VII

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Sus cuerpos se unificaron en una danza lenta y elegante. Los ojos de Juan se entrecerraron, disfrutando del momento y sumándose en sus pensamientos.

Recostó su cabeza en el pecho contrario y se dedicó a concentrarse en la música que sonaba de fondo.

Su familia siempre había tenido una relación muy bonita, Xena los cuidaba a él y a Ari, su hermana, mientras que el profeta trabajaba y traía el poco dinero que podía a la casa.

En momentos como este, Juan olvidaba todo sobre la situación económica desfavorable por la cual estaba pasando su familia. Solo con tener a todos los cuales la conformaban juntos en un salón, con su padre tocando el piano y enseñandole a su hermana mientras que el y su madre bailaban serenamente podía sentir como la tranquilidad lo abrazaba lentamente y cómo sus preocupaciones y remordimientos se iban desvaneciendo con el sonido de las teclas de aquel instrumento.

El cuerpo del castaño se balanceaba lentamente al compás de la música, bailando junto a su madre. Aunque sólo tenía ocho años la última vez que lo hicieron, todavía recuerda vívidamente ese momento: la música, los latidos del corazón de Xena, los susurros por parte de su padre, que le estaba enseñando a tocar el piano a su hermana, e incluso el leve goteo de la lluvia que estaba callendo en ese instante. Todo lo recuerda con un detalle impresionante y, sobretodo, con una tristeza y arrepentimiento aún más intensos.














































-por qué se tenían que ir?...














































Una noche de invierno, una familia se encontraba despidiéndose. Los padres irían a encontrarse con el jefe del padre para hablar de negocios. Ya habían pedido que una buena amiga de Xena fuese a cuidar a los niños, pero con el apuro del asunto, esta no podría llegar hasta pasados veinte minutos de la hora acordada para la reunión.

Ambos mayores acordaron dejar a sus hijos solos en casa, de todos modos, solo sería poco más de media hora y estos ya tenían diez y ocho años, deberían saber cuidarse solos aunque fuese solo por un rato y tenían toda la confianza de sus padres sobre ello.

La noche era oscura, pero estaba iluminada por los rayos que caían continuamente alrededor de su hogar. La lluvia se había desplomado sobre la tierra y esta parecía estar meneandose levemente cada vez que retumbaba sobre el suelo uno de los destellos eléctricos antes mencionados.

-Nos tenemos que ir ya corazón, cuida de ti y de tu hermano- dijo la mujer mientras apretaba las mejillas pomposas de su hija. -Ari, sabes que tu eres una niña muy valiente no? Pues ahora es momento de demostrarlo. Recuerda que no debes hablar con extraños y mucho menos abrirle la puerta a alguien. En un rato llegará una amiga mía y ella tendrá llaves, solo quiero que estés quietecita y cuidando siempre a Juan, si? - después de esto, dejó un tierno beso sobre la frente de la niña y se giró hacia su hermano. -Ayyy mi Juanito, ya sabes, sin hacer ninguna travesura y siempre obedeciendo a lo que te diga tu hermana mayor. Ella te va a cuidar pero tu también tienes que ser el niño valiente que siempre eres, de acuerdo? - repitió la acción del beso pero ahora con su hijo menor y les sonrió a los dos hermanos mientras se ajustaba su abrigo y se dirigía a la puerta. -Chao mis niños, nos vemos, los amo-

Finalmente cerró la puerta tras de sí, y se dirigió al coche donde el profeta la esperaba. La lluvia y lo oscuro de la noche seguía empapando el cristal delantero de su auto, pero arrancaron hacia la carretera sin ningún problema.

 𖥻 . What If We Rewrite The Stars...º• 𓍯 ¦spruan au¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora