𝙏𝙤𝙙𝙤 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙫𝙞𝙙𝙖 𝙘𝙖𝙢𝙗𝙞𝙖

don't blame me

No me culpes, el amor me volvió loco.

Giyuu Tomioka y yo, Iguro Obanai, habíamos logrado forjar una amistad sólida, a pesar de nuestros desacuerdos pasados. Reconocí que mi percepción sobre Giyuu había sido equivocada; él era todo lo contrario a lo que yo pensaba. Mientras más tiempo pasaba a su lado, más me daba cuenta de cuánto lo amaba. Para mí, él representaba todo lo que estaba bien en este mundo.

Un día, a Tomioka le asignaron una peligrosa misión, y un presentimiento ominoso se apoderó de mí. Aun así, no me sentí capaz de oponerme a las decisiones de Kagaya. Horas más tarde, se anunció una reunión de los Pilares, lo cual me desconcertó. Me encaminé hacia la finca Ubuyashiki y, al llegar, busqué a Tomioka por doquier sin éxito. A pesar de las restricciones impuestas por Uzui, logré vislumbrar a Sanemi con Tomioka atado. La mirada de Tomioka era extraña, sus ojos reflejaban una oscuridad desconocida. ¿Qué diablos había sucedido? Me pregunté angustiado.

Desesperado por la situación, observé cómo Sanemi desenvainaba su katana con la intención de segar la vida de Giyuu. Permanecí inmóvil, observando atónito. Un estruendo resonó en el aire cuando mi katana chocó contra la de Sanemi.

"Si lo tocas, te mato", le espeté con frialdad en la voz y determinación en la mirada. No me culpes; el amor me volvió loco y estoy dispuesto a cometer cualquier error con tal de protegerlo. Este chico es mi adicción y estaré dispuesto a consumirla el resto de mi vida.

Por él he cruzado límites que creía infranqueables. Malgastaría mi tiempo si no fuera por él. He perdido la razón y todos murmuran: "Esta vez ha ido demasiado lejos". Los miré a todos con resentimiento mientras desataba a Giyuu y me alejaba corriendo. (Era de noche para mayor claridad).

Sé que esto tendrá consecuencias devastadoras, pero no me importa; nunca me importará. Lo único que verdaderamente me preocupa es que Giyuu esté a salvo y encontrar una cura para que recupere su humanidad.