I. DEL DOLOR DE LOS REYES Y LA BENDICIÓN DEL HADA MADRINA
Erase una vez, un rey con su reina que se amaban de sobremanera, y deseaban con todo su corazón tener hijos. Mucho tiempo esperaron los reyes, y no tenían hijos. Hasta que un día en un festín llegó la Hada Madrina de la Reina — ¡Oh Reina y niña mía! ¿Qué es ese penar que veo en sus ojos? — dijo la Hada — ¡Ay Hada Madrina!, en buena hora me has venido a visitar. Te pido me des una bendición, pues no he podido dar a mi Rey un solo hijo y eso nos atormenta — dijo la Reina Rapunzel. El Hada Madrina sacó su varita y con centellas y luces apuntó al vientre de Rapunzel — Oh Señora y Reina de estas tierras, seas bendita la noche de hoy. Digna heredad le des a Uther, tu esposo y Rey. Hágase como digo —.
Y así fue que la Reina Rapunzel y el Rey Uther de Camelot tuvieron hijos, dos fueron ellos, gemelos de oro; Arturo el varón e Isabella la mujer.
II. DE LO ACONTECIDO CON RUMPELSTINSKI EN EL FESTÍN
El reino tuvo un gran festín para celebrar el nacimiento de ambos bebés. El rey invitó a todo el pueblo, hombres y mujeres, niños y niñas, y también a todas las criaturas mágicas; hadas, duendes, gnomos, elfos. Pero el rey no invitó a Rumpelstinski; un enano travieso, tramposo y traicionero.
Fue entonces el festín y la alegría que ahí había era grande, regalos a montones eran dados a los pequeños príncipes. Y fue el turno de las hadas, y todas ellas dieron grandes bendiciones a los bebés. La primera dijo: — Para ti princesita Isabella; crezcas bella como antes no ha habido doncella alguna en la tierra. La segunda dijo:— Para ti príncipe Arturo, te bendigo con honor a montones, que en todo el reino y su historia, no haya ninguno mayor a ti en honradez. Dijo la tercera: — Oh bella Isabella, te bendigo a ti con un corazón amable y generoso; y a ti hermoso te bendigo con la inteligencia y sabiduría de los más grandes doctos.
Los reyes se regocijaban de honor y felicidad al oír tan bellas y grandes bendiciones, y todos los presentes se alegraban, pero, de las sombras se escuchó una siniestra risa, Rumpelstinski salió de un esquina del gran salón donde se festejaba la ceremonia, sorpresa y silencio se apoderó de todos los invitados, pues bien conocían al enano.
El Rey Uther se apresuró y de un saltó se puso frente al tramposo — Nadie te ha invitado aquí, largo antes de que mis guardias te lleven a los calabozos — dijo con furia, como león que defiende a sus cachorros, pero Rumpelstinski le respondió — Oh Rey de reyes y Señor de señores, amando por todo y odiado por ninguno, ni siquiera por mi. No despidas así a tu servidor, mire usted que vengo yo tambíen con una bendición para sus hijos — el Rey desconfió de él, pues conocía su naturaleza y con un ceño fruncido reprobaba al enano y apenas tomaba aire para responder cuando rápido se le adelantó el traicionero — Oh Señor beato y honrado, mire usted, que ningún trato ofrezco yo esta vez, como es bien conocido que yo hago, y de ahí, mi mala y sucia reputación. Vea pues, que mis intenciones sinceras son, pues, estos niños inocentes y mal alguno no merecen—.
Uther el Rey, pensó por largos minutos, y buscó consejo en la mirada de su Reina Esposa, ella qué buena era y mal no veía en ningún ser, asintió su cabeza en pos de Rumpelstinski — Has pues, tu bendición a mis hijos, que sean buenos y grandes como el de las hadas, y cuida que sea así, de lo contrario, tu vida encontrará su fin — Rumpelstinski sonrió y dijo dirigiéndose a los infantes — Oh bellos, inocentes y frágiles niños, en buena hora han nacido. Sean estos mis regalos: Arturo, te pase a ti como a tu padre, que crezcas grande y fuerte, y gran rey seas: Isabella, que seas feliz doncella, alegre y juguetona — los reyes oyeron tales bendiciones y se alegraron — Pero a ti, Isabella, pasará que a la edad de dieciséis años, en largo sueño caerás y contigo, todo el reino de Camelot dormirá, en cuanto a ti Arturo...— no terminó de hablar el enano, cuando la cólera del Rey cayó en forma de lanza sobre Rumpelstinski, por su traición. El traidor se apresuró a huir, alegre por su travesura y maldad, pero amargado por no poder arruinar también a Arturo.
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El Príncipe Arturo y Pumpelstinski
FantasyEste pequeño cuento nació como parte de un proyecto universitario. El cuento narra una versión alterna en la que se fusionan las historias del Rey Arturo y la Bella Durmiente, así mismo, se rescata al personaje Rumpelstinki.