—Buen día señoritas y caballeros.
Saludó la Directora Graciela, con un vestido negro que le cubría todo su cuerpo, su distinguible tomate bajo, y ese cuello largo que la hacía lucir imponente.
—Buenos días señorita Graciela —se hizo eco en todo el comedor.
—Esperando que hayan pasado buena noche, les informo que a la hora que finalicen su desayuno tienen acceso libre al parque de nuestro Orfanatorio... —informó la mujer con seriedad. Todos en sus puestos asintieron con la cabeza seguido de proseguir con el desayuno, que consistía en un plato con una tostada, huevo revuelto que no tenía una apariencia muy apetecible y un vaso de zumo de durazno —Cabe recalcar, y no creo que esté demás recordarlo, que cualquier intento de fuga será estrictamente castigado en la habitación 89, sin comida por dos días y sin oportunidad de salida. ¿Está claro señorita Mia? —adivirtio la mujer, solo observando a Mia quien se encontraba sentada junto a mi.
Hace dos semanas, Mia intentó escapar por las rejas del Orfanato durante la madrugada, justamente por las rejas que rodean el
parque. Su escape pudo resultar todo un éxito, si no fuera porque los caninos que tenía Graciela como guardias de seguridad comenzaron a ladrar descontrolada mente al notar su intento de escape.Quería ayudarla, pero no sabía como.
Ante la advertencia de la mujer, Mia se quedó en silencio, miraba hacia abajo sin soltar alguna palabra, con la expresión fría, molesta, con las manos juntas apretadas en puños.
—¿Está claro señorita Mia? —repitió Graciela, esta vez con un tono mucho más elevado.
Mia tardó unos segundos en responder.
Le di un pequeño golpe en la pierna por debajo de la mesa para que dijera algo. Conozco a Graciela, todos la conocemos, si alguien la hace enojar es capaz de cualquier cosa.
Ya me abofeteo una vez por no querer cenar hace algunos años. Ahí aprendí que quien tenía el control y el respeto aquí, era ella.
—Sí, señorita Graciela —respondió.
—Perfecto. Espero que disfruten sus minutos afuera... —exclamó con un tono que sonaba de todas formas menos amable —Adrienna.
Un pequeño mini infarto sobresalto en mi pecho al escuchar mi nombre salir de su boca.
El pánico y miedo que me causaba escuchar mi nombre por parte de ella era inexplicable.
Me puse de pie, con las manos juntas adelante de mi y la mirada sobre ella.
—¿Sí, señorita Graciela?
—Termina tu desayuno y dirígete a mi despacho.
—Claro —respondí, mi voz salió un tanto temblorosa, temi que se diera cuenta de ello.
—Los veo a las nueve en punto afuera.
Asintio con una falsa sonrisa, nos dió una última mirada a todos en señal de "mucho cuidado", y se retiró a paso lento y sigiloso.
En cuanto se fue, las voces comenzaron a aparecer.
Tomé asiento en mi lugar, preocupada.
—No tengas miedo Adrienna. No has hecho nada malo, si te solicitó en su despacho no creo que sea por algo que hayas causado —intentó calmarme Mia a mi lado.
—N-No lo se, y si piensa que yo te alenté a escapar... ¿y si piensa que soy tu cómplice?
—Tranquila. Cuando me encontró en las rejas me llevó a la habitación, me preguntó si alguien me había dicho que lo hiciera o si alguien me alentó a hacerlo, obviamente le dije que no, que todo esto fue mi idea absoluta. Créeme que no tienes nada que ver. Y si te acusa de algo o te intenta hacer algo, tu grita, yo estaré al pendiente —me compartió una sonrisa tranquilizadora. Se lo agradecí con el mismo gesto.
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Entre lo oscuro [En proceso]
Teen FictionUn simple cambio de vida podría convertirse en una travesía de misterio y... tentación... una extraña tentación. Un sentimiento que lo hará, o más bien, ¿los hará sentir culpables? Aunque la realidad es una... el pasado es otro, y el pasado nos pu...