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Cuando First se sienta a su lado, y coloca el informe que le ha pedido para contextualizar uno de los casos pendientes que tiene, Nanon acomoda los lapiceros que estaba usando.

Le sirve hacer garabatos para relajarse, así es capaz de socializar más.

—Trabajé en esto toda la noche —informa estirándose— te va a servir.

—Voy a revisarlo, y pasaré por tu oficina más tarde —responde Nanon evitando el contacto visual.

No le gusta, siempre se ha sentido incómodo cuando tiene que cruzar su mirada con la de otra persona.

First ya no necesita quedarse mucho más ahí, quiere que se vaya, pero entiende lo maleducado que sería pedírselo.

—Hazme un favor —agrega colocando una mano en su hombro— ¿Tienes su número personal?

Señala a la nueva secretaria del equipo, y Nanon guarda silencio mirándolo.

¿En serio?

—Está buenísima, apruebo el gusto del encargado de Recursos humanos.

—No es legal proporcionar esa información sin el consentimiento de la persona.

—Oye, no te ofendas, pero justamente por esa clase de comentarios es que no le agradas a nadie —responde levantándose y saca una hoja doblada de su bolsillo que pone sobre el informe— tiene cuatro de diez de esta lista, voy a averiguar pronto si también es buena en la cama.

Nanon respira pesadamente abriendo la hoja cuando ya está solo, y lee lentamente las estupideces que han escrito ahí.

First es el peor.

Busca nervioso un papel en el cajón superior y saca una hoja, en la que escribe torpemente.

1. First Kanaphan.

Él puede hacer una lista también.

Su madre tenía otra definición de perfección, a la que él logró acercarse, pero no va a poder explicarle a First.

Es que ya está muerta.

Tuvo que matarla porque no entendía, ella no quería escucharlo, por eso tuvo que detenerla.

—Hay personas que no merecen vivir —susurra escribiendo, porque es lo que madre siempre le decía.

Ella siempre tiene razón.

Voltea hacia atrás, y confirma que está solo.

Son solamente las voces en su cabeza.

¿Cuál es la utilidad de un grupo de hombres que se sientan a hacer una lista así?

Ninguna.

Se parecen a su madre, exigiendo algo que no pueden ofrecer.

2. Bright Vachirawit.

3. Chimon Wachirawit.

—Nanon.

Levanta la mirada, colocando sus manos sobre el papel y ve a Ohm parado ahí, hablándole.

Toma aire, motivándose internamente, porque a veces solo no quiere seguir dejando la vida pasar.

No puede solo saludar y hacer un comentario tonto, es un hombre de 35 años, ya fue suficiente.

—¿Quieres ayudarme con la investigación del asesinato en el bar?

—Empecé a trabajar en él —le responde buscando la carpeta entre sus cosas— puedo quedarme hoy a terminar esto.

—Me quedo contigo.

—Me sirve siempre tu perspectiva, Ohm.

De acuerdo, ha dado un paso más, pero sigue estancado en una conversación laboral.

—¿Quieres cenar conmigo cuando terminemos? —se atreve a preguntar nervioso.

Sus manos están sudando y Nanon no entiende qué ocurre.

Se ha alejado de la rutina, se sabe de memoria las cosas que siempre le dice y esto es nuevo.

Él nunca ha salido a comer con alguien.

No recibe invitaciones de ningún tipo, las personas no se acercan a él.

—Está bien si no quieres, discúlpame, no era mi intención incomodarte, solo...

—Me gusta la pizza —dice Nanon interrumpiéndole y él cierra la boca.

¿Ese es un sí?

—Conozco un lugar cerca de acá.

Ese es un sí.

Todos creen que es raro, incluso él mismo cuando se ve al espejo, pero Ohm no.

Es la única persona que nunca lo ha tratado como un bicho raro y a él le agrada, pero a ella no.

Perfecta | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora