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DAYLIGHT: THE GREEN-HAIRED STRANGER

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DAYLIGHT: THE GREEN-HAIRED STRANGER

Los azulados, casi cristalinos ojos de Kendall, veían detenidamente el paisaje invernal

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Los azulados, casi cristalinos ojos de Kendall, veían detenidamente el paisaje invernal. Las palmas de sus manos, tocaban el cálido pelaje del lomo del reno en el que estaba montada. El animal, iba a toda velocidad, jalando detrás de él un trineo. Sentada en el trineo y con los brazos cruzados, reposaba una anciana de buen aspecto a pesar de su avanzada edad. Se trataba de la doctora Kureha, "famosa" por su alto conocimiento en medicina y de pedir cosas a cambio de algunos servicios médicos efectivos. Nadie había sido testigo de alguna falla cometida por aquel médico.

La doctora Kureha era uno de los pocos médicos que se daban el lujo de rondar por los pueblos de la isla de Drum, en sí, era la única. Nunca cedió ante el capricho del rey Wapol, quién le había arrebatado a los habitantes de la Isla invernal, su derecho a la salud. Un privilegio que a nadie, menos en una condición climática como la de la isla, debería de ser negado. Wapol, usuario de la fruta Baku Baku, le permite comerse hasta a él mismo, por eso el miedo irracional de la población hacia él.

Involuntariamente, la palma derecha de Kai se endureció con el hielo que recreó ahí, en el pelaje cálido de su compañero. Fue un milagro que el reno no sintiera del todo el ataque. Sin embargo, frenó bruscamente, causándole a Kendall un respingo repentino.

───¡No te detengas, Chopper!───exclamó la anciana, ansiosa por llegar al próximo pueblo.

El reno estrepujó sus dientes, frunció la expresión y volvió a retomar su marcha.

───Perdón.───musitó Kendall en un tono sereno. La voz de la joven era ronca, pero a la vez sutil.

Chopper suavizó la expresión y continuó su ruta a Cocoweed. Pasaron algunos minutos y finalmente, llegaron a la pequeña aldea. Aún sin señales de que alguien estuviera enfermo, la doctora Kureha, con su envidiable tercer ojo, iba de puerta en puerta, buscando alguna anormalidad que le hiciera bajar del trineo, sacar sus antibióticos y entrar de la forma más genuina posible.

Chopper, por otro lado, con su fino olfato detectó inmediatamente algo que venía de un restaurante y avanzó a éste con prisa. Kureha sabía que el reno se movía con toda libertad y sabía hacia dónde la dirigía, cosa que resultaba práctico. Frente al restaurante, la doctora Kureha, con una sonrisa brillante apreció la entrada a su oportunidad. Un niño pequeño no dejaba de llorar, mientras su padre lo reprendía. Todo pasaba en el interior de dicho establecimiento. Era una puerta lo que separaba a la doctora y a la gente que llegaba detrás de ella, curiosa por el escándalo.

𝐃𝐀𝐘𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓; One Piece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora