|6|

618 77 7
                                    

En el largo y pulcro pasillo real se escuchaban en sincronía los pasos firmes y el resoplido del viento. El día había transcurrido tranquilamente. Luego de despedirse de Seokjin unas horas después del almuerzo, YoonGi se dedicó a tomar una siesta y cuando despertó, se aseó y luego se dirigió a la habitación real de sus padres, donde estaba en ese momento de pie mientras jugaba con sus dedos, nervioso.

Dio unos toques en la madera de color caoba y esperó respuesta. Luego volvió a tocar y escuchó la voz amortiguada de su madre, al darle permiso para pasar.

Empujó la puerta y entró a la amplia y hermosa habitación, encontrándose con la mirada de su madre Soyeon.

—Madre, buenas tardes —hizo una reverencia hacia la reina para luego caminar hacia ella y aceptar el abrazo que le ofrecía.

Cerrando los ojos, YoonGi se dejó llevar por esa fragancia que siempre había sido un refugio en momentos de incertidumbre, siempre llenándole de tranquilidad. Era un aroma muy suave y dulce que le gustaba desde niño.

La reina, rompiendo el abrazo, miró los ojos cerrados de su príncipe, su hijo y su todo. Sintió que una extraña sensación entre felicidad y nostalgia se instalaba en su pecho. Su niño había crecido muy rápido, tanto que apenas faltaban unos pocos centímetros para que la sobrepasara de estatura.

Soyeon dejó un beso en la sonrojada mejilla de YoonGi.

No cabía duda de que YoonGi en algunos rasgos faciales era muy parecido a su madre, desde el tono claro de su cabello y ojos gatunos, hasta el tamaño pequeño de su rostro. Por supuesto que los genes de su padre, el rey, estaban en él: su tono pálido de su piel, las fracciones pronunciadas, la estatura y la musculatura que estaba adquiriendo.

YoonGi con pesar, tomó distancia de la reina.

—¿Y bien? —La voz suave de Soyeon hizo que le mirara.

—Mañana por la tarde viajaré al sur —mordió su labio inferior, nervioso —A eso de las dos de la tarde...

Esperó ver alguna expresión en el rostro de su madre, pero no halló nada y sinceramente no sabía si eso debía preocuparle o aliviarle. YoonGi había acordado hacía más de un mes su ida al reino del sur para estas fechas, pero conociendo a sus padres, podrían haber cambiado de opinión.

—¿Se lo comunicaste a tu padre? —El príncipe bajó la cabeza y negó. Lo había olvidado, quizá a propósito para no hacerlo —lo imaginé. —La reina chasqueó la lengua y se encogió de hombros. —Está bien, Yoon. Le comunicaré a tu padre que irás al reino Dal el día de mañana.

—¡Gracias, mamá! —El príncipe hizo reverencia hacia su madre.

—Dale mis saludos a los Jeon y no se te olvide traerle algo de allá a tu madre, eh. —La reina caminó hacia la puerta del cuarto de baño de la habitación para luego perderse allí dentro.

YoonGi con una sonrisa enorme en su rostro, salió de la habitación para ir a arreglar la ropa y cosas que llevaría.

Por supuesto que se encontraba emocionado. Los viajes no son algo que le agrade de un todo, pero cuando se trata de ir a visitar el reino Dal, su parecer en el tema cambia de inmediato.

Llegó a su habitación y de inmediato corrió a su armario, tomó algunas camisas, pantalones, zapatos y chaquetas para ponerlo todo dentro de la maleta y acomodarlo adecuadamente para que todo cupiera.

Estaba cerrando la maleta cuando sintió que la puerta de la habitación fue abierta. Giró su rostro hacia allí y vio a Seokjin a unos metros de él, cerrando la puerta tras su espalda. Frunció el ceño, hacía unas horas el castaño se había ido para su hogar...

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora