seis

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—Linda, vamos...— João me pidió derrotado.

—Joaaaooo nooOoo, la nOcheeE es jooVeen. Aún quEdAa más.— protesté mientras me agarraba firmemente a él, que intentando que no me cayera y en contra de mi voluntad, me estaba sacando fuera del club.

—Uuuy, cuidado, linda.— me acercó más a él— La acera.

—Uy.— me reí al darme cuenta de que casi me desgarró el tobillo con el bordillo.

Rima y todo, ja.

Ambos paramos en seco mientras João sacaba su móvil. Tanto tiempo en silencio y sin hacer nada hizo que volvieran a brotarme las ganas de entrar de nuevo en el club y bailar. Al fin y al cabo, la noche aún era joven, y seguro que si me esforzaba un poco en buscar, Mason estaría por ahí esperándome y dispuesto a acabar lo que habíamos empezado.

—No me quiero ir. Lleevaame dentro Ootra vez.— le ordené, pero no me hacía caso.

—Sí, para que vuelvas con Mount, ¿no?— se mofó, alzando una ceja y mirando hacia otro lado— Nah.— chasqueó la lengua— No va a pasar.

Enseguida se me asomó una sonrisa divertida por la comisura de los labios.

—¿Estas celoso?— empecé a reírme.

La idea me parecía patética, no mentiré. Sin embargo, siendo João cualquier cosa era posible, incluso estar celoso de su compañero de equipo por invitar a su futura novia falsa- y por contrato- a un par de copas.

—Como si a mí me importara ese.— dijo con desprecio— Es tarde, ¿vale? Y debes descansar.

—Bueno, muy bien, pero no tengo sueño, João.

—Si que tienes, Nessa, ahora no discutamos más.— dijo firmemente, enviando unos mensajes y guardando el teléfono en el bolsillo del pantalón— Vamos, entra en el coche.

Ni siquiera me había dado cuenta de que ya estábamos parados frente al automóvil. Abrió la puerta con una mano y luego me ayudó a sentarme. Después, se sentó él en el asiento de piloto, y en cuanto arrancó el coche, sentí como todo me empezó a dar vueltas.

—Uy.— me agarré fuerte a la manilla de la puerta.

—¿Vas bien?— me preguntó él con dulzura, poniéndome una mano en el muslo.

El futbolista lo hizo como de manera instintiva. Los ojos se me fueron directos a su mano, y él notó el gesto, por lo que la retiró rápidamente. Fui a decirle que no pasaba nada, que su mano en mi pierna no me molestaba en absoluto, pero me veía incapaz de articular palabra. Traté de llamarlo por su nombre y me salió un susurro casi inaudible.

TRAITOR, JOÃO FÉLIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora