Damian era planificador, sobre todo cuando se trataba de algo importante para él.
Y oh, vaya que le importaba esa chica pelirosa y risueña que había estado presente en su vida desde los seis años.
Era por eso que había abandonado su orgullo, y toda la estupidez política en la que estuvo involucrado desde temprana edad. Todo palidecía al lado de Anya.
Por alguna razón, era ella también por quién se veía obligado a cambiar sus planes sobre el ruedo. Cómo la vez que estaba dispuesto a proponerle ser pareja en su ceremonia de nombramiento cómo estudiante imperial, pero ella simplemente saltó sobre sus brazos y lo besó un día antes.
Justo como ahora, también. Había planeado cuidadosamente todas las actividades que harían en el viaje escolar, sin embargo terminó en la enfermería, colocándole paños húmedos a Anya en la frente mientras escuchaba sus lamentos.
—Lo siento... —Moqueaba ella, sus dedos jugueteando con la tela de su pantalón a la altura de su rodilla —Todavía puedes irte.
Damian suspiro, a veces podía ser algo tonta.
—El viaje realmente no me importa si no estás tú.
Otro sollozo.
—Deja de ser tan lindo.
Sonrió. Si no fuera por su estado, pensaría en grabarla. Anya no aceptaría algo así en plena consciencia, sería acrecentar su ego.
—Todavía puedo escuchar tus pensamientos —dijo Anya arrugando su nariz en una mueca de molestia.
—No importa, no creo que puedas evitar nada cómo estás.
—¡Hey! — Ella le dió un manotazo en la mano, al tiempo que él apartaba su silla de la cama —Ja, todavía pude. Quizás debamos ir todavía al viaje.
Damian rodó los ojos. Realmente no soltaría el tema hasta que deje de sentirse culpable.
—Anya, el bus partió hace dos horas.
Sus ojos se abrieron de par en par. Lo último que recordaba era la descompensación que le había dado al subir al bus, pero sinceramente se sentía reciente. Lo más probable es que se haya quedado dormida en cuanto llegó a la enfermería.
La sien todavía le palpitaba y su cuerpo se encontraba lejos de estar a una temperatura normal, pero luego de una siesta de casi dos horas seguro que podría levantarse, ¿Cierto?
Anya se giró sobre su costado, dejando el paño de su frente resbalarse a la almohada, para observar a Damian.
—¿Y si vamos a mi casa? Mis papás no están y...
Se detuvo en cuanto Damian se acercó a ella, prácticamente la instó a recostarse y acomodo el paño en su frente una vez más.
—Anya, todavía debes descansar.
—Pero ya estoy bi-
De repente una punzada en la sien, increíblemente fuerte e irritante, la obligó a cerrar los ojos.
—Lo siento —repitió.
—Ya te dije que no importa. Lo único que quiero es que descanses —susurro Damian cerca de ella.
Anya quería refutar, pero la presión que sentía en la cabeza había drenado nuevamente sus fuerzas. Lentamente se sintió envolver por el cansancio y se entregó a un amargo sueño.
(...)
Contra su voluntad, Damian se había visto obligado por la enfermera a dejar la habitación.
ESTÁS LEYENDO
Fever Confessions
FanfictionLos planes de Damian y Anya se ven arruinados por una fiebre maliciosa que aqueja a la pelirosa. Nada demasiado serio o al menos no hasta que, en medio de sus desvaríos, Anya confiesa un secreto muy real. ¿Qué opinara el menor de los Desmond acerca...