Lucifer

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-¡Es un placer presentarles la última llegada a la radio!... ¡Alastor!-

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Finalmente había terminado su primer día de trabajo y ya se sentía cansado, aún así se sentía feliz por al fin poder tener el trabajo de sus sueños, la radio. Se sentía infinitamente orgulloso sin embargo la tristeza y pena lo agobiaban. ¿Por qué? Simple. No podía disfrutar de su logro con su madre, esa hermosa mujer que lo quiso tanto, había muerto un par de años atrás.

Pasó por la florería y con el poco dinero ahorrado compró un ramo de flores y dispuso su camino al cementerio. Se sumergió tanto en sus pensamientos que llegó en lo que a él le pareció segundos.

Busco entre las lápidas el nombre su madre y se arrodilló frente a ella. Con suaves susurros empezó a relatar como le fue en el día, convirtiéndose en una costumbre con el paso de los años. Lloró y sus lagrimas cayeron sobre las rosas que sostenía en sus manos. Dejó el ramo a un costado mientras acariciaba con sus manos temblorosas la lápida. Estaba oscureciendo, ya era hora de irse aunque no quisiera.

Sintió que alguien se paraba a unos metros lejos de él y su cuerpo tenso, quería irse lo mas rápido, esa persona le causaba grima, desde el suelo solo puedo ver unos zapatos elegantes de una talla chica y la base de un pantalón blanco y costuras doradas, sintió curiosidad y a la vez un escalofrío.

Se paró y con las piernas adormecidas trató de alejarse del lugar, mala suerte que para dirigirse a la salida tenía que pasar por esa persona. Dirigió su mirada al frente y pudo contemplar las facciones del contrario, era un hombre más bajo que él, un hermoso rubio, vestía elegante y se notaba que había llorado por sus ojos rojos y algo hinchados, y tal vez borracho por como estaba tambaleándose. Aquel hombre estaba parado frente a una lápida que decía Lilith Morningstar, realmente no le importaba, deseaba irse lo más pronto posible.

El hombre dirigió su mirada a Alastor y torció su boca en una sonrisa sutil.

-¿Era tu madre verdad, Alastor?- Alastor se sorprendió al escuchar su nombre siendo pronunciado en los labios del desconocido.-

-Con todo respeto, no le importa- Respondió secamente, no le gustaba que hablaran de su madre. Y en un intento de irse choco accidentalmente con el más bajo.

-No seas grosero- Tomó con fuerza el brazo del más alto y lo atrajo a si mismo.

El moreno intentó zafarse del rubio sin éxito, no puedo entender porque pero sintió un escalofrío desde lo mas profundo de su ser, talvez placentero pero sin querer admitirlo.

-Acompáñame- Más que una petición sonó como una orden a la que no pudo ni responder ni negarse.

El rubio los dirigió a un elegante y enorme bar cerca de donde se encontraban anteriormente. Entró y muchos hombres que bebían allí bajaron la cabeza, dejando con intriga al más alto sobre quién era esa persona y que quería de él. Llegaron a la barra y el rubio tomo asiento dándole una señal al moreno para que se sentara a su lado.

-Siéntate- De nuevo una orden.

-...- Contuvo su enojo por ser tratado como alguien inferior y se sentó.- ¿Qué quieres de mi? ¿Quién eres?-

-¿Quién soy? Eso no importa, y lo único que quiero es beber y charlar contigo- Mentía, se notaba que mentía.

-¿Y por qué razón lo haría?- Se notaba que estaba irritado

-Por que se cosas que pueden destruirte.- Una sonrisa maliciosa se mostro en su rostro.

-¿Qué?- Su cuerpo tenso fuertemente.-¿Como qué?

-One-Shots-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora