SEGUNDO

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Cuando Cristian se despertó la cama del coreano estaba vacía y ya ordenada, vio el reloj alarmado pensando en que estaría llegando tarde, pero la hora en su celular marcaba las ocho de la mañana. Seguramente HeungMin se había adelantado para hacer lo que sea que estuviera tratando de hacer con su (auto)complicada vida.

Cuando pasó por la camita de Titi ésta ni se mosqueó, seguramente porque HeungMin ya le habría dado de comer. No pudo negarse a dejar un beso en la fría naricita antes de salir apresurado de su habitación, si bien no vivía tan lejos de la facultad no quería desafiar al impredecible y horrible tráfico de la Ciudad de Buenos Aires.

Recordaba cuando había llegado de Córdoba, él había decidido alejarse de su familia para poder estudiar en la facultad de economía de la Universidad de Buenos Aires, nunca antes había tomado una decisión tan difícil, en especial a sus jóvenes dieciocho años, pero una tía que tenía viviendo en la provincia lo había convencido de tomar ese paso tan importante en su vida, diciéndole que ella le daría un espacio para vivir en su casa, y así fue, o al menos hasta el momento de su fallecimiento. Cristian recuerda con tanto dolor el día en que había perdido a su tía, a quien le tenía tanta confianza y ponía toda su fe en que él algún día se recibiría y sería el primer universitario de la familia.

El cáncer en ella se había adelantado tanto que cuando lo habían descubierto ya no había mucho que hacer, más que cuidarla y estar junto a ella los meses que le quedaban; y así lo hizo él. Ella era una mujer que vivía sola, a pesar de tener hijos sus primos eran personas con familias, vivían algo alejados ya que la provincia es tan grande, quizás no tenían mucho tiempo para visitarla y por eso no fue mucha su sorpresa cuando el día después del funeral de la mujer ellos le exigieron que abandonara la casa, ya que tenían pensado entre los tres venderla y repartirse la herencia, claro que Cristian había accedido sin ninguna queja. ¿Sentía que era injusto? Totalmente, ¿Podía él hacer algo? Claro que no, sus primos eran los herederos directos, por más impotencia que sintiera tenía que hacer sus maletas e irse.

Recuerda que en ese momento su relación con HeungMin apenas comenzaba a dar pequeños pasos, el coreano con mucho pesar le hablaba en las clases pero, a pesar de eso, cuando un día vio a Romero llorando sobre la vereda de la facultad no dudó en acercarse a él y arrodillarse a su lado, tomándolo entre sus brazos y preguntándole tantas veces que le había ocurrido, hasta que el cordobés soltó todo lo que tenía guardado, desde el fallecimiento de su amada tía, hasta el desalojo de la casa y como debía volverse a su provincia porque sus padres no tenían la posibilidad de ayudarlo económicamente.

Romero no lo pudo creer cuando al otro día un tímido HeungMin se acercó a él antes de comenzar la clase y en un pequeño susurro le propuso irse a vivir con él. Antes de que pudiera siquiera decir algo HeungMin lo había interrumpido, contándole que sus padres le alquilaban un departamento a unas quince cuadras de la facultad, Cristian sabía que Son no era un chico de clase baja, lo podía ver en su ropa, en su carácter y en sus pertenencias, pero nunca creyó que le propondría tal cosa; es más, nunca creyó que el coreano le iniciaría una conversación. Tuvieron varias horas extras hablando en la cafetería de la facultad, planificando como harían y es que HeungMin simplemente quería que Romero mudara sus cosas a su departamento y cambiar la única cama de dos plazas que tenía en la habitación por dos de una plaza, eso era lo único que el coreano quería, no quería mitad de pagos, no quería ayudas, no quería siquiera que el cordobés comprase alguna mercadería. Fue tan difícil para Cristian convencerlo de que no debía dejarse usar de tal manera, con tanto descaro y además, ¿Qué pensarían los padres de Son si su hijo lleva a un parásito al depto?, también se imaginaba a sí mismo viviendo gratis y ya sentía la palma de su propia madre contra su mejilla.

Sonrió entre los recuerdos y terminó de atar su zapatilla, miró el reloj y faltaba media hora para que la clase comience. Volvió a dejar un beso en el pelaje de la gatita y tomó su mochila para al fin salir, cuando puso un pie en la vereda la hermosa calma de la ciudad de Buenos Aires lo recibió, los bocinazos del tráfico y las puteadas de los conductores no se hicieron esperar, la gente que pasaba y por mirar el espectacular congestionamiento se lo llevaban puesto, algunos se disculpaban, otros no, otros lo intentaban al menos. Soltó un suspiro y vio cómo el colectivo que tenía que tomar avanzaba a paso de tortuga, se colocó los auriculares y puso su playlist favorita, obvio prefirió caminar.

" FRI(END)S " - CutiSon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora