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Chimon Wachirawit es la persona que Dios ha escogido para divertirse.

No le encuentra otra explicación al hecho de que nunca nada le sale bien.

Su vida es horrible, es lunes, ya no le alcanza el tiempo para desayunar y tiene un gato que lo odia.

Su nuevo vecino, en el piso de arriba, no ha parado de mover sus muebles desde la mudanza, durante todo el fin de semana.

—Es un imbécil —le cuenta a Haunter, mientras cepilla sus dientes— ¿Es que nunca duerme?

A él no le interesa, pero tiene que escucharlo porque todavía no le ha dado de comer.

—Este era un barrio decente antes y ahora, se ha mudado un simio —vocifera caminando a la cocina y abre una lata de atún, acercándose al plato de su gato.

Su única amiga en toda la manzana, es una jubilada de 65 años, y está ansioso por sentarse a tomar un té con ella al volver del trabajo, para criticar al idiota.

Suspira después de vestirse rápido y agarra sus llaves antes de salir.

Es un investigador serio, no debería estar corriendo en la mañana para alcanzar el tren.

Todavía es pobre, ahorra lo que gana porque quiere una casa, para no tener que convivir con simios.

Casi llegando a la pista, pasa por los cubos de basura para tirar una bolsa, pero tropieza porque ahora hay uno nuevo y se desparrama ahí, junto a los restos de comida.

—Mierda, carajo, puta madre y todo lo demás —se queja entre dientes pensando en la hora.

—¿Qué estás haciendo?

Esa horrible voz solamente puede pertenecerle a un horrible imbécil.

Se levanta dispuesto a discutir aunque tenga que marcar una tardanza, sacudiéndose con las manos.

—Tropecé —susurra sonrojándose al verlo.

¿Desde cuándo los simios son así de guapos?

—Vaya que eres ruidoso —menciona cruzando los brazos y Chimon abre la boca sin poder creerlo.

No le importa si es el hombre más caliente que ha visto en su vida, no lo va a permitir.

—¿Yo soy el ruidoso? —pregunta indignado y especifica más— ¿Tú estás acusándome a mí de ser ruidoso?

—Acabas de despertar a media manzana cayéndote.

—¡Eso no estaba antes ahí!

—¿Debo disculparme por colocar mi cubo de basura junto a los otros cubos de basura en el espacio designado para colocar los cubos de basura?

—Sí —indica levantando un dedo— pídeme perdón, porque no he dormido nada, todavía no he tomado café, voy a llegar tarde al trabajo y tengo restos de tu comida sobre mi ropa.

—Pídeme perdón tú, tiraste mi basura.

—Voy a recoger todo esto, cuando regrese —dice levantando algunas bolsas del piso y se las tira encima— simio sin empatía.

Claro que será un día de mierda, no le sorprende, apenas inicia la semana.

Respira profundo caminando a la estación y escucha detrás de él, los pasos que da su nuevo enemigo personal.

Puede ser una coincidencia o puede estar en peligro de ser secuestrado, todavía no decide que pensar.

Quién sabe a qué se dedica, no tiene idea ni de cómo se llama.

Lo mira porque sube al tren también y enciende la pantalla de su teléfono, para amargarse más.

Es muy tarde.

Odia la rutina, pero realmente no se ve haciendo algo diferente.

Cuando escucha el nombre de la parada en la que debe bajar, camina rápido entre la gente para salir a la avenida.

Gira casi en la puerta del edificio, porque sigue escuchándolo detrás.

—¡Estás siguiéndome! —grita acusándolo con un dedo.

El suspiro que suelta es de resignación, y saca su identificación.

—Jimmy Jitaraphol Potiwihok —afirma casi en automático— me transfirieron acá, soy investigador.

—¿Homicidios?

—Sí.

—Suerte con eso —se burla casi riendo.

—¿Por qué? —pregunta interesado caminando a su lado.

Su reacción ha sido extraña.

—No voy a decirte, no quiero tener una conversación contigo, me caes mal.

El ambiente colorido que se está formando por el bonito clima se oscurece, cuando el ascensor se abre.

El chico parado ahí los mira, y Jimmy se siente extrañamente incómodo.

No es capaz de explicar la razón.

Imita la rápida reverencia que hace su vecino para saludarlo, y él la devuelve, sin hablarles.

Ve el número del piso en el que le toca trabajar marcado, y confirma lo que ya es obvio cuando la puerta se abre y lo ve salir al pasillo.

—Disfruta de tu escalofriante compañero de área —le susurra Chimon cuando va a bajarse también— Nanon no es normal.

Perfecta | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora