Prólogo

15 6 0
                                    

En las sombrías calles de la pequeña ciudad de Hollowbrook, donde los árboles parecen retorcerse como huesos rotos y el viento susurra secretos oscuros, se encuentra una antigua mansión abandonada. Nadie sabe quién fue su dueño original ni por qué fue abandonada, pero los lugareños la evitan como si estuviera maldita.

Sin embargo, este año, algo cambió. Cuatro cartas aparecieron misteriosamente en las puertas de cuatro casas diferentes. Las cartas estaban selladas con un sello de cera roja, y dentro de cada una había una invitación.

"Estás cordialmente invitado al Juego del Rompecabezas. Ven a la mansión abandonada en la colina el 31 de octubre a la medianoche. Trae tu ingenio y tu coraje. El premio será inimaginable".

Los destinatarios de las cartas eran niños de 13 años, todos ellos con historias tristes y secretos oscuros. Al principio, pensaron que era una broma cruel, pero algo en el tono de las cartas los intrigó.

El 30 de octubre, los cuatro niños se encontraron en la mansión. La luna llena iluminaba las grietas en las paredes y las telarañas que colgaban del techo. En el centro de la sala principal, había un rompecabezas gigante, pero no era uno común. Las piezas eran extrañas y parecían estar hechas de carne y hueso.

El líder del grupo, un niño llamado Santiago, leyó la última carta: "Para completar el rompecabezas, debéis encontrar las piezas restantes. Pero cuidado, no son de mentira. Son partes reales de alguien que ya no está entre nosotros".

Los niños se miraron entre sí, con miedo y curiosidad. ¿Quién era el creador de este macabro juego? ¿Y qué premio podría ser tan valioso como para arriesgar sus vidas?

Así comenzó el Juego del Rompecabezas. Cada pieza encontrada revelaba una pista, y los niños se adentraron en los rincones más oscuros de la mansión. Pero mientras armaban el rompecabezas, también descubrieron la verdad: el premio no era la riqueza ni la fama, sino la inmortalidad.

El creador del juego, un hombre solitario y atormentado, había encontrado una antigua fórmula para la vida eterna. Pero para mantenerse vivo, necesitaba alimentarse de las almas de los niños. El rompecabezas era su ritual, y los niños eran las piezas.

El 31 de octubre, cuando el último pedazo encajó en su lugar, las paredes de la mansión temblaron y se abrieron. Cuatro cajas aparecieron, y los niños sonrieron, creyendo que habían ganado.

Pero el creador del juego no tenía intención de dejarlos ir. Los niños fueron sacrificados uno por uno, sus almas atrapadas en el rompecabezas. Y así, la maldición continuó.

La historia se cuenta en susurros en Hollowbrook. Algunos dicen que la mansión está habitada por los espíritus de los niños, que siguen buscando una salida. Otros creen que el creador del juego aún vive, esperando su próxima víctima.

Y así, cada año, cuando se acerca Halloween, las cartas aparecen en cuatro casas diferentes. Los niños aceptan la invitación, sin saber que están a punto de convertirse en parte de un rompecabezas macabro.

¿Te atreverías a jugar?

Rompecabezas ¿Humano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora