¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Un tropo de cama" y celo/cría
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La guerra de Quincy había terminado. La sociedad de almas había comenzado a reconstruirse a partir de las ruinas, como un fénix que resurge de las cenizas. Los edificios habían sido reconstruidos y las 13 divisiones se unieron en unidad después de la destrucción y la pérdida que todos sufrieron. El nuevo capitán en jefe, el anterior capitán del 8.º, Shunsui Kyoraku, había guiado al shinigami al nuevo mundo creado. Junto con la nueva paz encontrada, la sociedad de almas había ganado algunos nuevos reclutas. Uno de ellos es el ex Espada, Grimmjow Jeagerjaques.
Un hombre brutalmente brusco con un temperamento letal y una sed de batalla que rivalizaba con la del Capitán Kenpachi. Después de sus esfuerzos en apoyo de la guerra y las entusiastas recomendaciones dadas por el héroe de guerra Kisuke Urahara, se le concedió un lugar entre los 13 guardias de la corte goeti.
Desafortunadamente, debido a tu incapacidad para decir que no y tu constante necesidad de apaciguar a tus superiores, te habían asignado la agotadora tarea de "enseñarle a Grimmjow los conceptos básicos", por así decirlo. El arrancar parecía tan decepcionado por este enfrentamiento como tú. Con los brazos permanentemente cruzados sobre su musculoso pecho, había pasado la mayor parte de los últimos tres días de tu viaje mirándote. Lo cual era preferible a los comentarios sarcásticos y los gruñidos retumbantes que te ofrecía.
No podías esperar a regresar al Seireitei, el último tramo de tu viaje debería hacer que llegues de regreso mañana a última hora de la mañana. Sugerirías caminar durante la noche para terminar antes con el doloroso silencio, si no fuera por las furiosas nubes negras que se acercan a un ritmo rápido. La temperatura había bajado considerablemente y, afortunadamente, tu caminata rápida te calentó lo suficiente. Sacaste el mapa de tu fajín, frunciste el ceño cuando te detuviste y trataste de calcular qué tan lejos estabas de la posada que habías reservado para pasar la noche.
"¿cuanto tiempo más?" Tu involuntario compañero refunfuñó detrás de ti. Luchando contra el impulso de arrojarle el mapa a la cabeza, te concentraste en las marcas... serán al menos otras tres horas de la radiante personalidad del Sr. Sunshine.
