser un fenómeno como tú y enamorarme de una mujer? ¡¿En qué cuento crees que vives, eh?!
— ¿Todo fue mentira? — No le creí. Decidí poner toda mi confianza en aquellos años junto a ella y me acerqué con pasos lentos, sintiendo como mi cuerpo era lastimado emocionalmente más y más.
— No puedo creer que hayas sido tan estúpida como para creer en mis palabras. ¿Piensas realmente que voy a dejar mi destino y mi sueño por un amor tonto como el tuyo? No, Xóchitl. Yo nací para esto y esto es a lo que me voy a dedicar. No a amarte como siempre te dije, nunca te amé, solo te mentí para poder sacarte de mi camino.
La persona en la que más confíe, en la que puse todo mi apoyo y le entregué con todo y menciones mi corazón, me terminó traicionando de la peor manera posible.
Ella me lo había prometido, ella me lo dijo, abandonaría la presidencia y los deseos de su familia simplemente para estar conmigo.
¡Yo lo hice a pesar de haber sido casi obligada! Dejé a mi familia simplemente para poder amarla como es debido y sin distracciones.
Fue todo lo que necesité para tirar todo por la borda, pues solo necesité de unos pocos segundos para salir corriendo de la que alguna vez fue nuestro hogar. Ni siquiera pude mirarla una última vez a la cara porque sabía que la volvería a ver, quisiera o no.
Salí a las banquetas todas destruidas de las calles llenas de bachos y lloré como si nunca lo hubiese hecho. Me dolía el corazón y el cuerpo completo de solo pensar en ella y sus palabras.
— ¿Por qué...? — Me pregunté a mí misma por última vez. Tal vez deseando con todo mi corazón que ella volviera a mí a decirme que todo era una broma pesada, que ella nunca me abandonaría como lo había prometido todas las mañanas en las que despertaba junto a ella.
Pero ella no volvió.
Y yo tampoco fui a buscarle porque decidí respetar su decisión.
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Kisses from Yesterday | Clauchitl
RomanceEl amor puede doler más que las espinas de una rosa. Claudia nunca pensó enamorarse de la persona que sería su enemiga más adelante de su futuro, sin embargo, ¿qué importaba más? ¿Un amor imposible o la presidencia de México?