Mientras Índigo envolvía a Green en aquel oscuro abrazo, una corriente fría y punzante recorrió el cuerpo de Green cuando sintió la aguja de la inyección penetrar en su piel. El extraño líquido violeta y viscoso fluyó dentro de él, trayendo consigo una sensación de ardor y malestar. Green trató de luchar, pero la fuerza de Índigo lo mantenía atrapado en su abrazo.
Con cada momento que pasaba, Green sentía cómo su voluntad se desvanecía lentamente, reemplazada por una oscuridad que lo envolvía por completo. Su mente se nublaba, sus pensamientos se volvían confusos, y una sensación de poder creciente comenzaba a surgir desde lo más profundo de su ser.
De repente, Green sintió un mareo abrumador que lo envolvía, su visión se volvió borrosa y sus piernas flaquearon bajo él. Con un último esfuerzo, trató de mantenerse en pie, pero sus fuerzas lo abandonaron y cayó al suelo en un desmayo repentino.
índigo sonrió con malicia mientras observaba la transformación de Green. Con un gesto de mano, liberó a Green de su abrazo y lo dejó en el suelo, inconsciente y vulnerable.
Los ojos de Green se cerraron lentamente mientras caía en un sueño profundo, su respiración tranquila apenas audible en el silencio opresivo que lo rodeaba.
Cuando Green despertara, ya no sería el mismo. Había caído en las garras de la oscuridad, y su destino estaba sellado como un siervo leal de Índigo, listo para cumplir su papel como un impostor temido y poderoso en el siniestro reino de la oscuridad. . .
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Al despertar, Green se encontró sumido en una oscuridad abrumadora, tanto dentro de él como en el entorno que lo rodeaba. Sus ojos se abrieron lentamente, solo para encontrarse con un panorama desconocido y perturbador. Yacía sobre una camilla de laboratorio maltrecha, cuyas superficies desgastadas y manchadas reflejaban la decadencia del lugar que lo aprisionaba.
Una sensación de maldad se infiltraba en cada fibra de su ser, envolviéndolo en un abrazo gélido y opresivo. Sus recuerdos se deslizaban por su mente como sombras, distorsionados y corrompidos por la oscuridad que ahora lo consumía.
Sus amigos estaban allí, o al menos sus siluetas eran visibles a través de la densa neblina de su visión alterada. Sin embargo, cuando Green intentó enfocar su mirada en ellos, solo pudo distinguir borrosamente sus formas, deformadas por una X de color lavanda que cubría la zona de sus ojos. Era como si una fuerza invisible hubiera marcado a aquellos que alguna vez fueron sus compañeros con el sello de la condenación.
El aire en la sala se cargó con una tensión palpable cuando Green se levantó de la camilla, su figura envuelta en una aura oscura y ominosa. Sus ojos, ahora llenos de un brillo malévolo y penetrante, se posaron en su amigo Black, quien retrocedió instintivamente ante la mirada intensa y despiadada que lo perforaba.
