De nuevo

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La Hyuga y el ototsuki continuaron su relación, el peliblanco ignorante de lo ocurrido, de que el Uzumaki había probado el cuerpo de su novia, de que le había brindado más orgasmos de lo que él era capaz de hacer.

Hinata por su parte, al instalarse en konoha se graduo como kunoichi activa, realizando misiones, pero nunca se acercaba a la oficinal del uzumaki. La peliazul no tuvo la oportunidad de reencontrarse con Naruto a solas en todos estos meses, por fortuna para su noviazgo. Sin embargo, no todo pudo ser felicidad ya que en algún punto ella y el rubio se volverían a ver.

Hinata se refugió en su apartamento y en el residencial del clan Hyuga, pero los Ancianos del clan decidieron enviarla como representante de sus intereses. Así que con todo su pesar, se dirigió a la torre Hokage. Mientras hablaba tranquilamente con la asistenta del Hokage, Shizune.

Al levantar la mirada, lo vió. Naruto seguía igual que la última vez, igual de alto, de confiado, con el mismo peinado rubio corto. Daba una imagen de poder a pesar de ir vestido humildemente, y no sólo por su enorme presencia física. Hinata detuvo sus ojos en el pantalón. Si uno no se fijaba detenidamente, el contorno que formaba el pantalón podría confundirse con la musculatura de la pierna, o con pliegues ocasionales del tejido. Pero Hinata sabía realmente qué era eso, se bamboleaba ligeramente cada vez que el Uzumaki andaba, como si tuviera vida propia.

Aunque había pasado un tiempo, la ojiperla no había logrado quitarse ni un día de la cabeza el monstruo que tenía el ninja rubio por pene. Podía recordar la sensación de la longitud en su mano, el peso y calor que desprendía cuando lo masturbó, la dureza y potencia cuando penetraba su vagina haciéndola estallar de verdadero placer, la calidez de su semen inundándola por completo por dentro y luego chorreando cual río de lava.

Desde aquella noche en el balneario, 8 meses atrás, Hinata se había masturbado diariamente pensando en ése pollón. Su vida sexual cambió radicalmente ese día, su novio toneri era incapaz de satisfacerla, su pene le parecía un juguete de niño en comparación con el del rubio Kage, era incapaz de perforar su vagina, de abrirla y expandir sus paredes, de llegar a los sitios más profundos. El único consuelo que le quedaba era tocarse ella misma, pensando en el miembro de Naruto uzumaki follándola, en fantasías en las que volvían a encontrarse, o perversiones en las que dejaba todo atrás y se marchaban juntos de la aldea para ser amantes. Aunque sus pensamientos seguía siendo de Toneri, su cuerpo y corazón habían escogido un nuevo macho, un macho capaz de hacerla ver las más brillantes estrellas en la cama.

El mero hecho del contorno del pene del Uzumaki hacía que su vagina empezara a mojarse, la pobre tenía claro quién era su dueño, y lo tenía a pocos metros. Hinata frotó ligeramente sus piernas, para intentar aliviar la calentura que le estaba dando, pero sin éxito.

Para su desmayo, Naruto giró la cabeza y vió que estaba allí. No hizo el gesto de acercarse, ni tampoco reconoció su presencia, el único gesto que hizo fue una sonrisita. Terminó de hablar con Kakashi, y llamó a un subordinado, con el cual habló en susurros, y se marchó, sin todavía reconocer la presencia de la ojiperla.

Hinata, confundida, contempló como se iba. Fue el mismo subordinado el que, un rato más tarde, cuando Hinata se iba de la torre del Hokage, la interceptó.

"Psst, lady Hyuga"

Hinata se sobresaltó, el otro ninja se había acercado sigilosamente. Sin decirle nada más, le agarró la mano y dejó un papelillo envuelto. Cuando Hinata levantó la mirada para verle la cara, ya no estaba allí.

Que raro, pensó la Hyuga curiosa, desenvolvió el papelito, que escrito a lápiz llevaba el siguiente mensaje: 22 horas, Hotel de la Hoja Verde, habitación 112. Ven para otro repaso, Hinata-chan.

Deseo infielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora