Un café y un pacto

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Nos sentamos en la terraza de un bar cercano, él justo en la silla de en frente a mi. Su sonrisa no se había borrado ni siquiera cuando pedía los cafés.

Yo jamás había bebido café, algo que suelo ocultar, pero Lucas me había transmitido la tranquilidad suficiente como para decirle la verdad.

Su sonrisa me hacía pensar en todas aquellas cosas que también había hecho por primera vez con Fernando.

«- ¿Qué dices? No me creo que jamás hayas ido a un acantilado – decía Fer.

- Pues no, no ha entrado nunca en mis planes – decía yo riéndome un poco mientras veía como su nariz se había manchado un poquito de helado.

- Pues yo seré tu primera vez»

- ¿Leticia? - vi los dedos de Lucas chasquear delante de su cara.

- Si, si, dime – dije volviendo a la realidad al darme cuenta de que, al pensar en aquello que pasó con Fernando, me había desconectado del mundo.

- ¿Te encuentras bien? Te noto distraída – la preocupación de su tono me hacía sentirme tremendamente pequeña comparada con él.

- No es nada, solo estoy pensando en algo que tengo que hacer en un rato – reí nerviosa, asustada de creer que él se pudiera haber sentido mal.

- ¿Algo que hacer luego? - se extrañó - ¿Puedo saber más? Solo si quieres.

- He quedado – sonreí angustiada.

- No te noto muy cómoda con eso – se acercó un poco más a mí y puso su mano sobre la mía.

- No lo estoy – suspiré – tengo que ir con mis amigos, ellos dos son pareja...

- ¿Y cual es el problema?

- Mi mejor amigo, osea el novio de esa relación... - mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas – siento atracción por él desde hace meses, casi un año. Pero está saliendo con mi mejor amiga y eso lo hace todo muy difícil.

- Oh, no, Leti, no llores por favor – sus manos se posaron en mis mejillas. Pude sentir el tacto cálido y suave de estas sobre mi piel, haciendo que, a parte de las lagrimas, un leve rubor se animara a aparecer en mi cara también.

- Me siento tan mal por ello... Sandra no se merece eso, ni tampoco Sergio – me dejé caer en su pecho con amargura y tratando de no llorar demasiado fuerte.

- No es tú culpa, no es tú culpa – Lucas parecía preocupado, era lo que su tono me daba a entender. Pero eso no impedía que su mano acariciara mi pelo despacio para consolarme.

Creo que lloré por unos 10 minutos hasta que vinieron los cafés que habíamos pedido. El mío era un café con hielo y el suyo era un cortado. Aunque aún no se me habían secado las lagrimas, sentí un golpe de energía pasar por todo mi cuerpo y animar mi corazón. Principalmente, porque esa combinación de cafés era la misma que tienen mis padres. Sé que no parece mucho, pero, por alguna razón, eso me hacía sentir protegida y no pude evitar pensar en lo maravilloso que sería que sus labios me besasen ahora mismo.

- Leticia – dijo con tranquilidad mirándome a los ojos.

- ¿Qué pasa, Lucas? - dije un tanto preocupada.

- ¿Puedo decir una locura?

- Eso suena a la frase de Frozen – reí nerviosa y, obviamente, preocupada por lo que Lucas tuviera que decirme.

- Si lo fuera deberías decir "Adoro las locuras" – Tomó mi mano en la suya y sonrió dulcemente, haciendo que el rubor en mis mejillas creciera a niveles inesperados.

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