Montando una mesa... o algo más | Episodio 64

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— Willy... ¿de verdad no recuerdas el día en que te monté la mesa? — le preguntó Vegetta con su característica voz seductora.

— No sé de qué me hablas.

Hace unos cuantos meses...

Tras pasar todo el día en Ikea, llegaron a casa. Habían comprado tantísimas cosas para su nuevo hogar que el salón se inundó de cajas, desde mesas pendientes de montaje hasta una nueva vajilla morada. Cada uno cogió la caja de su futuro escritorio y comenzaron con el montaje en sus respectivas habitaciones.

Mientras que Samuel comenzó muy hacendoso con su montaje, Guillermo lo primero que hizo fue tumbarse en la cama por lo cansado que había sido el día, pero finalmente se levantó y comenzó duro trabajo. Así pasaron las horas y los tornillos fueron atornillados, los clavos fueron clavados y las tablas fueron ensambladas. Samuel consiguió terminar antes que Guille y fue a visitarlo a su habitación. Estaba completamente sudado y la camiseta se le pegaba a cada centímetro de su torso musculoso.

— Willy, ¿necesitas ayuda? — le preguntó al joven desde el marco de la puerta. Willy se quedó embobado mirándole.

— Ehh... no, casi he terminado — respondió señalando la última pata que había atornillado, la cual apenas se sostenía.

— Bueno, al menos te ayudo a darla la vuelta si quieres.

Entre los dos levantaron la mesa y la pusieron en la esquina que sería su futura posición (aunque el que más peso sujetaba, sin duda alguna, era Vegetta). Nada más colocarla se notaba como la mesa cojeaba, así que Vegetta miró a Willy un instante y acto seguido se quitó la camiseta, agarró el destornillador y se puso bajo la mesa a intentar arreglar la mesa.

— Madre mía, que hombre tengo como compañero de piso — dijo el más joven aún embobado con la vista del mayor.

— Habrás visto que afortunado eres...

— ¿Me haces una fotito para twitter? — ¿cómo no? Willy no podía evitar querer que en twitter pensaran que él había sido el autor del montaje de aquella mesa.

— Pfff no es una foto precisamente lo que te voy a hacer — le respondió a la vez que se dirigía hacia Guille. Le envolvió entre sus brazos y lo acercó su pecho desnudo, húmedo por el sudor. Sus manos corrían por debajo de la camiseta del menor, para poder recorrer su espalda. Sus labios se unieron en un fuerte y salvaje beso, sus lenguas jugueteaban sin control y sus miradas se cruzaban encendiendo aún más el fuego y el calor. Poco le duró a Willy la camiseta tapando su cuerpo, Samuel no tardó nada en arrancársela. Este último, pillando desprevenido al primero, lo agarró como pudo y lo llevó hacia el cuarto de baño. Necesitaban quitarse todo aquel sudor que impregnaba sus cuerpos desnudos con una buena ducha, pero sería una ducha muy ardiente.

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2015 ⏰

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