El rey sin corazon

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En un reino, hace millones de años vivía un Rey llamado Gustavo.
Era generoso, bondadoso y siempre pensaba en los demás.
Pero un día, paso por una trágica historia de desamor, su querida esposa (la reina Marina), lo abandono con una cruel carta.

_ Ya no me interesas, no me haces feliz. Pensándolo bien, nunca lo hiciste y solo te usé para mí beneficio, y para quedarme con quien si amaba. Tu hermano, el rey Mundano...
La única persona que se molestaba en fingir que de verdad le importabas, se ha ido. ¿Y tú? ¿Ahora que harás?

Después de esa leer esa cruel carta y de unos largos y tristes meses de sufrimiento, el rey pensó que si se quitaba el corazón y lo escondía donde nadie lo viera, ahora sí sería feliz. Pues..., sin corazón, no se siente nada, ¿verdad?...

Pero las cosas para el pueblo no mejoraron, quienes se levantaron y con más fuerzas que nunca y hartos de la frialdad de su rey, decidieron encerrarlo en la mazmorra más profunda del palacio, donde no pudiera volver a hacer daño a nadie. Pues sin su corazón, ya no podía amar, no sentía nada, ni amor, ni dolor... Solo irá y desprecio por la bondad y hacia las personas de aquel pueblo. La gente al principio dudo, pero decidieron que sería mejor encontrar otro líder que los dirigiera.

Veinte años más tarde, el nuevo rey Alejandro túbo un hijo. Marcos, de gran corazón he inocencia.
Al ser el más pequeño de sus hermanos y el más inocente decidieron no contarle nada del rey sin corazón.
Pero cuando este cumplió quince años, no pudo evitar preguntar por el tema que tanto había escuchado en su pequeño pueblo.

_El rey Julio: Hijo mío, ya eres casi un hombre y creo que es hora de contártelo todo_

_La reina Cecilia:Pero mi querido esposo, cres que está preparado. Es dasiado inocente todabía_

_Rey Julio: Si querida, vamos a intentarlo..._

Y hay fue cuando le contaron todo.

_El principe: Enserio?!

No puedo creer lo que me contáis. Y creéis que sería buena idea hablar con el?

Pero ninguno de los dos reyes, ni sus hermanos mostraron gusto por esa idea. El rey no tenia corazón, y sin el, no era nadie. Solo un montón de escombros de lo que antes había sido un buen gobernante, y sin duda, una buen hombre.
Marcos, no iba a permitir que una persona estuviera tantos años sin ver luz, encerrado en un sótano con llave.
Así que un día, cuando el sol ya se habia ido y en el reino solo se escuchaban los ronquidos de la gente, decidió ir a ver...

No vio a nadie al principio, pues estaba demasiado oscuro, pero de pronto le pareció escuchar una leve pero entristecida voz que le decía:

_Marcos, mi querido príncipe Marcos. Por favor ayudame a salir de aquí.

Marcos, enseguida pensó en aquel pobre hombre que tantos años había estado encerrado hay.
Sabía que era malvado, pero, ¿Y si, encontraba su corazón?

_¿Porque, no recuperamos tu corazón? Así, quizá te dejen salir?

Le pregunto bondadosamente
el príncipe.

_No!_

Le grito el rey.

_No quiero hacer eso. Sería horrible, asqueroso, y lo peor de todo... Sería bondadoso, me volvería un ser con alma igual que antes, y seguiría sufriendo.

_No seas iluso._

Le respondió el príncipe.

_El corazón sirve para mucho más.
Puedes amar, y eso te aseguro que es muy importante.
A veces, las personas se rompen. Se quiebran, y no pueden soportar el peso que cargan.
Igual que aquel ladrón callejero que se volvió rey. ¿Cres que fue así porque si?
No señor. Ese hombre llevaba tiempo soportando esa vida, lleba de insultos y miserias, decidió que ya era suficiente.
Nose si sepas la de sacrificios que ese ser tuvo que realizar, las muertes que tuvo que causar, y los cuerpos que tuvo que enterrar.

Pero el rey, no decía nada, y solo miraba al suelo, como si quisiera penetrar el suelo con la mirada.
Sin embargo el príncipe no se rindió, pues era lógico que el rey no mostrará ningún interés en nada. Al fin y al cabo, le faltaba lo que Marcos pensaba que era lo más importante en el hombre. El corazón...

Marcos, no lo pensó más y dejando al rey solo, salió de ese desván somnoliento donde se encontraba esa jaula y se dirigió al dormitorio de sus padres.
Alli, agarró el frasco donde sabía que se guardaban las llaves.

_Te voy a sacar de aqui_

Le susurro el príncipe, acercándose tanto a aquella celda, que sus pequeñas gafas de cristal hicieron resonar un tranquilizador  *clik*  y sus ojos se juntaron con los de aquel rey devastado.

_¡¿Que es lo que estás diciendo!?
Chico_

Dijo el rey con su resonante voz ronca.

_Quiero ayudarte..._

El plan del príncipe, era más sencillo de lo que parecía.
Dejar salir a aquel rey y así lograr sonsacarle donde estaba su corazón.
Sabía que estando hay dentro, no le diría nada. ¿Pero, y si estaba fuera?
El cuanto el aterrador sonido de la llave sonó, el rey se levantó y mientras miraba desafiante al joven. Simplemente, rio y lo aparto para después irse de ese lugar. Sin antes dedicarle algunas palabras.

_Joven, has echo lo que nunca antes había intentado nadie.
Enserio, me has devuelto el corazón_

Marcos, quien se encontraba con los ojos como platos, contemplando a aquel rey desde el fondo de la habitación, al lado de la puerta de aquella celda.
Sin saber aún si acababa de hacer algo bueno, o malo.

De repente, en el gran desierto del país, una caja desprendió de el fondo de la tierra, como si de una lombriz se tratase y empiezo a temblar asta que el gran candado que la mantenía cerrada, se habrio.
De hay, salió el corazón del rey y empezó a flotar, como un pájaro, por toda la ciudad. Haciendo que todo el mundo el el pueblo y en el reino se despertara.

El corazón, el cual no se veía correctamente, pues aún estaba lleno de espinas, tierra y rasguños empezó a brillar. Brillo con un resplandor que el príncipe nunca antes había visto, ni si quiera en las grandes estatuas de oro de los reinos más ricos de al rededor.
Luego, se acercó a el rey y este empezó a relucir como nunca.

_Gracias..._

Dio el rey en el proceso, mientras todo el mundo se colaba en el cuarto, incluidos los reyes y miembros del palacio, mientras contemplaban la escena que jamás habían pensado ver.

Y eso fue lo que pasó.
A veces, por la ambición, el desamor o más bien el dolor, las personas se "rompen" y pueden incluso dejar de ser ellas mismas.
Un hombre nunca es una desgracia, las acciones son las desgracias.
Todo el mundo merece oportunidades, y eso fue algo que el príncipe ya sabía de antemano.
Tal vez, no era el más sabio, ni el más poderoso, ni si quiera el más bello. Pero contaba con corazón, y como dijo Aristóteles, el ser humano es social por naturaleza, y siempre debe contar con la ayuda de alguien.
Alguien, que lo ayude, y no lo juzgue por más atrocidades que haya cometido.



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