Lana del Rey

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Odio este one-shot, lo hice hace tiempo. NO ME GUSTA. Pero no quiero rehacerlo.

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En la penumbra de un club nocturno en Nueva York, los ecos de un piano jazz resonaban entre las paredes cubiertas de un bello terciopelo rojo. Las luces de neón parpadeaban, reflejándose en los ojos rojos de Lucifer, que observaba la pista de baile desde su trono improvisado en una esquina oscura.

"Bebé, bebé, puedo vernos toda la noche", murmuró Lucifer, sus palabras mezclándose con la melodía de fondo. Su mirada se fijó en una figura delgada y elegante que se movía con una gracia hipnótica. Era Alastor, el famoso Demonio Radio, quien parecía encajar perfectamente en la atmósfera de decadencia y glamour.

Alastor, con su sonrisa permanente y ojos brillantes, sintió la mirada penetrante de Lucifer. Un estremecimiento recorrió su columna vertebral, pero lejos de sentirse intimidado, una chispa de curiosidad y desafío ascendió su mirada. Se acercó al rincón donde Lucifer lo esperaba, como un depredador atrayendo a su presa.

"¿Qué hace un ángel caído en un lugar como este?"preguntó Alastor, inclinándose hacia Lucifer, su voz acariciando cada palabra con una suave dulzura venenosa.

"Contemplando lo que aún puede ser mío", respondió Lucifer con una sonrisa ladeada, sus ojos recorriendo cada centímetro del rostro de Alastor. 

Alastor rió suavemente, un sonido que resonó como una hipnotizante melodía en los oídos de Lucifer. "¿Qué te hace pensar que quiero ser tuyo?" dañado, pero la ligera vacilación en su voz lo traicionó. 

Lucifer se inclinó hacia adelante, sus labios rozando la oreja de Alastor. "Diet Mountain Dew, baby, New York City nunca hubo un chico tan bonito. Te aseguro que no he visto a nadie como tú", susurró, su voz cargada de promesas y pecados.

La tensión entre ellos era palpable, una mezcla de deseo y desafío. Alastor, aunque normalmente era el que tomaba el control de las situaciones, se encontraba perdido en los ojos de Lucifer. "¿Qué esperas de mí, Lucifer?" preguntó, sus palabras apenas un susurro. Trató de molestarlo sentándose sobre las piernas del rey.

"Quiero que te rindas a mí", respondió Lucifer sin dudarlo, sus manos rozando suavemente la cintura de Alastor. "He visto tu alma, y ​​quiero poseerla, dominar cada parte de ti".

Alastor cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por el toque de Lucifer. "No eres bueno para mí, cariño. Eres peligroso", murmuró, pero no hizo ningún movimiento para alejarse.

"Lo sé", dijo Lucifer, su voz baja y seductora. "Pero ambos sabemos que el peligro es lo que nos atrae. Demos un paseo por el lado salvaje".

Con una sonrisa de rendición y deseo, Alastor permitió que Lucifer lo guiara hacia la oscuridad más profunda del club, donde los susurros y los gemidos se mezclaban con la música, creando una sinfonía de placer y pecado. La noche era suya, y en ese momento, nada más importaba.

"¿Crees que estaremos enamorados para siempre?" preguntó Alastor, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y desesperación.

"Bebé, no lo sé", respondió Lucifer, sus labios rozando los de Alastor en un beso ardiente. "Pero esta noche, seremos eternos".

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La noche en Nueva York continuaba, envolviendo a Lucifer y Alastor en un manto de misterio y deseo. Mientras se alejaban de la pista de baile, los ecos de la música y las luces parpadeantes quedaban atrás. Se adentraron en los pasillos oscuros del club, donde los secretos y los susurros se mezclaban con el aire cargado de anticipación.

Lucifer, siempre el maestro de la tentación, sostenía la mano de Alastor con firmeza. "Tú y yo, nacimos para morir", susurró, grabando otra melodía de Lana Del Rey que parecía resonar en su mente. Sabía que esa noche no sería como ninguna otra, y que el destino de ambos estaba entrelazado en una danza de poder y sumisión.

Alastor, aunque intrigado, mantenía una chispa de rebeldía en sus ojos rojos. "¿Qué me harás, Lucifer?" preguntó, su voz mezclada con un tono de desafío y curiosidad. "¿Cómo planeas domarme?"

Lucifer irritante, una sonrisa que prometía tanto placer como dolor. "Oh, Alastor, la verdadera pregunta es: ¿cómo planeas resistirte?" Respondió, antes de empujar suavemente a Alastor contra una pared cubierta de terciopelo. Sus labios se encontraron en un beso profundo y exigente, un beso que hablaba de promesas no dichas y deseos insaciables.

Las manos de Lucifer se deslizaron por el cuerpo de Alastor, explorando cada rincón, cada curva. Alastor, a pesar de su resistencia inicial, no pudo evitar responder al toque experto de Lucifer. Sus cuerpos se movían en una sinfonía perfecta, una danza de poder y sumisión.

Lucifer rompió el beso, sus ojos brillando con una intensidad oscura. "No eres bueno para mí, pero querido, te quiero", susurró, sus labios rozando el cuello de Alastor, dejando un rastro de besos ardientes.

Alastor jadeó, su resistencia desmoronándose lentamente. "Entonces tómame, Lucifer", dijo, su voz apenas un susurro. "Hazme tuyo."

Con una sonrisa de triunfo, Lucifer levantó a Alastor en sus brazos, llevándolo a una habitación oculta tras una pesada cortina. La habitación estaba decorada con elegancia decadente: velas parpadeantes, sábanas de seda negra y un aroma a incienso que llenaba el aire.

Lucifer dejó a Alastor sobre la cama, sus ojos devorando cada detalle del demonio que ahora estaba completamente a su merced. "Esta noche eres mío", declaró, sus manos comenzando a desvestir a Alastor lentamente, disfrutando cada momento de anticipación y deseo.

Alastor, desnudo y vulnerable, miraba a Lucifer con una mezcla de desafío y rendición. "Haz lo que quieras conmigo, pero recuerda, Lucifer", dijo con voz firme. "Siempre tendré una parte de ti también".

Lucifer rió suavemente, su risa reverberando en la habitación. "Lo sé, Alastor. Esa es la belleza de nuestra relación. Somos dos fuerzas imparables, destinadas a colisionar y fusionarse."

La noche continuó, una mezcla de placer y dolor, de dominio y sumisión. Cada caricia, cada beso, cada susurro era una promesa de eternidad. Lucifer y Alastor, dos almas condenadas, encontraron en esa noche una especie de redención y destrucción mutua.

Mientras el amanecer comenzaba a teñir el horizonte de un gris suave, los dos demonios yacían exhaustos pero satisfechos, sus cuerpos entrelazados en una danza de sombras y luces. "Tal vez en otra vida, podríamos haber sido diferentes", murmuró Alastor, sus ojos cerrándose lentamente.

"Tal vez", respondió Lucifer, acariciando suavemente el cabello de Alastor. "Pero en esta vida, somos exactamente lo que necesitamos ser."

Y así, en los primeros destellos de la mañana, Lucifer y Alastor encontraron un momento de paz en medio del caos eterno de sus existencias, sabiendo que, pase lo que pase, siempre estarían unidos por el destino y el deseo.

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Que no se note que hubo tremenda ayuda. 

Los amo.

Mitsy y Ginger

-One-Shots-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora